El uso racional de los antibióticos
JorgeVargas2Ensayo15 de Agosto de 2025
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El uso racional de los antibióticos
Los antibióticos representan uno de los descubrimientos más trascendentes de la medicina moderna. Desde que Alexander Fleming identificó la penicilina en 1928, la humanidad ha contado con un recurso invaluable para combatir infecciones bacterianas que en épocas anteriores resultaban fatales. Gracias a ellos, procedimientos quirúrgicos, trasplantes y tratamientos de enfermedades graves pudieron realizarse con mayores niveles de seguridad. Sin embargo, este éxito ha traído consigo un problema serio: el uso indiscriminado de los antibióticos ha generado un fenómeno conocido como resistencia bacteriana, que actualmente constituye una de las mayores amenazas para la salud pública mundial.
La resistencia bacteriana ocurre cuando las bacterias desarrollan mecanismos para evadir o neutralizar los efectos de los antibióticos. Esto puede suceder por mutaciones genéticas o por la transferencia de genes entre bacterias. Como resultado, infecciones que antes eran fáciles de tratar se vuelven persistentes, difíciles de controlar y con mayor probabilidad de generar complicaciones graves. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que, si no se toman medidas inmediatas, en las próximas décadas podríamos regresar a una “era preantibiótica”, en la cual enfermedades comunes podrían volver a ser mortales.
El uso irracional de los antibióticos se manifiesta de diversas formas. Una de las más frecuentes es la automedicación: muchas personas compran estos fármacos sin prescripción médica o utilizan restos de tratamientos anteriores, lo que conduce a dosis inadecuadas o terapias incompletas. Otra práctica problemática es la prescripción innecesaria por parte de algunos profesionales de la salud, especialmente en casos de infecciones virales como la gripe o el resfriado común, donde los antibióticos no tienen ningún efecto. Además, suspender un tratamiento antes de tiempo, al sentirse mejor, deja bacterias resistentes vivas que pueden multiplicarse y transmitirse.
Para enfrentar este problema, es fundamental promover el uso racional de los antibióticos. Esto implica administrarlos únicamente cuando sean estrictamente necesarios, elegir el fármaco apropiado según el tipo de bacteria, respetar la dosis indicada y completar la duración del tratamiento. A nivel institucional, los hospitales y centros de salud deben implementar programas de vigilancia y control del uso de antimicrobianos. A nivel comunitario, se necesita una educación constante para que la población entienda que no todos los malestares requieren antibióticos y que su consumo irresponsable puede afectar a toda la sociedad.
Por otro lado, también es esencial fomentar la investigación y el desarrollo de nuevos antibióticos y terapias alternativas, ya que las bacterias evolucionan más rápido de lo que la industria farmacéutica produce medicamentos. Sin innovación científica y sin un cambio cultural respecto al uso de estos fármacos, la resistencia bacteriana seguirá expandiéndose.
En conclusión, los antibióticos son una herramienta poderosa, pero su valor depende del uso consciente que se haga de ellos. No se trata solo de proteger la salud individual, sino de cuidar un recurso médico que beneficia a toda la humanidad. El uso racional de los antibióticos no es una opción, sino una responsabilidad colectiva que marcará la diferencia entre un futuro seguro y uno en el que enfermedades hoy tratables vuelvan a ser una amenaza mortal.
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