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Resumen del "El ministerio de contemplar su rostro"


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2015  •  Resúmenes  •  2.608 Palabras (11 Páginas)  •  183 Visitas

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Trate de entender Señor Ministro, sólo quiero saber por qué lo han encerrado… ¡No me diga que es la ley!, en este país hay cosas mucho más poderosas que la ley, y estoy seguro de que usted lo sabe perfectamente… Disculpe, no era mi intención ofenderlo, perdóneme si lo he hecho, pero quiero que entienda la desesperación de un padre que ve a su hijo en estas condiciones… no puede pedirme que me tranquilice sin darme antes una explicación de lo que está pasando… dice usted que mi hijo es culpable… culpable de qué, de haber dicho lo que pensaba, de demandar justicia, entonces sí, es culpable… pero ustedes no lo encierran por eso… ¿Lo acusan de alta traición?, pero dígame Señor Ministro, a quién ha traicionado… a quién ha ofendido tan gravemente para que merezca ser encerrado en una de las prisiones más inhumanas de nuestro país ¡cuando es menor de edad!… no espero que me entienda, pero si espero que, aunque sea, tenga misericordia de un pobre hombre como yo y me diga qué harán con él…

Pobre hombre, jamás había visto a alguien con el semblante tan demacrado y desconsolado. Lo comprendo, después de enterarse de lo que pasará con el pobre de Misha... era un buen muchacho, lástima que los impulsos de la juventud le hayan llevado a semejante desatino. Aún así, no llego a comprender qué fue lo que hizo… quisiera creer que no fue nada grave, pero el aspecto del señor me da a entender lo contrario… veré si un baño caliente y una rica cena lo tranquilizan un poco…

Miro la fría y negra piedra y pienso: ¿qué fue lo que hice, qué me ha traído a este sombrío y lúgubre lugar donde no puedo hacer otra cosa que reflexionar y tratar de entender qué es lo que ha ocurrido?, pregunto a los guardias pero no me escuchan, me pregunto a mí mismo y al parecer tampoco me escucho… no recuerdo lo que pasó, mi mente está bloqueada, todo parece un sueño, mejor dicho, una pesadilla de la que no logro despertar y que poco a poco va mermando mi entendimiento.

En este lugar reina un silencio estremecedor que helaría la sangre de cualquiera que no estuviera ya acostumbrado a semejante padecimiento… yo no lo estaba, a decir verdad nunca lo he estado y probablemente jamás lo estaré, pero termina siendo soportable, tiene que serlo… es un silencio que te obliga a pensar y reflexionar por ser estos los únicos pasatiempos viables… también es un silencio que evidencia la poca vida que aún queda en ti, volviendo notorio cada uno de los débiles latidos de tu corazón.

Es curioso pensar que unos meses en esta celda pueden llevarte a percibir la soledad y la angustia con la que se vive aquí, si es que se puede decir que es vida el hecho de estar aquí… mi padre a tratado de ocultármelo pero sé que en esta prisión sólo hay dos condenas: pena de muerte y cadena perpetua… pero no tengo miedo… me siento orgulloso de la decisión que tomé, conozco las consecuencias y las aceptaré… ahora que recuerdo lo que hice, tengo el valor de reconocerlo y declararme culpable si es que así me lo exigen, no mentiré… estoy aquí por defender la verdad y denunciar la mentira… me siento bien, me siento liberado de un peso que me atormentaba muy a mi pesar…

… sí, lo escucho, pero no lo entiendo… no es posible que den semejante condena a un menor… creí que su manifestación les haría pensar un poco… al parecer no… además, usted sabe lo que decidirá, él está en contra de esta guerra… él no iría a menos que lo obliguen… no me parece justo, no me parece ético jugar con los sentimientos de un adolescente dándole a elegir entre la guerra y el encierro… ustedes saben que lo que elija lo llevará a la muerte, lo hacen con esa intención… además… es en contra de la ley llevar menores a la guerra… al parecer, en este caso, la ley es irrelevante… ¡Pero ustedes no quebraron la ley cuando de encerrarlo se trataba!,… de nuevo, no me pida comprensión… no me pida que me tranquilice porque no lo haré, no lo entiendo Señor Ministro, de verdad que no lo comprendo… no entiendo por qué le hacen esto, por qué buscan, a toda costa, la manera de deshacerse de él… por lo que veo, la manifestación no fue un simple desliz, como lo definen todos los medios… al parecer fue algo de trascendencia que ustedes no pasarán por alto…

-¡Misha!, te espera el Señor Ministro en su gabinete-… la fría e indiferente voz del guardia resonó en las paredes de la celda despertándome de un penoso sueño… ¡En seguida voy!, contesté… la puerta de la celda estaba abierta, la empujé y me dirigí con paso firme, aunque cansado, al gabinete del Señor Ministro, el cual se encontraba subiendo las escaleras que llevaban al patio central… Hace tanto tiempo que no veía el sol… tanto tiempo que los rayos de luz no me deslumbraban de esta manera… sentí de pronto cómo la fresca brisa matutina me despejaba el cerebro… la hierba aún se encontraba húmeda por el rocío y el repentino trino de los ruiseñores me hizo pegar un brinco… ¡Qué ajeno me siento a toda esta alegría!, pareciera que la muerte estuviera susurrándome al oído que esta maravilla ya no me pertenece, o tal vez que yo soy el que ya no pertenezco a esta maravilla… mi tiempo se acabó… cómo quisiera poder entender el misterio de la vida y de la muerte… presiento que ya no tendré el suficiente tiempo para descubrirlo…

El gabinete del Ministro era muy amplio, iluminado casi en su totalidad… el único sitio oscuro del salón era donde se encontraba la silla del acusado… me senté, quiero creer que fue sólo una ilusión, pero fue como si la amable sonrisa del Ministro se hubiera convertido en una expresión de sarcasmo y maldad imposible de describir… recordar dicha conversación aún me estremece, fue la muestra clara de una autoridad irrebatible, de un castigo inevitable y de una muerte segura… me lo imaginé, imaginé que los seres que tanto juzgué y a los que tanto critiqué no tendrían compasión de mí… yo me gané este trágico final…

-¡Niéguelo, retráctese de todo lo que ha dicho sobre la guerra!... no puedo absolverlo si no acepta, por lo menos, que fue un error, que nunca fue su intención decirlo- la fría y rabiosa voz del Ministro resonó en todo el salón.

-¡No quiero que me absuelva, no necesito de su estúpido perdón!, estoy bien… mi conciencia está tranquila porque sé que he hecho lo correcto-. Mi voz sonaba más fuerte de lo normal, la rabia y la impotencia invadían mi cuerpo y mente, me sentía incapaz de pensar.

-Trato de ayudar, quiero que usted salga de aquí cuanto antes, pero si usted no quiere no encuentro la manera de sacarlo de este embrollo-. Su voz sonaba tan fingida e hipócrita que me enfureció más.

-Si usted no coopera,

...

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