Trabajo de investigación: Ruptura del canon con Norah Lange
MeliedgarTrabajo27 de Mayo de 2017
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Trabajo de investigación: Ruptura del canon con Norah Lange
“En esa época me hallaba convencida de que las mujeres debían de ser muy débiles, físicamente, y que una especie de languidez, una perpetua convalecencia constituía la característica de la verdadera feminidad”
(Norah, Lange., Cuadernos de infancia, Buenos Aires, Losada, 2014)
El siguiente trabajo expone el quiebre que realiza Norah Lange, con el canon que sofocaba a la mujer escritora a comienzos de siglo XX.
Para ello, se utilizarán las obras ”Cuadernos de infancia” (1937), y “Voz de la vida” (1927); dos obras que desafiaron las normas literarias contemporáneas escritas por Lange, ya que en esa època no era común que la mujer dedicara su vida a la escritura.
Primeramente, se realizará una síntesis de la vida de la autora, haciendo referencia a el contexto de producción de las obras y luego, se pasará al desarrollo del trabajo, empleando distintos autores como: Delfina Muschieti, poeta, crítica, traductora y Profesora en la U.B.A, en su ensayo” Traducir el género en los géneros”; también se empleará a la autora Sylvia Molloy, en su ensayo” Una tal Norah Lange”; Nora Dominguez y “Los rostros de Norah Lange”, Susana Scramin en” Norah, Macedonio y los giros de la autobiografía”, Norah Lange y Oswald de Andrade,”Infancia e historia en América Latina”, por Susana Scramim; además se citara a Ramon Doll, en “Revista Nosotros”.
El trabajo de investigación culminará con una síntesis.
Introducción.
Norah Lange fue hija de padres noruegos, Gunnar Anfin Lange y Berta Erfjord. El padre trabajó como ingeniero para la construcción de ferrocarriles y como jefe de la sección de topografía en el Museo de La Plata. También fue responsable de la cartografía de los límites entre la Argentina y Chile a finales de 1800. Por sus logros en el desarrollo de mediciones topográficas, recibió el Orden de Olav en 1909. Permaneció en la Argentina y se casó con Berta Erfjord; Norah es una de los seis hijos del matrimonio.
Conocida, en los años 1920 y 1930, por ser una estupenda escritora y poetisa de vanguardia, junto con el escritor Oliverio Girondo, con quien se casó en 1943.
Publicó desde muy joven tres colecciones de poesía y otras ocho obras, la mayoría cuentos. También recibió varios premios por su trabajo. Vivió en Buenos Aires toda su vida y viajó muchas veces a Noruega para visitar su familia. Murió en Buenos Aires en 1972.
En 1937 publicó su libro” Cuadernos de infancia”, que le permitió ganar el Primer Premio Municipal en prosa por unanimidad, el Tercer Premio Nacional de Literatura, y en 1959 recibió el Premio de Honor de la SADE.
Desarrollo.
Para explicar la ruptura del canon que realiza la autora con su libro “Cuadernos de infancia”, se debe recordar el contexto de inserción de la autora dentro del mundo literario de la época y en particular dentro de las vanguardias argentinas.
Al respecto, Delfina Muschietti, poeta, crítica, traductora y profesora de la Universidad de Buenos Aires, analiza textos escritos por mujeres durante el período 1916-1930 en Argentina y toma en cuenta la emergencia de la mujer como nuevo sujeto social que comienza a disputar un nuevo espacio de inserción en la sociedad. En este período, las transformaciones económico sociales producen fenómenos de mercado que tienen gran incidencia en el campo de la cultura: auge editorial, periodismo, profesionalización del escritor y de la crítica literaria, circulación de revistas literarias, de folletines, del tango y la canción popular en ediciones discográficas (…). Se percibe no sólo una profunda transformación sino también una crisis de valores que las instituciones intentan controlar, particularmente en relación con el rol de la mujer en la sociedad.
La autora, al provenir de una numerosa familia, de clase media alta con tierras, mucamas, peones e institutrices, vive su libertad en un mundo de restricciones como correspondía a una joven perteneciente a esa clase social.
La casa paterna de la calle Tronador, donde paso sus años de juventud, era un espacio abierto a las tertulias literarias y a los Happening martinfierristas. Las muchachas podían tener amigos o frecuentar jóvenes del otro sexo pero todo se desenvolvía bajo la mirada escrutadora de los padres y sus estrictas normas morales. Los territorios peligrosos, como la sexualidad, eran filtrados por medio de la literatura y las reglas que imponían las costumbres aceptadas.
