REINA-VALERA ACTUALIZADA NUEVO TESTAMENTO
luis230913 de Septiembre de 2012
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iniquidad y purificar para sí mismo un pueblo propio, celoso de buenas obras.
15 Estas cosas habla, exhorta y reprende con toda autoridad. ¡Que nadie te
menosprecie!
Capítulo 3
1 Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y a las autoridades, que
obedezcan, que estén dispuestos para toda buena obra; 2 que no hablen mal de
nadie, que no sean contenciosos sino amables, demostrando toda consideración
por todos los hombres. 3 Porque en otro tiempo nosotros también éramos
insensatos, desobedientes, extraviados. Estábamos esclavizados por diversas
pasiones y placeres, viviendo en malicia y en envidia. Eramos aborrecibles,
odiándonos unos a otros. 4 Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro
Salvador y su amor por los hombres, 5 él nos salvó, no por las obras de justicia
que nosotros hubiésemos hecho, sino según su misericordia; por medio del
lavamiento de la regeneración y de la renovación del Espíritu Santo, 6 que él
derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro
Salvador. 7 Y esto, para que, justificados por su gracia, seamos hechos
herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. 8 Fiel es esta palabra.
Acerca de estas cosas, quiero que hables con firmeza, para que los que han
creído en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y
útiles a los hombres.
9 Pero evita las contiendas necias, las genealogías, las controversias y los
debates acerca de la ley; porque de nada aprovechan y son vanos. 10 Después
de una y otra amonestación, rechaza al hombre que causa divisiones,
11 sabiendo que el tal se ha pervertido y peca, habiéndose condenado a sí
mismo. 12 Cuando yo envíe a ti a Artemas o a Tíquico, procura venir a mí a
Nicópolis, pues allí he decidido pasar el invierno. 13 Encamina a Zenas, maestro
de la ley, y a Apolos, para que no les falte nada. 14 Y aprendan los nuestros a
dedicarse a las buenas obras para los casos de necesidad, con el fin de que no
sean sin fruto. 15 Te saludan todos los que están conmigo. Saluda a los que nos
aman en la fe. La gracia sea con todos vosotros.
FILEMÓN
1 Pablo, prisionero de Cristo Jesús, y el hermano Timoteo; a Filemón el amado
y colaborador nuestro, 2 a la hermana Apia, a Arquipo nuestro compañero de
milicia, y a la iglesia que está en tu casa: 3 Gracia a vosotros y paz de parte de
Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. 4 Doy gracias siempre a mi Dios,
haciendo mención de ti en mis oraciones; 5 porque oigo del amor y de la fe que
tienes para con el Señor Jesús y hacia todos los santos, 6 de manera que la
comunión de tu fe ha venido a ser eficaz en el pleno conocimiento de todo lo
bueno que hay en nosotros para la gloria de Cristo. 7 Porque tuve gran gozo y
aliento por tu amor, pues los corazones de los santos, oh hermano, han sido
confortados por medio tuyo.
8 Por lo tanto, aunque tengo mucha confianza en Cristo para ordenarte lo
que conviene, 9 más bien intercedo en amor — siendo como soy, Pablo anciano
y ahora también prisionero de Cristo Jesús — ; 10 intercedo ante ti en cuanto a
mi hijo Onésimo, a quien he engendrado en mis prisiones. 11 En otro tiempo él te
fue inútil; pero ahora es útil, tanto para ti como para mí. 12 Te lo vuelvo a enviar,
a él que es mi propio corazón. 13 Yo deseaba retenerlo conmigo, para que en tu
lugar me sirviera en mis prisiones por el evangelio. 14 Pero sin tu consentimiento
no quise hacer nada, para que tu bondad no fuera como por obligación, sino de
buena voluntad. 15 Pues quizás por esta razón se apartó por un tiempo, para que
lo recibas ahora para siempre; 16 ya no como a un esclavo, sino más que
esclavo, como a un hermano amado, especialmente para mí, pero con mayor
razón para ti, tanto en la carne como en el Señor. 17 Así que, si me tienes por
compañero, recíbele como a mí mismo. 18 Si en algo te hizo daño, o te debe,
ponlo a mi cuenta. 19 Yo, Pablo, lo escribo con mi propia mano: Yo lo pagaré;
por no decirte que también tú mismo te me debes a mí. 20 Sí, hermano, yo
quisiera tener este beneficio de ti en el Señor: ¡Conforta mi corazón en el Señor!
