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Resumen Azabache


Enviado por   •  29 de Marzo de 2017  •  Resúmenes  •  5.914 Palabras (24 Páginas)  •  12.774 Visitas

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AZABACHE

        ANNA SEWELL

PRIMERA PARTE

  1. EL HOGAR DE MI INFANCIA

Lo primero que recuerdo es una laguna de aguas transparentes cercada por árboles y lirios intensamente azules en medio de una pradera.

Lo único que hacía mi madre era amamantarme, yo corría y dormía encogido muy cerca de ella. Cuando pude comer pasto mi madre volvió a trabajar.

Me encantaba galopar con otros potros aunque a veces pateaban y mordían y eso no le gustaba a mi madre, Duquesa, ya que los consideraba malos modales y él no lo debía hacer ya que él era un caballo de buena raza, al igual que su padre y abuelo, quienes habían ganado copas de oro en competencias importantes.

Mi madre siempre me dio buenos consejos. El amo la llamaba Chiquita, la consideraba muy inteligente.

El amo era bondadoso, los alimentaba bien y les daba buen alojamiento y les hablaba con mucha ternura. Él me llamaba Negrito y siempre me daba un pan y una zanahoria.

Chiquita siempre llevaba al amo en el tílburi.

Guillermo era un muchacho rudo y cruel que llegaba a la pradera a recoger moras y se divertía persiguiendo con palos y piedras a los potros. Un día lo sorprendió el amo y le dio una gran bofetada y lo despidió del trabajo. Daniel, en cambio, era el mozo, era muy bueno.

  1. LA CACERÍA

        Un día de primavera antes de cumplir dos años escuchamos un ruido como un ladrido de perros, son los galgos, dijo el mayor de los potros, corrimos a mirar. Siguen el rastro de una liebre, dijo mi mamá, cuando vimos aparecer la jauría. Seguido a ellos venían los hombres a caballo quienes soltaron a los perros, por un momento perdieron el rastro, pero luego lo encontraron, seguido a ello se sintió un disparo y un gran chillido y vimos como tomaban a la liebre de la pata, al mismo tiempo tuvieron un accidente en la laguna, un caballo en medio del agua, otro agonizante en la orilla, uno de los jinetes alcanzo con dificultad la orilla y el otro estaba sin movimiento alguno. El amo corrió hacia Jorge Gordon, llamaron al médico y al veterinario. El caballo fue sacrificado y el joven falleció algunos días después.

        Todo esto por una tonta cola de liebre.

  1. MI DOMA

        Con mi pelaje suave, negro y brillante como azabache, el lunar blanco junto a la cruz y la pequeña estrella que lucía sobre mi frente.

        Cuando cumplí cuatro años, el señor Gordon vino a verme, me hizo trotar y galopar y dijo que había que domarlo bien. Así lo hizo mi amo, él mismo comenzó a domarme para que no me lastimara.

Para domar un caballo hay que enseñarle a llevar la brida, una silla y un jinete sobre el lomo al que debe obedecer; hay que acostumbrarlo a soportar un freno y más adelante a usar “collera” y “baticola”. También deben aprender a arrastrar coches y carruajes a gran velocidad o lentitud igual es importante que no muerda ni de coces ni se asuste

Me enviaron por dos semanas a la granja de un amigo donde había una pradera con una empalizada junto a la que pasaba una línea de ferrocarril.

Cuando vi por primera vez un tren y escuche su ruido tan ensordecedor eche a correr muy asustado, ahogado de espanto.

Durante el día me di cuenta que las vacas ni siquiera levantaban a cabeza cuando pasaba. Al cabo de algún tiempo entendí que el tren no me haría daño.  

A menudo mi amo me enganchaba junto a mi madre para que ella me enseñara.

  1. EL PARQUE DE VISTA HERMOSA

        El señor Gordon era mi nuevo dueño. El parque quedaba muy cerca de un pueblo llamado vista Hermosa.

        El mozo me dejo en una cuadra limpia y ventilada con unas paredes bajas que me dejaban ver las cuadras vecinas. Al lado de él estaba Alegría, un caballo de 12 años, gris, gordo, de cabeza pequeña y ojos muy vivos; era bonito y manso. Él era el encargado de llevar a Margarita y Ana cuando lo necesitaban y también llevaba a la señora en su coche.

        Jengibre era una yegua color castaño, alta, de cuello largo, con una estrella en la frente, mañosa, a la que le gustaba patear y morder.

        Juan era el cochero de la casa, era muy amable y me llevo a dar un paseo.

        Al día siguiente salí con mi nuevo amo que era un gran jinete y él encontró que yo era un excelente caballo y él fue quien me dio el nombre de Azabache.

        Al cabo de cierto tiempo me engancharon con jengibre en un carruaje, llevábamos el mismo trote. Esto ayudo a que nos hiciéramos amigos al igual que con Alegría.

        Había otros dos caballos, Justicia quien se ocupaba del carretón de los mandados y Oliverio un caballo jubilado y viejo con quien Azabache conversaba mucho.

        Los domingos cuando nos soltaban en la arboleda yo galopaba con mucho entusiasmo. También solíamos reunirnos junto al gigantesco nogal y conversar seriamente.

  1. JENJIBRE

         Bajo el nogal, Jenjibre, me contó que ella jamás había conocido a un amo bondadoso ni recibió algún gesto de afecto. El señor Morgan su antiguo amo era bueno pero no estaba nunca, así que su hijo a quien llamaban Montaña la trataba muy mal.

        Un día me dio un tirón muy fuerte y yo me encabrité hasta que lo boté de la silla y arranque y permanecí dos horas bajo un roble hasta que llego mi amo, el señor Morgan y él mismo me curó las heridas y le dijo a su hijo que ningún hombre de mal carácter consigue tener un caballo manso.  

        Luego un tratante de caballos la vendió a un caballero de la nobleza, así llego a Londres donde su nuevo amo no sabía de caballos y el cochero lo primero que hizo fue ponerme “engallador” y esto dolía tanto que me volvía irritable y pateaba mucho así que volví a cambiar de amo descubriendo de amo en amo distintas formas de crueldad hasta que llegue aquí donde me tratan bien y ella estaba más alegre y mansa.

        Según Juan las “píldoras” de Vista Hermosa la habían hecho cambiar. Sus ingredientes eran: bondad, firmeza, paciencia y cariño disueltos en una cantidad equivalente de sentido común.

  1. ALEGRÍA

        El señor Durrell tenía hijos e hijas que visitaban a Margarita y Ana y siempre montaban a Alegría y paseaban por la arboleda. Pero los muchachos mayores usaban como fusta una varilla de avellano y no paraban de golpearlo, Alegría se detuvo tres veces a modo de aviso y como no se detuvieron decidió darle una lección y se encabritó y lo boto, luego el otro muchacho quiso subir e igualmente lo boto.

        Ellos contaban a Jaime lo ocurrido y él les dijo que el problema eras las varillas.

  1. OTRA CONVERSACIÓN BAJO LA ARBOLEDA

        Jengibre y yo éramos de la raza de caballos de carrera y nos poníamos muy contentos cuando la familia decidía cabalgar. Azabache llevaba a la señora, Jengibre llevaba al amo y Margarita y Ana iban en Oliverio y Alegría.

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