La familia y su entorno íntimo fueron los primeros lectores de los poemas que escribía la joven, lo que hacía que la autora adoptara una actitud de autocensura que consistía en alejar y eliminar los sentimientos peligrosos privando sus primeros escritos de libertad sentimental y erótica.
Lange ingresa al campo literario, sujeto a la voluntad y vigilancia masculina; lo cual implica ciertos límites y una forma de legitimación controlada. Ser mujer, y escribir en este periodo, constituía algo así como una paradoja, o cuando menos una anomalía. La autora era aceptada como tal en la medida en que parecía un hombre, por lo que tenía de masculino el hecho mismo de escribir. Algunas autoras incluso “aceptaron” las reglas del juego y lograron un reconocimiento de su obra sin revelar su condición de mujer, adoptando una figura travestida de autor que presenta variaciones según el caso.
La voz que introduce los versos de Norah, vale decir aquella que los precede y les otorga legitimidad, proviene de un hombre: Jorge Luis Borges; quién prologo su primer libro “La calle de la tarde”. El mismo que escribió una reseña a la obra de Nydia Lamarque, donde menciona que a las muchachas les está destinado el sentimiento, y a los muchachos el verso pensativo. De este modo, la mujer que escribe no sólo tiene que hacer valer su producción sino también hacer explícita su condición de mujer en términos de una cierta feminidad que se espera de ella.
Sin embargo en la década de los años 20 se ofrece un atractivo particular para la historia de la mujer, por ser un momento en que la identidad femenina se convierte en un tema de amplia discusión. Además de ser objeto de estudio, la mujer, en estos años, se vuelve sujeto activo y productora de un discurso propio. Esta productividad trae consecuencias de especial importancia, pues la escritura femenina pone énfasis en la identidad de la mujer como respuesta a la narrativa masculina presente. Ahora bien, la idea de lenguaje femenino se encuentra tanto en el discurso dominante-masculino como en el de las propias mujeres, solo que con valencias distintas. La narrativa femenina empieza por cuestionar las bases del logo dominante, indagando la validez de los discursos heredados y la lógica del mundo masculino.
Al comienzo de su carrera como escritora Lange desenvuelve la subjetividad femenina a través de un yo poético que se ajusta a las pautas establecidas para la escritura de las mujeres, entre las cuales figura la deserotización del texto literario. Pero progresivamente va subvirtiendo dichas pautas a partir de la intensificación del deseo y de la construcción de personajes que contravienen las regulaciones que la masculinidad ha asignado tradicionalmente a la mujer.
“Cuadernos de infancia”, de Norah Lange publicado en 1937, pertenece a un género establecido, el relato autobiográfico de infancia. En este sentido Adolfo Prieto dice: “la historia de la literatura autobiográfica argentina condensa, en un plano insospechado, la historia de la élite del poder en la Argentina “ por lo tanto, podemos decir con Prieto, que la literatura, hasta principios del siglo XX, es el estricto reflejo de la vida y que, en ese contexto, la autobiografía consiste en un documento histórico, casi un documento didáctico entre Historia y ficción. Las historias individuales reciben su significado de la Historia del país, de sus convulsiones políticas.
Sin embargo a partir de los años 1900, la literatura autobiográfica va a desprenderse de la Historia para concentrarse en la historia particular de los seres, y quedar desconectada de su contexto histórico de producción. Es en este movimiento general, de ficcionalización, de la experiencia interior, donde se inscribe “Cuadernos de infancia”, centrando su atención en la historia de una personalidad singular, desconectada de su contexto histórico, al contrario de las autobiografías de los próceres del XIX. La ruptura con la norma no es sólo sociológica, histórica, sino también estética.
“Cuadernos de infancia” disiente con el género en sus presupuestos más básicos, carece de fechas y de hitos temporales y no menciona sucesos ocurridos fuera del estrecho círculo familiar (salvo una pasajera alusión a la Primera Guerra Mundial), sucesos que permitirían insertar el texto en un contexto histórico.
La narración está suspendida en una intemporalidad desconcertante, como en un amplísimo paréntesis, en donde los deícticos temporales sólo cobran sentido dentro de una cronología personal al lector. No se trata de una recreación atemporal vuelta prestigiosa por el anacronismo deleitoso, ni de la fantasía pastoral que delata la insuficiencia de los tiempos modernos.
El mundo de la niñez de Lange, no es un todo armónico sino una colección de fragmentos dispersos, una reserva de posibilidades dinámicas e inquietantes .Por lo tanto puede leerse en ruptura con respecto
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