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Sobre el Patriarcado.

rominakuncewiczInforme18 de Abril de 2016

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SOBRE EL PATRIARCADO[1]

Veronica Beechey

El concepto de patriarcado ha sido usado dentro de los movimientos de mujeres para analizar los principios que subyacen a la opresión de las mujeres. El concepto en sí mismo no es nuevo. Tiene una historia dentro del pensamiento feminista, y fue usado por feministas tempranas como Virginia Wolf, el Grupo Fabiano de Mujeres y por Vera Brittan, por ejemplo. También ha sido usado por el sociólogo anti marxista, Max Weber. En el intento de hacer una evaluación crítica de alguno de los usos del concepto de patriarcado dentro del discurso feminista contemporáneo, es importante tener en cuenta los tipos de problemas a los que fue aplicado. Políticamente, las feministas desde diferentes posiciones tomaron el concepto de patriarcado en la búsqueda de una explicación que diera cuenta de los sentimientos de opresión y subordinación, y con el deseo de transformar los sentimientos de rebelión en una práctica política y teórica. Teóricamente, el concepto de patriarcado ha sido usado para establecer la cuestión de la base real de la subordinación de las mujeres, y para analizar las formas particulares que asume. De esta manera, la teoría del patriarcado intenta penetrar en las experiencias y manifestaciones particulares de la opresión ejercida sobre las mujeres y formular alguna teoría coherente sobre las bases de la subordinación que las subyace.

El concepto de patriarcado que ha sido desarrollado en los textos feministas no es un concepto sencillo o simple, incluso presenta toda una variedad de significados diferentes. En el nivel más general, ha sido empleado para referirse a la dominación masculina y las relaciones de poder a través de las cuales los hombres dominan a las mujeres (Millet, 1969). A diferencia de las escritoras feministas radicales como Kate Millet, quienes solamente enfocaron el problema del sistema de dominación masculina y de subordinación femenina, las feministas marxistas han intentado analizar la relación entre la subordinación de las mujeres y la organización de distintos modos de producción. De hecho, el concepto de patriarcado ha sido adoptado por las feministas marxistas en un intento por transformar la teoría marxista a fin de que ésta pueda dar cuenta adecuadamente tanto de la subordinación de las mujeres como de las formas de explotación de clase.

El concepto de patriarcado ha sido empleado de distintas formas dentro de la literatura feminista marxista. Para dar algunos ejemplos: Juliet Mitchell (1974) lo usa para referirse a sistemas de parentesco en los cuales los hombres intercambian mujeres, al poder simbólico que tienen los padres dentro de estos sistemas, y a las consecuencias de este poder sobre la “inferiorizada...psicología de las mujeres” (Mitchell, 1974: 402). Heidi Hartmann (1979) ha mantenido el uso feminista radical de patriarcado para referirse al poder masculino sobre las mujeres y ha intentado analizar la interrelación entre éste y la organización del proceso de trabajo capitalista. Eisenstein (1979) define al patriarcado como jerarquía sexual que se manifiesta en el rol de la mujer como madre, como trabajadora doméstica y como consumidora dentro de la familia. Por último, en una serie de trabajos en Women Take Issue (1978) (Las mujeres toman la decisión) se emplea el concepto para referirse especialmente a las relaciones de reproducción que existen dentro de la familia.

Las diferentes concepciones que hay sobre el patriarcado dentro de la teoría feminista contemporánea corresponden, hasta cierto punto, a las distintas tendencias políticas dentro de las políticas feministas. El concepto de patriarcado en Política Sexual y en otros documentos feministas radicales y revolucionarios, surge del intento por analizar la base autónoma de la opresión de las mujeres dentro de todas las formas de sociedad, y de proveer una justificación teórica para la autonomía de las políticas feministas. Las feministas marxistas han intentado analizar no simplemente el “patriarcado”, sino también la relación entre éste y el modo de producción capitalista. Esto se debe a que no creen que la subordinación de las mujeres pueda estar totalmente separada de las demás formas de explotación y opresión que existen dentro de las sociedades capitalistas, por ejemplo, la explotación de clase y el racismo. Sin embargo, las feministas marxistas rechazan las formas en las cuales el marxismo ortodoxo y las organizaciones socialistas han marginado a las mujeres teóricamente y en sus prácticas, y han considerado la opresión de las mujeres simplemente como un simple efecto colateral de la explotación de clase. Resulta claro que el socialismo de ningún modo garantiza la liberación de las mujeres, tal como lo revela la experiencia de las mujeres dentro de sociedades socialistas. Teóricamente, las feministas marxistas se abocan al intento de desentrañar estas complicaciones; políticamente, se hallan comprometidas con el desarrollo de una estrategia feminista socialista que pueda relacionar las luchas de las mujeres con otras luchas políticas. En la práctica, este intento por casar el feminismo a la teoría marxista ha sido difícil, pero es importante recordar que el intento ha surgido a partir de una postura política, que hay feministas que reconocen que en la sociedad actual -este mundo en el que tenemos que vivir y luchar para que cambie- la opresión sobre las mujeres está inextricablemente ligada al orden capitalista, y que por lo tanto, comprender la opresión sobre las mujeres significa necesariamente que debemos comprender al capitalismo también, y a estar comprometidas en la lucha para cambiarlo.

