GENERO, DERECHO Y PATRIARCADO
TATIANA_0915 de Noviembre de 2012
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Lectura de Apoyo 1
FEMINISMO, GENERO Y PATRIARCADO
Alda Facio
Introducción
Conceptualmente, las diferencias entre los sexos no implican desigualdad
legal. Es posible concebir a mujeres y hombres como legalmente iguales en su
diferencia mutua. Pero ese no ha sido el caso, al menos en los últimos 5 o 6 mil
años.1 Desde el punto de vista histórico, las diferencias entre los sexos y la
desigualdad legal están estrechamente ligadas. ¿Por qué? Porque la diferencia mutua
entre hombres y mujeres se concibió como la diferencia de las mujeres con respecto
a los hombres cuando los primeros tomaron el poder y se erigieron en el modelo de
lo humano. Desde entonces, la diferencia sexual ha significado desigualdad legal en
perjuicio de las mujeres. Esta desigualdad podría haberse dado en contra del sexo
masculino si el parámetro de lo humano hubiese sido a la inversa. Pero, está
empíricamente probado que la jerarquización se hizo y se hace a favor de los
varones. Es más en todas partes y en la mayoría abrumadora de las culturas
conocidas, las mujeres somos consideradas de alguna manera o en algún grado,
inferiores a los hombres. Cada cultura hace esta evaluación a su manera y en sus
propios términos, a la vez que genera los mecanismos y las justificaciones necesarias
para su mantenimiento y reproducción.
Sin embargo, a pesar de que en cada cultura el grado de inferioridad de las
mujeres con respecto a los hombres y los argumentos para justiciarla pueden ser
distintos, todas las culturas conocidas tienen algunos rasgos comunes. Janet
Saltzman2 ha identificado tres de éstos: 1) una ideología y su expresión en el
lenguaje que explícitamente devalúa a las mujeres dándoles a ellas, a sus roles, sus
labores, sus productos y su entorno social, menos prestigio y/o poder que el que se
le da a los de los hombres; 2) significados negativos atribuidos a las mujeres y sus
actividades a través de hechos simbólicos o mitos (que no siempre se expresan de
forma explícita); y 3) estructuras que excluyen a las mujeres de la participación en, o
el contacto con los espacios de los más altos poderes, o donde se cree que están los
espacios de mayor poder tanto en lo económico y lo político como en lo cultural.
Nosotras agregaríamos una cuarta característica: 4) el pensamiento dicotómico,
jerarquizado y sexualizado, que lo divide todo en cosas o hechos de la naturaleza o
de la cultura, y que al situar al hombre y lo masculino bajo la segunda categoría, y a
la mujer y lo femenino bajo la primera, erige al hombre en parámetro o paradigma
1Ver, por ejemplo, Lerner, Gerda. The Creation of a Patriarchy. Oxford University Press, New York, 1986.
2Saltzman, Janet. Equidad y genero. Ediciones Cátedra, Universitat de Valencia, Instituto de la Mujer, 1992.
de lo humano, al tiempo que justifica la subordinación de las mujeres en función de
sus pretendidos “roles naturales.
La universalidad de la subordinación femenina, el hecho de que exista y que
involucre los ámbitos de la sexualidad, la afectividad, la economia y la política en
todas las sociedades, independientemente de sus grados de complejidad, da cuenta
de que estamos ante algo muy profundo, e historicamente muy enraizado, algo que
no podremos erradicar con un simple reacomodo de algunos roles en lo sexual o
social, ni siquiera con reorganizar por completo las estructuras económicas y
políticas. Instituciones como la familia, el Estado, la educación, las religiones, las
ciencias y el derecho han servido para mantener y reproducir el estatus inferior de
las mujeres.
En particular y por ser el derecho, en definitiva, la materia que nos ocupa en
esta publicación, cabe señalar la importancia que éste tiene en el mantenimiento y
reproducción de un sistema que trivializa la vida y experiencias de la mitad de la
humanidad. La función social del derecho es regular la convivencia de hombres y
mujeres en una sociedad determinada con el fin de promover la realización personal
y colectiva de quienes hacen parte de una comunidad, en paz y armonía. Si ésto es
cierto, cabe decir que el derecho no ha cumplido con esta finalidad. Leyes que
esclavizan a las mujeres, que restringen de diferentes modos de acuerdo a su clase,
etnia, raza, edad, habilidad, etc., sus posibilidades de ser y actuar en el mundo, que
otorgan más poder económico, político y sexual a los hombres, sólo pueden
profundizar una convivencia basada en la violencia y en el temor.
