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Antecedentes históricos sobre la inserción de la enfermeria en la nefrología en el Perú


Enviado por   •  21 de Agosto de 2023  •  Resúmenes  •  5.444 Palabras (22 Páginas)  •  20 Visitas

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE

TRUJILLO

   

FACULTAD DE ENFERMERÍA

SECCCION DE SEGUNDA ESPECIALIDAD

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CUIDADO ESPECIALIZADO EN ENFERMERIA

           

   DOCENTE           :      

  • ENF. ESP. SANDRA GUERRA MORILLO

    Alumnas           :           

  • HUARAC PACHAS DANICSA MARLENE
  • PAIRAZAMAN VILLALVA ANA LUISA
  • SALAZAR LUCERO IRAYDA MERCEDES
  • MORALES REYES MERCEDES VICTORIA

                Ciclo           :                      

                                          I

TRUJILLO – PERÚ

ANTECEDENTES HISTORICOS SOBRE LA INSERCION DE LA ENFERMERIA EN LA NEFROLOGIA EN EL PERU

LA HEMODIALISIS

Es un procedimiento que permite hacer pasar la sangre anticoagulada por tubos rodeados de una solución lavadora que circula en sentido contrario. En esta forma es posible extraer de la sangre una serie de solutos y catabolitos, que se acumulan en la sangre cuando hay insuficiencia renal. Es posible también extraer substancias que puedan haber sido ingeridas o inyectadas al torrente circulatorio.

En ningún momento hay contacto directo de la sangre con la solución lavadora, ambos líquidos están separados por una membrana semipermeable muy delgada que permite el paso del agua, electrolitos y moléculas pequeñas, no así las moléculas mayores como son las proteínas y los elementos figurados, es decir los hematíes, leucocitos, plaquetas de la sangre. Igualmente impide que gérmenes contenidos en la solución dialítica puedan pasar a la sangre

El 1° de enero de 1953 se incorporó el Dr. George E. Schreiner quien venía muy bien preparado en fisiología

y clínica renal. Regresaba después de haber trabajado en el Departamento de Fisiología Quirúrgica del

Ejército durante la guerra en Corea, integrando el equipo de investigación médica en campaña.

Allí se había comprobado la eficacia de la hemodiálisis en el tratamiento de pacientes con insuficiencia renal

aguda a consecuencia de heridas en combate

En Georgetown organizó el Renal and Electrolite Department, creó el Consultorio externo en donde además de hacer la historia y el examen clínico de los pacientes, nosotros mismo examinábamos la orina con especial énfasis en la observación del sedimento urinario. Discutíamos cada caso, establecíamos la conducta a seguir, pruebas y el tratamiento. Cuando estaba indicado se hacía la Biopsia renal. Nosotros mismos observábamos los especímenes ya teñidos y discutíamos los casos con los patólogos. Se dio gran importancia al balance hidro-salino y aprendimos a manejar el riñón artificial

RIÑÓN ARTIFICIAL ROTATIVO DE KOLF-BRIGHAM

Si bien este procedimiento fue ideado en 1912 por Rowntree, fue el Dr. Willelm Kolff quien en 1943 ideó un Riñón Artificial que él mimo construyó en Kampen, un pequeño pueblo en Holanda, durante la Segunda Guerra Mundial. Con este aparato pudo tratar con éxito a algunos pacientes con insuficiencia renal [1]. Terminada la guerra viajó a Estados Unidos donde siguió ideando nuevos modelos de Riñón artificial y continuó sus investigaciones en órganos artificiales En el hospital de la Universidad de Georgetown teníamos un Riñón Artificial de Kolff-Brigham, modelo rotativo construido en Boston según el modelo original de Kolff, pero empleando en su construcción acero inoxidable y material plástico, bajo la dirección del ingeniero Edward Olsen. El primero de estos nuevos riñones se quedó en Boston y el segundo es el que llegó a Georgetown

Había que comenzar por preparar el tubo de celofán que se usaba como membrana filtrante. Recuerdo que medíamos dos trozos de 10 metros de tubo de celofán (Se producía industrialmente para hacer salchichas) y los enrollábamos sobre unos cilindros de acero inoxidable de unos 10 cm. de diámetro por 30 de largo que poníamos a hervir. Terminado este paso, los enrollábamos en el cilindro rotativo de la máquina. Finalmente conectábamos los extremos a los terminales de unas uniones rotativas.