La preocupación de las feministas marxistas por analizar teóricamente la relación entre patriarcado y modo de producción capitalista, y el interés político de las feministas socialistas por explorar las relaciones entre feminismo y formas de lucha de clase, en ningún momento problematiza la autonomía de los movimientos femeninos. Si el feminismo se organiza o no como movimiento autónomo, esto no puede ser deducido de de los argumentos teóricos que se refieren a la naturaleza autónoma de la opresión sobre la mujer. La decisión de organizarse como un movimiento autónomo y en grupos autónomos es una decisión política basada en un análisis político de las formas de lucha de clases y  feminista que existen en condiciones históricas particulares. Por lo tanto, deseo enfatizar que, al identificarme a mí misma con el proyecto marxista feminista, de explorar la relación entre la subordinación de las mujeres y otros aspectos de organización del modo de producción capitalista, yo no estoy cuestionando nuestro derecho a organizarnos políticamente como un movimiento autónomo de mujeres.  

En este trabajo quisiera considerar una variedad de diferentes aproximaciones al análisis del patriarcado. Ninguna de la literatura existente brinda una forma satisfactoria de conceptualizar el patriarcado. Esto nos plantea la cuestión sobre si la búsqueda de una teoría sobre el patriarcado está errada, y si el concepto debería ser abandonado. En esta evaluación, resulta importante enfatizar que dicho concepto ha sido empleado por las feministas en un intento de pensar a través de problemas políticos y teóricos reales. De modo que, si se abandona el concepto, es esencial encontrar alguna otra manera más satisfactoria para conceptualizar la dominación masculina y la subordinación femenina; y para el feminismo marxista, de relacionar esto con la organización del modo de producción como un todo. Hasta que desarrollemos un análisis alternativo semejante, la cuestión de utilidad del concepto de patriarcado para la teoría y políticas feministas permanece abierta.

Dado que el desarrollo de un adecuado análisis marxista feminista de la relación entre la subordinación de la mujer y la organización del modo de producción capitalista resulta tan dificultoso, en este trabajo decidí identificar un número de problemas y formular preguntas desde alguna de la literatura existente que utiliza el concepto de patriarcado. En las conclusiones propongo algunas sugerencias tentativas y exploratorias en cuanto a posibles modos alternativos de pensar el problema.

Feminismo radical y revolucionario

El feminismo radical ha sido extremadamente importante en el desarrollo del análisis de la opresión sobre las mujeres, lo que ha tenido gran influencia entre otras corrientes de teoría feminista (por ejemplo, entre el feminismo revolucionario y el feminismo marxista). En esta parte, discuto aspectos del análisis de Kate Millet sobre el patriarcado en Política Sexual (1969) y las formas más recientes de análisis que han sido desarrolladas desde la teoría radical: el feminismo revolucionario. Por cierto, éstos no son los únicos exponentes del análisis feminista radical y revolucionario. He decidido concentrarme en estos trabajos ya que a partir de su referencia, es posible plantear una serie de problemas cruciales con la teoría del feminismo radical y revolucionario. También discuto brevemente el análisis de Christine Delphy en El enemigo principal (1977) que ha tenido gran influencia sobre los escritos feministas contemporáneos.

Política Sexual de Kate Millet representa, dentro de los movimientos feministas contemporáneos, uno de los primeros intentos teóricos serios que tratan de desentrañar la naturaleza específica de la opresión de las mujeres. Para Millet, el patriarcado se refiere a una sociedad que está organizada de acuerdo con dos principios: (1) que el varón ha de dominar a la mujer; y (2) que el varón mayor ha de dominar al menor. De acuerdo con Millet, estos principios dominan todas las sociedades patriarcales, aún cuando el patriarcado pueda exhibir una variedad de formas en distintas sociedades. Ella se centra en el primero de estos principios, la dominación de las mujeres por los varones, argumentando que esta relación entre los sexos ejemplifica lo que Max Weber llama “Herrschaft”, es decir, una relación de dominación y subordinación. Ella analiza los aspectos políticos de la relación entre los sexos, empleando la noción de “política” en un sentido amplio, tal como ha sido usado dentro del movimiento de liberación de las mujeres para referirse a las relaciones de poder entre hombres y mujeres. Las mujeres son conceptualizadas como grupo minoritario dentro de la sociedad dominante, y las diferencias entre las mujeres son consideradas insignificantes en comparación con las divisiones entre mujeres y varones, apenas una diferencia de “estilo de clase”. La unidad fundamental del patriarcado en el análisis de Millet es la familia, a la que  considera la unidad patriarcal dentro de la totalidad patriarcal. La función de la familia es socializar a los niños dentro de roles, temperamentos u status sexualmente diferenciados, y de mantener a las mujeres en un estado de subordinación.

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