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Roberto Arlt, Un Gran Escritor


Enviado por   •  19 de Junio de 2014  •  2.116 Palabras (9 Páginas)  •  247 Visitas

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Roberto Arlt: un escritor actual

Por Rita Gnutzmann

Roberto Arlt, por Jaime NietoRoberto Arlt, por Jaime Nieto

Roberto Arlt nace el 26 de abril de 1900 en Buenos Aires (barrio de Flores), hijo del inmigrante alemán Karl Arlt y de la triestina Ekatherine Iobstraibitzer, familia de recursos precarios.

Es un niño imaginativo que sueña con ser pirata e inventor (Aguafuerte del 20 de julio de 1930) y que pronto se convierte en fervoroso lector (al igual que el joven personaje Silvio Astier de su primera novela, El juguete rabioso), cuyos autores favoritos son Baudelaire, Dostoievski, Baroja y todos los escritores de novelas de aventuras, al estilo de Rocambole. Deja la escuela después de haber cursado quinto grado y, en 1916, abandona la casa paterna por las disputas con su padre, empleándose a continuación en diversos oficios: dependiente de librería, aprendiz de mecánico, hojalatero, corredor de mercancía, etc.

En 1918 publica su primer cuento, Jehová y, acto seguido, comienza la escritura de El juguete rabioso, novela que termina y publica en 1926 bajo los auspicios del poeta y novelista Ricardo Güiraldes. En ella retrata la vida de un adolescente, desde los catorce a los diecisiete años, cuyas experiencias lo llevan al fracaso en vez de a la integración social como solía ocurrir en la novela de aprendizaje tradicional. En 1920 aparece su ensayo «Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires» (en Tribuna Libre) y el joven escritor se traslada a Córdoba (1921) para cumplir el servicio militar, servicio que al parecer no fue muy duro «por virtud y gracia de algunas recomendaciones», puesto que «tomaba mate con el sargento», mientras que los pobres reclutas «se deslomaban bajo el sol». En Córdoba conoce a Carmen Antinucci con la que se casa al año siguiente; en esa ciudad, además, nace su única hija, Mirta. De vuelta en Buenos Aires, publica en la revista Proa (1925) dos capítulos de El juguete rabioso y, al año siguiente, inicia su colaboración en la revista humorística Don Goyo, cuyo director era su amigo Conrado Nalé Roxlo. En 1927 comienza a trabajar para Crítica, diario de masas al estilo de la prensa norteamericana de Hearst, dirigido por Natalio Botana; Arlt se encarga de la columna policíaca o «nota carnicera y truculenta» como la llamaba el propio autor, todo por «necesidad del puchero» (Aguafuertes porteñas, 1950).

Al año siguiente, en mayo de 1928, ingresa como columnista de las Aguafuertes porteñas en el diario El Mundo, periódico propiedad de Alberto Haynes, en el que colabora hasta su muerte y donde aparecerán varios de sus cuentos, como el primero «Insolente jorobadito» que daría el título a la antología El jorobadito (1933).

En 1929 publica su segunda novela, considerada la más importante, Los siete locos y, dos años más tarde, la continuación de ésta, Los lanzallamas.

El Coloso. Avenida Corrientes (detalle). 1937El Coloso. Avenida Corrientes (detalle). 1937

El argumento de ambas novelas es sencillo: el cobrador de una empresa azucarera, Remo Erdosain, es acusado de estafa. Para devolver el dinero sustraído acude al farmacéutico loco Ergueta y al chulo Haffner (el «Rufián Melancólico») y entra en la Sociedad Secreta del Astrólogo Alberto Lezin, quien proyecta fundar una nueva sociedad, basada en la subyugación de la mayoría.

Erdosain estará encargado de destruir la vieja sociedad mediante gases letales y el chulo Haffner de financiar la nueva mediante la explotación de prostíbulos. Erdosain, angustiado y abandonado por su mujer Elsa, se traslada a una pensión sucia, donde entabla relación con la hija de la patrona, la Bizca. Termina la novela con la huida del Astrólogo con la mujer del loco Ergueta —la prostituta Hipólita—, el incendio de la quinta donde se tramaba la revolución, el asesinato de la Bizca por parte de Erdosain y el posterior suicidio de éste. Como los críticos han mostrado, la novela contiene ingredientes de la situación socio-política tanto argentina como internacional: los fascismos y el comunismo, las aspiraciones revolucionarias y el poder capitalista, la amenaza de las dictaduras militares, el Ku-Klux-Klan, la angustia de entreguerras («la zona de la angustia»)… Sin embargo, a pesar de que el argumento esté repleto de acciones, al autor le interesaba sobre todo la «vida interior dislocada, intensa, angustiosa» (Obra completa, 1981:11, 255) de sus personajes y, en una lectura profunda, se descubre una temática existencialista: ¿qué sentido tiene la vida? ¿son posibles el amor y la comunicación? ¿no está el hombre condenado eternamente al fracaso? Erdosain es el hombre «que sufre, soñando, con el cuerpo hundido hasta los sobacos en el barro» (Los lanzallamas) y que se «revuelca en la porquería con anhelo de pureza» (El amor brujo). El crítico Masotta (1982:49) ve a los personajes arltianos como «apestados» que testimonian «una sociedad putrefacta».

Banquete de la editorial Claridad, 1925Banquete de la editorial Claridad, 1925

En mayo de 1930, el escritor viaja a Uruguay y Brasil, desde donde envía sus Aguafuertes uruguayas (recogidas en forma de libro en 1996) y en 1932 se publica su última novela El amor brujo, un alegato contra el matrimonio burgués, su falsa moral y sus intereses materiales.

Arremete, en primer lugar, contra la mujer burguesa (novia y futura suegra), interesada en asegurarse (asegurar a la hija) el futuro, explotando el instinto sexual del hombre. A partir de entonces, Arlt se dedica predominantemente al teatro: en 1932 su amigo Leónidas Barletta estrena, en el Teatro del Pueblo, 300 millones, obra dramática a la que seguirán otras como Prueba de amor, Saverio el cruel, El fabricante de fantasmas, La isla desierta, África (con temática de sus Aguafuertes africanas), La fiesta del hierro y El desierto entra en la ciudad, la última sin estrenar por la repentina muerte de su autor. Durante todos estos años Arlt sigue produciendo aguafuertes para el diario El Mundo, publicadas normalmente bajo el título Aguafuertes porteñas, pero según el tema o el espacio pueden llamarse Aguafuertes teatrales, Aguafuertes fluviales (durante su viaje en agosto de 1930 en el barco de su amigo Rodolfo Aebi), Aguafuertes patagónicas (enero y febrero de 1934), El infierno santiagueño (sobre la sequía catastrófica en esta provincia argentina, diciembre de 1937), Hospitales en la miseria (enero y febrero de 1933), serie retomada en agosto de 1939 como El problema hospitalario. En notas tituladas «La ciudad se queja» o «Buenos Aires se queja» (marzo a julio de 1934), el periodista arremete

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