Por ello, repensar el derecho y su función social, es un desafío que va más
alla de contar con “buenas leyes” o con “buenas resoluciones judiciales” para las
mujeres. Significa hacer de esta disciplina un instrumento transformador que
desplace los actuales modelos sexuales, sociales, económicos y políticos hacia una
convivencia humana basada en la aceptación de la otra persona como una legítima
otra y en la colaboración como resultante de dicho respeto a la diversidad.
El concepto, teorías y perspectivas de género, así como el moderno
entendimiento de lo que conforma el patriarcado o el sistema de dominación
patriarcal son producto de las teorías feministas, es decir, de un conjunto de
saberes, valores y prácticas explicativas de las causas, formas, mecanismos,
justificaciones y expresiones de la subordinación de las mujeres que buscan
transformarla. El género y el concepto de patriarcado, se enriquecen
dinámicamente, en el marco del desarrollo de opciones políticas de transformación
de las relaciones entre los sexos en nuestras sociedades, que plantean los diversos
feminismos. Así, el interés por la “problemática” de género es más que académico.
Involucra un deseo de cambio y la emergencia de un orden social y cultural en el
cual el desarrollo de las potencialidades humanas esté abierto tanto a las mujeres
como a los hombres. Se trata, en definitiva, del cambio de una forma de vida y de
la ideología que la ha sustentado por miles de anos.
Una ideología es un sistema coherente de creencias que orientan a las
personas hacia una manera concreta de entender y valorar el mundo; proporciona
una base para la evaluación de conductas y otros fenómenos sociales; y sugiere
respuestas de comportamiento adecuadas. Una ideología “sexual” sería, entonces,
un sistema de creencias que no sólo explica las relaciones y diferencias entre
hombres y mujeres, sino que toma a uno de los sexos como parámetro de lo
humano. Basándose en este parámetro, el sistema especifica derechos y
responsabilidades, así como restricciones y recompensas, diferentes e
inevitablemente desiguales en perjuicio del sexo que es entendido como diferente
a....el modelo. Además, el sistema justifica las reacciones negativas ante quienes no
se conforman, asegurándose así el mantenimiento del estatus quo.
Es éste el caso de las ideologías patriarcales que no sólo construyen las
diferencias entre hombres y mujeres, sino que las construyen de manera que la
inferioridad de éstas es entendida como biológicamente inherente o natural.
Aunque las diversas ideologías patriarcales construyen las diferencias entre los sexos
de manera distinta, en realidad este tipo de ideologías sólo varían en el grado en
que legitiman la desventaja femenina y en el número de personas que comparten un
consenso sobre ellas.
Las ideologías patriarcales no sólo afectan a las mujeres al ubicarlas en un
plano de inferioridad en la mayoría de los ámbitos de la vida, sino que restringen y
limitan también a los hombres, a pesar de su estatus de privilegio. En efecto, al
asignar a las mujeres un conjunto de características, comportamientos y roles
“propios de su sexo”, los hombres quedan obligados a prescindir de estos roles,
comportamientos y características y a tensar al máximo sus diferencias con ellas.
Como dice Marcela Lagarde, de seguir por esta senda ideológica: la dominación
patriarcal se agudizará y se ampliará la brecha entre mujeres y hombres, aumentarán
la feminización de la pobreza, la marginación de las mujeres, el femicidio (individual
o tumultuario). Aumentará también la disputa patriarcal entre los hombres, crecerá
la expropiación de millones de ellos realizada por cada vez menos hombres y sus
poderosos mecanismos e instituciones, y con el neoliberalismo se agudizarán el
machismo y la violencia de unos hombres contra otros.
Si no enfrentamos con eficacia y efectividad el sentido patriarcal de la vida, cada
año y cada día que pasen, en lugar de aminorar, los sexismos se sumarán a otras
formas de dominación nacional, de clase, etnocida. Los sexismos, como hasta
ahora, serán atizados y usados como combustible para los neofacismos, la fobia a
los extranjeros, a las personas de otras opciones políticas, de otras creencias y
prácticas religiosas o mágicas, sexuales, estéticas. La fobia a los otros, a las otras, se
reproduce por el fomento de la desidentificación entre personas
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