21 Habiendo confiado en tu obediencia, te escribo sabiendo que harás aun más
de lo que digo. 22 A la vez, prepárame también alojamiento, pues espero que
mediante vuestras oraciones yo os sea concedido. 23 Te saludan Epafras, mi
compañero de prisiones por Cristo Jesús, 24 y mis colaboradores Marcos,
Aristarco, Demas y Lucas. 25 La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro
espíritu.
HEBREOS
Capítulo 1
1 Dios, habiendo hablado en otro tiempo muchas veces y de muchas
maneras a los padres por los profetas, 2 en estos últimos días nos ha hablado
por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por medio de quien,
asimismo, hizo el universo. 3 El es el resplandor de su gloria y la expresión
exacta de su naturaleza, quien sustenta todas las cosas con la palabra de su
poder. Y cuando había hecho la purificación de nuestros pecados, se sentó a la
diestra de la Majestad en las alturas.
4 Fue hecho tanto superior a los ángeles, así como el nombre que ha
heredado es más excelente que el de ellos. 5 Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo
Dios jamás: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy; y otra vez: Yo seré para
él, Padre; y él será para mí, Hijo? 6 Otra vez, al introducir al Primogénito en el
mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios. 7 Y de los ángeles dice: El
hace a sus ángeles vientos, y a sus servidores llama de fuego; 8 mientras que del
Hijo dice: Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos; cetro de rectitud es
el cetro de tu reino. 9 Amaste la justicia y aborreciste la iniquidad; por lo cual te
ungió Dios, el Dios tuyo, con aceite de alegría, más que a tus compañeros. 10 Y:
Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. 11 Ellos
perecerán, pero tú permaneces; todos ellos se envejecerán como un vestido. 12 Como a
manto los enrollarás, y serán cambiados como vestido. Pero tú eres el mismo, y tus
años no se acabarán. 13 ¿Y a cuál de sus ángeles ha dicho jamás: Siéntate a mi
diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? 14 ¿Acaso no son
todos espíritus servidores, enviados para ministrar a favor de los que han de
heredar la salvación?
Capítulo 2
1 Por lo tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas
que hemos oído, no sea que nos deslicemos. 2 Pues si la palabra dicha por los
ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución,
3 ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?
Esta salvación, que al principio fue declarada por el Señor, nos fue confirmada
por medio de los que oyeron, 4 dando Dios testimonio juntamente con ellos con
señales, maravillas, diversos hechos poderosos y dones repartidos por el
Espíritu Santo según su voluntad.
5 Porque no fue a los ángeles a quienes Dios sometió el mundo venidero del
cual hablamos. 6 Pues alguien dio testimonio en un lugar, diciendo: ¿Qué es el
hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que tengas
cuidado de él? 7 Le has hecho por poco tiempo menor que los ángeles; le
coronaste de gloria y de honra; 8 todas las cosas sometiste debajo de sus pies.
Al someter a él todas las cosas, no dejó nada que no esté sometido a él. Pero
ahora no vemos todavía todas las cosas sometidas a él. 9 Sin embargo, vemos a
Jesús, quien por poco tiempo fue hecho menor que los ángeles, coronado de
gloria y honra por el padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios
gustase la muerte por todos.
10 Porque le convenía a Dios — por causa de quien y por medio de quien
todas las cosas existen — perfeccionar al Autor de la salvación de ellos, por
medio de los padecimientos, para conducir a muchos hijos a la gloria. 11 Pues
tanto el que santifica como los que son santificados, todos provienen de uno.
Por esta razón, él no se avergüenza de llamarlos hermanos, 12 diciendo:
Anunciaré a mis hermanos tu nombre; en medio de la congregación te alabaré.
13 Y otra vez: Yo pondré mi confianza en él. Y otra vez: He aquí, yo y los hijos
que Dios me dio.
14 Por tanto, puesto que los hijos han participado de carne y sangre, de igual
manera él participó también de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al
que tenía el dominio sobre la muerte (éste es el diablo), 15 y para librar a los que
por el temor de la muerte estaban toda la vida condenados a esclavitud.
16 Porque ciertamente él no tomó para sí a los ángeles, sino a la descendencia
de Abraham. 17 Por tanto, era preciso que en todo fuese hecho semejante a sus
hermanos, a fin de ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en el servicio
delante de Dios, para expiar los pecados del pueblo. 18 Porque en cuanto él
mismo padeció siendo tentado, es
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