Resumen De La Eneida
majogaor12 de Abril de 2013
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Personajes:
• Eneas: Príncipe troyano, hijo de Anquises y de la diosa Venus, valeroso, responsable y obediente de los dioses.
• Dido: Reina de Cartago, fiel y amante de Eneas.
• Latino: Rey de Lacio ,bondadoso; padre de Lavinia.
• Lavinia: Hermosa doncella que al final se casa con Eneas.
• Turno: Pretendiente de Lavinia, guerrero; rey de los rútulos.
• Anquises: Padre abnegado a su hijo Eneas.
• Júpiter: dios del universo. Prepotente, autoritario.
• Juno: Rencorosa, malvada y desconfiada.
• Venus: diosa del amor, modelo de belleza.
• Neptuno: dios del mar, se enoja cundo se entera de lo que hico Eolo y Juno en su terreno
• Eolo: dios del viento, ayuda a Juno a cumplir con su venganza
Resumen:
ENEIDA I
Se inicia con las tempestades que hacen peligrar las naves de los troyanos, y con Juno convenciendo a Eolo de que suelte sus vientos a cambio de ninfas, y casarse con la de cuerpo más hermoso. Eneas, agobiado por las cargas que se le imponen, declara su deseo de haber muerto heroicamente, en combate, bajo los muros de Ilión, ante la vista de sus padres, en eso la tempestad cobra fuerza, Neptuno escucha el ruido del mar y los vientos. Saca la cabeza por encima de las olas y observa el terrible espectáculo que ofrece la flota dispersa. Comprendiendo que todo se debe a la intervención de Juno, llama a los vientos y los regaña por haber levantado las olas sin su permiso. después de eso, aplaca el mar que cede al punto su agitación y sobre él vuela en su carro seguro Pasada la tempestad, los troyanos buscan descanso en las tierras más próximas, y se dirigen hacia Libia. Encuentran allí un puerto tranquilo y desembarcan. Ya en tierra, encienden el fuego y preparan el pan. Eneas, busca inútilmente en el mar con la mirada la presencia de sus naves; después sube un monte pequeño, ve un rebaño de ciervos les lanza unas flechas y mata a siete, uno para cada una de las naves que le quedan. Los lleva a sus compañeros.
Júpiter desde lo alto del cielo, se vuelve a mirar los reinos líbicos. Se le acerca Venus, y se queja de los trabajos que Eneas, por la voluntad de Juno, se ve obligado a soportar, y le recuerda que él le había prometido que de la raza de Eneas habrían de nacer los romanos. Pregunta si ha cambiado por algo el designio del dios. Responde Júpiter sonriendo, y le recuerda lo que los hados han predicho.
A Eneas disfrazada de cazadora, se encuentra con Venus, que le pregunta que si por azar ha visto a alguna de sus hermanas. Eneas, que, aunque no la ha reconocido, sabe que habla con una diosa, le responde que no ha visto ni oído a nadie, y le pregunta a su vez acerca del país donde se encuentra. Venus, se los explica: Eneas ha llegado a Libia, y está viendo el reino púnico y la ciudad de Agenor.
Dido, huyendo de Tiro, ha llegado a gobernar el lugar. La historia de Dido es que Siqueo, con quien ella se había casado enamorada y virgen, fue asesinado por Pigmalión, hermano de Dido. Pasado un tiempo, el fantasma del muerto se apareció a su Dido, que ignoraba los hechos, y le aconsejó que dejara su patria, revelándole el crimen de Pigmalión. También le descubrió dónde estaban los tesoror, para que tuviera con qué hacer frente a las necesidades del camino. Dido atiende los consejos de Siqueo, y junto con los que por alguna razón eran enemigos de su hermano, roba una flota y empieza su viaje. Llega por fin a Libia, y compra el suelo donde ahora se levantan las murallas de la nueva Cartago. Despues Venus pregunta a Eneas y Acates quiénes son, de dónde vienen y a dónde se dirigen. Eneas contesta que él es Eneas, que lleva consigo los de Troya vencida, y a quien una tempestad llamó a las playas de Libia. De veinte naves que tenía al cruzar el mar Frigio, sólo le quedan siete, y en muy mal estado. Pobre y desconocido, expulsado de todas partes, vaga por los desiertos. Venus no soporta más las quejas de su hijo, y las interrumpe para consolarlo.
