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PARTE FINAL CUAD, ORATORIA 1° NIVEL.


Enviado por   •  24 de Junio de 2016  •  Apuntes  •  8.557 Palabras (35 Páginas)  •  313 Visitas

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PROGRESIÓN: el conjunto del tema debe desarrollarse poco a poco, marchar en forma creciente, avanzando por aproximaciones sucesivas y yendo de lo simple a lo complejo. Se trata de una estrategia de  gradación oratoria: cada afirmación está articulada con la que le precede.

TRANSICIÓN: clara y diferenciada de un tema a otro. El discurso debe tener separado nítidamente las diferentes cuestiones en las que se divide el tema central, de modo que en la mente del que escucha se pueda reproducir la estructuración básica del mensaje.

En cuanto al contenido, éste será acorde con el tema y el auditorio. El lenguaje y estilo debe servir de real instrumento para la comunicación.

Las características de un lenguaje y estilo capaces de comunicar con la gente se pueden resumir en los siguientes ítems:

  1. Brevedad, se logrará usando un mínimo de palabras para expresar una idea, escribiendo  frases cortas y párrafos breves.
  2. Claridad y simplicidad, se logrará evitando el uso de una terminología especializada, no usar palabras rebuscadas, utilizarlo menos posible adjetivos y adverbios.
  3. Sentido de lo práctico,  es recomendable transformar los sustantivos abstractos en verbos, preferir la frase directa y lo corto a lo largo.
  4. Reflexión personal, esto es en cuanto al  que emite el mensaje y en cuanto a los receptores. Hay que escribir como si uno se estuviese dirigiendo a una persona amiga o conocida no a una masa amorfa.

Cuando en un discurso existen reflexiones personales, los oyentes sentirán que es una persona que habla para otras personas y esto permite una comunicación más profunda y eficaz.

  1. LA CONCLUSIÓN

Básicamente cuatro son los objetivos que se pueden cubrir con una conclusión bien elaborada: resumir, proponer,  mover a la acción y agradecer.

  1. Resumir al público el contenido principal del discurso. Éste es un aspecto decisivo, porque aunque nosotros hayamos dado muchas vueltas y reiteradas veces las ideas fundamentales del mensaje, lo cierto es que para los oyentes van a resultar nuevas y probablemente, no las recordarán con facilidad, mucho menos con la precisión que esperamos.

La advertencia en este caso de Unamuno: “a un auditorio no le caben por lo general más de 3 o 4 ideas por hora, y el arte del orador consiste en darle a cada una de esas ideas cuatrocientas vueltas. Un buen orador es ante todo un parafraseador”.

  1. Ofrecer una propuesta o una resolución que se deduzca del cuerpo del discurso.
  2. Incitar a la acción o realizar un llamamiento de apoyo.
  3. Pronunciar unas breves palabras de agradecimiento.

Además de estos cuatro modos básicos de acabar un discurso, pueden apuntarse algunas otras posibilidades menores:

  • Una galantería, podemos finalizar con una palabras simpáticas, corteses, con un piropo, incluso una adulación que satisfaga al público.
  • Una cita, acabar el mensaje con las palabras de algún personaje famoso o con breves versos suele aportar una resolución redonda que transmite la sensación de un discurso cuidadosamente preparado.
  • El recurso del humor si bien este puede ser un buen recurso no lo es para todos, porque no todos estamos capacitados para hacer reír al público.
  • Una pregunta retórica, puede acabarse con una pregunta que no espera respuesta puesto que ésta se desprende de lo expuesto a lo largo del discurso.

Las palabras finales deben siempre pronunciarse con extrema lentitud y nunca con precipitación; es ésta una recomendación que no suelen tener en cuenta los comunicadores inexpertos, urgidos por las ganas de acabar o por los nervios aceleran los finales restándoles brillantez.

Un final inapropiado podría esquematizarse así:

  1. Palabras finales pronunciadas con prisa.
  2. Y sin levantar la mirada del papel , musitando:
  3. “Muchas gracias”

Por el contrario, durante las  últimas palabras hay que mirar más al público; si es necesario memorizar parte del discurso, lo  mejor es que sea el final para que nuestra vista no esté obligada a seguir el papel. Al acabar, haremos una breve pausa, miraremos al público directamente y con un tono de voz de convencimiento y aplomo, diremos simplemente “muchas gracias”. Es seguro que recurriendo al siguiente esquema se  roban los aplausos del público más indiferente:

  1. Palabras finales pronunciadas lentamente.
  2. Pausa breve y mirada que contempla sin prisas
  3. “Muchas gracias” acompañado de una  ligera sonrisa.

El secreto de todo arte de expresarse consiste en decir la misma cosa tres veces:

  • Se dice lo que se va a decir,
  • Se dice,
  • Se dice lo que se ha dicho.

                                                    Jean Guitton

  1. TÉCNICAS DE IMPROVISACIÓN

 

En la gran mayoría de los casos, el orador social conoce previamente su responsabilidad, y puede y debe prepararse para la ocasión. Siempre que sea posible, es necesario tener bien claro lo que piensa decirse. Eso es respeto por el acontecimiento y por el auditorio. Pero no es menos cierto que en algunas circunstancias no hay más remedio que improvisar. No había manera de suponer con anticipación que seríamos señalados para hablar en ese acto.

1. Elija como idea central esa que usted sienta.

2. Hable de una experiencia de su vida.

3. Busque las ideas accesorias en el auditorio mismo, la ocasión y el orador anterior.

La improvisación en sí tiene características que le son propias, y su estilo reconoce prolongados esfuerzos de formación, práctica y tenacidad. A la palabra espontánea, deshilvanada, sin una idea central, llaman improvisación sólo quienes no saben nada de oratoria.

No basta ponerse de pie y llenar los minutos con frases sin sentido, o con deshilvanados lugares comunes: "aunque esto me toma por sorpresa..."; "No estoy preparado..."; "No pensé que sería yo el encargado de hablar...". Esto último tampoco es demasiado cierto. En la mayoría de los casos, la persona señalada tiene sobrados motivos pare sospechar que va a ser la indicada para hablar, y en este caso debió haber pensado lo que va a decir. Pero puede ocurrir – y ocurre a veces—que el orador es tomado desprevenido.

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