Mientras tanto ya habíamos preparado la solución dializadora. Teníamos que pesar las sales y completar el volumen de agua. El tanque tenía una capacidad de 100 litros. Se usaba cloruro de sodio, bicarbonato, calcio y glucosa. Todos estos preparativos demoraban un par de horas. Había que disponer de dos unidades de sangre compatible para “cebar” la máquina.

El cilindro de malla de acero, con el tubo de celofán enrollado en espiral, estaba colocado en forma horizontal parcialmente introducido en un tanque de acero que contenía la solución dializadora. Tenía un motor eléctrico que lo hacía rotar. La sangre proveniente de la arteria radial llegaba por un tubo de polietileno a una unión giratoria. Al girar el cilindro, impulsaba a la sangre, que había llenado el tubo de celofán y por el principio de tornillo de Arquímedes, la hacía avanzar de un extremo al otro del tubo. Llegaba, pasando por una segunda unión giratoria, a una bureta de donde era impulsada por una bomba de regreso a una vena del paciente.

Con la intervención de un cirujano vascular se canulaba la arteria radial y una vena del antebrazo y se iniciaba la diálisis. El gran cilindro horizontal al girar hacía bastante ruido ante la mirada de una docena de personas que habían participado en la preparación de la hemodiálisis. La sangre dentro del tubo de celofán, aplanado por la forma como estaba enrollado, se dializaba, al ponerse en contacto con la solución dializadora. El tratamiento duraba unas seis horas, durante las cuales muchos visitantes venían a observar sorprendidos este novedoso procedimiento. Los controles de laboratorio evidenciaban una reducción de las cifras de urea, creatinina y ácido úrico que habían estado elevadas y la normalización de las cifras de electrolitos y el pH de la sangre. La mejoría clínica era evidente.

El 1° de enero de 1954 fui contratado como Médico Asistente . Disponía de una sala de Hospitalización con 12 camas brindada por el Dr. Stiglich y de un Consultorio externo una vez por semana gracias a la gentileza del Dr. Carlos Alberto Seguín

Nos pusimos a trabajar inmediatamente en varios campos. Tuvimos reuniones con el Dr. Vitaliano Manrique, antiguo profesor mío de Bioquímica, Jefe del Laboratorio Clínico del Hospital Obrero para promover el empleo del Espectrofotómetro de llama para la determinación del Sodio y el Potasio y el empleo de Miliequivalentes para expresar las concentraciones de los electrolitos. También nos reunimos con el Dr. Américo Ormeño, Químico Farmacéutico, Jefe del Laboratorio de Farmacia para que preparara las soluciones salinas en el propio Laboratorio de Farmacia del Hospital, expresando su composición en Miliequivalentes por litro, así el “Suero Fisiológico” o solución salina normal al 9 por 1000 llevaba una etiqueta que expresaba que contenía 155 mEq de Sodio y 155 mEq de Cloro por litro. Hicimos también otra innovación: con el decidido apoyo del Dr. Ormeño se inició, en el Hospital Obrero, la fabricación de ampolletas de 10 ml. de cloruro de Sodio que contenían 2 mEq de Na y otro tanto de Cl por mililitro, igualmente fabricaron ampolletas de 10 ml. de Cloruro de Potasio que contenían 2 mEq/ml de K y 2 mEq/ml de Cloro. También Bicarbonato de Sodio 1 mEq/ml. Y todo eso expresado en mEq/ml en las etiquetas correspondientes. Hay que observar que estas ampolletas contenían soluciones concentradas y debían ser diluidas convenientemente para ser usadas. Mantuvimos constantes reuniones con el personal médico en todos los niveles para promover el uso del balance hidrosalino, para lo cual diseñamos hojas de control especiales. Enseñábamos el uso adecuado de las soluciones electrolíticas de reemplazo, insistiendo en el empleo del término de Miliequivalentes. El procedimiento se facilitaba disponiendo tanto de los resultados de los análisis de laboratorio como de las soluciones electrolíticas de reemplazo expresadas en estas nuevas unidades. Las enfermeras también participaron con mucho entusiasmo en todos estos cambios.

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