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SEMEJANZAS ENTRE LOS PENSAMIENTOS DE MANUEL GONZÁLEZ PRADA Y GEORGE ORWELL


Enviado por   •  18 de Julio de 2017  •  Ensayos  •  1.216 Palabras (5 Páginas)  •  215 Visitas

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SEMEJANZAS ENTRE LOS PENSAMIENTOS DE MANUEL GONZÁLEZ PRADA Y GEORGE ORWELL

Aunque ejercieron sus actividades en épocas y contextos distintos, Manuel González Prada y George Orwell, comparten algunas similitudes en sus pensamientos políticos, lo que se hace notorio en las posturas que adoptaron, y principalmente en sus escritos. El primero, nacido en Lima en 1844, realizó la mayor parte de su labor intelectual después de la guerra del Pacífico, que enfrentó a los países de Perú y Chile; en su labor intelectual destaca su elogio a la anarquía, no como un desgobierno sino como un sistema en que los hombres sean iguales, despreciando a las autoridades; emprendió la labor de reconstruir la moral de un país que sufrió el trauma de la derrota. George Orwell por su parte, nacido en Motihari, una ciudad de la India, que en esos años (1903) se hallaba bajo el control de la corona británica, realizó su obra periodística y literaria, y desde donde expuso sus ideas, fue un severísimo crítico de las dictaduras. Se mencionaba, a pesar de las diferencias de los acontecimientos vividos por estos personajes, sus pensamientos coincidencias que serán tratadas a continuación.

Considerada una de sus obras cumbre, la novela “Rebelión en la granja”, escrita a manera de parábola política para criticar la Revolución rusa, el autor expone sus ideas sobre las dictaduras y el totalitarismo. El mismo Orwell, en el prólogo de este libro explicaba que su propósito era describir: “el mito soviético en una historia que pudiera ser fácilmente entendida por todos y traducida sin dificultad a cualquier idioma”. En esta historia los animales de una granja, cansados de ser explotados por los humanos que habitan en ella, se rebelan y toman el control. Establecen inmediatamente un régimen bajo la tutela de diez mandamientos elaborados en asamblea general, teniendo como principales máximas: la igualdad absoluta entre todo animal, y establecer al ser humano como el enemigo en común.

En principio todo parece ir bien, conforme a lo planificado por los animales, los primeros días son de dicha, y cada animal parece vivir conforme. Por consenso general, dos cerdos (estos animales eran considerados los más listos), se encargan de presidir la granja y organizar a sus habitantes, éstos son Napoleón y Snowball. En cierto momento se va produciendo una disputa entre los dos cerdos, y Snowball es finalmente expulsado de la granja. Con Napoleón como único líder de la granja, como lo indica Vargas Llosa comentando la novela, paulatinamente se va produciendo: “…la resurrección de los privilegios y granjerías para la nueva clase en el poder, la deformación de la realidad por obra de la propaganda, la rectificación de la historia según las necesidades del presente, la aparición de una clase burocrática parasitaria e improductiva, y la desaparición de toda forma de protesta , aun de toma de conciencia crítica, por obra de la intimidación, el lavado de cerebro, la corrupción o el crimen por el nuevo amo todopoderoso y su falange de pretorianos”. El final de la obra es muy ilustrativo: Napoleón y sus allegados más cercanos comparten mesa con los antiguos explotadores: los humanos; junto a estos beben y comen en fraternidad: los cerdos y los hombres son ahora indiferenciables.

Estos acontecimientos se fueron dando por la astucia de los cerdos, quienes aprovecharon la simpleza e ignorancia de sus compañeros de granja. Estos acontecimientos nos recuerdan lo que decía González Prada cuando pregonaba por la anarquía y la revolución: “Conviene recordarlo: la anarquía tiende a la concordia universal, a la armonía de los intereses individuales por medio de generosas y mutuas concesiones; no persigue la lucha de clases para conseguir el predominio de una sola, porque entonces no implicaría la revolución de todos los individuos contra todo lo malo de la sociedad. El proletario mismo, si lograra monopolizar el triunfo y disponer de la fuerza convertiría en burgués, como el burgués adinerado sueña en elevarse a noble. Subsistiría el mismo orden social con el mero cambio de personas: nuevo rebaño con nuevos pastores”. Esto es finalmente lo que sucede con la rebelión de Orwell: el régimen sigue siendo el mismo, sólo han cambiado los cabecillas.

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