Al acabar de hablar, Venus se da la vuelta y, por la luz, el aroma y el andar, la reconoce Eneas, que se queja de haber sido engañado muchas veces. Se dirige entonces hacia Cartago. Para que pasen inadvertidos, Venus envuelve a Eneas y Acates en una niebla oscura, y luego se vuelve a sus templos de Páfos. En medio de la niebla Eneas y su compañero contemplan desde una colina los trabajos de la edificación de la ciudad. Eneas se mezcla con los hombres que trabajan Llegan al lugar en que se levanta un nuevo templo a Juno y al ver reproducidas en las puertas algunas escenas de la guerra de Troya, que son parte de su propio pasado, se tranquiliza y se atreve a esperar salvación. Reconoce, en las imágenes esculpidas, a amigos y enemigos, y se reconoce también a sí mismo. Mientras Eneas contempla las imágenes del pasado, la reina, rodeada por una corte de jóvenes, llega al templo. Se sienta en un trono, y desde allí imparte derechos y leyes, y distribuye entre los hombres el trabajo, Eneas ve aparecer a varios de los caudillos teucros, que consideraba perdidos. Tanto él como Acates se alegran y temen a la vez, y contienen su deseo de saludar a sus compañeros. Desde la nube que los oculta, miran y escuchan a los recién llegados. Habla Iliones con Dido, y le explica que, mientras iban hacia Italia, una tempestad los sorprendió y, de modo accidental, los condujo a las proximidades de Libia; por lo tanto, no abrigan intenciones guerreras, sino que, agobiados por la necesidad, se acogen a la hospitalidad de la tierra, y la solicitan en nombre de los dioses. Le dice también que tienen a Eneas por rey, y que él, en caso de vivir todavía, corresponderá cumplidamente a la acogida que Dido les dispense. Por último, le pide licencia para reparar las naves y poder partir en ellas a Italia, si Eneas viviera, o a Sicilia, en caso de que hubiera muerto.
La reina, les contesta declarando que conoce la historia de los troyanos; les explica por qué está obligada a preservar con guardias sus dominios, y les ofrece enviarlos a salvo a Italia o a Sicilia. También les hace la oferta de que se establezcan, desde entonces, en Cartago, y promete enviar hombres escogidos para que busquen a Eneas. Animados Eneas y Acates por la actitud de la reina, y reconociendo que lo que Venus había dicho con respecto a los compañeros y las naves era verdad, desean poder ser de nuevo vistos. Se desase la nube que estaba en torno a ellos, y aparece el héroe ante los ojos de todos, reluciente. Habla luego a Dido y a quienes con ella están, e invoca para ella y su bondad el pago de la gratitud de los humanos y el de la piedad divina, y se compromete a honrarla siempre en el futuro. Luego se vuelve a saludar a sus amigos salvados del naufragio. Dido, asombrada por la presencia del héroe, pues conoce su desgracia, le hace saber que recuerda su linaje, y lo invita, junto con los suyos, a entrar en su palacio. Ella ha sufrido desgracias y ha aprendido a socorrer a los míseros Conduce luego a Eneas al palacio real, dispone sacrificios a los dioses y envía comida a los troyanos que habían quedado en la costa, junto a sus naves. En seguida, hace que se prepare un banquete, para honrar a los huéspedes recién admitidos.
Venus, planea que Cupido, su otro hijo divino, ocupe el lugar de Ascanio para conseguir que la reina se enamore de Eneas y no llegue a pensar en traicionarlo. Le pide que por una noche tome la figura de Ascanio, a quien ella esconderá adormecido, y que en el regazo mismo de la reina le inspire los fuegos y el veneno de la pasión. Cupido atiende la petición de su madre y, tomando la apariencia de Ascanio, camina hacia la ciudad. Venus infunde el sueño en el verdadero Ascanio, y lo lleva con ella a los bosques de Idalia.. Cupido y Acates llegan al palacio, donde el banquete está preparado ya. Reunidos, tirios y troyanos se alegran. Cupido atrae de inmediato la atención de todos, y principalmente la de Dido. En cuanto ha abrazado a Eneas, se dirige hacia ella y comienza, obedeciendo las instrucciones de su madre, a revivir el amor en su corazón. La reina sucumbe a los lazos tendidos por el dios. En el banquete, Dido hace la libación del vino, e invoca la benevolencia de los dioses para la reunión de cartagineses y troyanos. Beben los jefes tirios en la pátera ceremonial, y a continuación el aeda Jopas, discípulo de Atlante, empieza un canto en que desarrolla asuntos tomados de la cosmogonía y de la física, Por fin la reina, víctima del amor, pide a Eneas que narre, desde el principio, sus andanzas.
ENEIDA II
Eneas, accede a la petición de Dido y se prepara a narrar su historia. Los caudillos dánaos, buscando la manera de dar término a una guerra ya demasiado prolongada, construyen un enorme caballo de madera en cuyo interior ocultan guerreros escogidos, y lo dejan junto a Troya, simulando que es un voto que ofrecen para procurarse el regreso seguro a su patria. Los demás viajan a Ténedos, isla próxima a las costas troyanas y se esconden allí. Piensan los teucros que por fin los griegos han renunciado a seguir la guerra, y salen de la ciudad a recorrer los campamentos abandonados. Luego contemplan el caballo de madera. Unos aconsejan introducirlo en la ciudad; otros, destruirlo, cuanto antes.
Laoconte, trata de convencerlos de que el caballo oculta un engaño que será funesto para Troya. Toma una lanza y la arroja contra el flanco de la bestia de madera. Pero los hados habían dispuesto que el escondite de los griegos no fuera explorado entonces, y que la ciudad de Príamo se entregara a la destrucción. Laoconte es interrumpidos por la llegada de un joven griego, Sinón, a quien unos pastores troyanos
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