Anlisis Peliculalobo De Wall Street
andy181920201126 de Abril de 2015
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El lobo de Wall Street está basada en la autobiografía de Jordan Belfort, broker de Wall Street y fundador y principal propietario de la agencia de valores Stratton Oakmont, que, en 1998, fue acusado de fraude de valores, lavado de dinero y manipulación del mercado de valores. Tras colaborar con el FBI, fue condenado a 22 meses de cárcel en una prisión federal y a la obligación de restituir todo lo defraudado a sus víctimas, cantidad que se eleva a los 110,4 millones de dólares. Hasta la fecha, sólo ha devuelto un 10% de esa cifra
Considero positivo que se ponga énfasis en determinados aspectos de lo que ha sucedido (y, probablemente, siga sucediendo) no sólo con los brokers de Wall Street sino, en general, con muchas pautas de actuación de entidades del sistema financiero, que han antepuesto sus ansias de beneficios a corto plazo al desarrollo de una estrategia a largo plazo basada en la satisfacción de las necesidades y expectativas de sus clientes a través de un asesoramiento riguroso.
En un sentido más profundo, conviene desmitificar dos creencias que han demostrado un enorme potencial de ser asumidas sin excesivo sentido crítico
A lo largo de la película, el motivo fundamental por el que Jordan Belfort llega a tener éxito es porque sus clientes piensan que tiene acceso a una información y a un conocimiento de las empresas cuyas acciones se encarga de vender por encima de la que puede tener una persona corriente y que ese mayor conocimiento podía proporcionar ganancias milagrosas si se invertía en ellas. En realidad, ello no era así en absoluto. Simplemente, era un avezado vendedor que percibía comisiones por sus ventas y que optó por “colocar” acciones a destajo para maximizar el importe percibido en concepto de dichas comisiones. Para ello, aplicó técnicas agresivas propias de la venta a distancia a través de un call center en el que llegó a tener más de 1.000 operadores. Simplemente, se trataba de eso. No había más. Nada más. Belfort no realizaba ningún tipo de análisis sobre las empresas cuyas acciones recomendaba. No sabía nada que pudiera permitir elegir con algún tipo de fundamento en qué compañía había que invertir. Nada de nada.
Si preguntáramos entre el público cuál es la forma en que creen que proceden unos profesionales que ofrecen servicios de asesoramiento financiero a sus clientes, la respuesta sería aproximadamente la siguiente: los mismos se encargarían de maximizar los ahorros puestos bajo su custodia, atendiendo a los parámetros de riesgo que los propietarios de esos ahorros están dispuestos a asumir y que habrían quedado meridianamente claros en la relación profesional con dichos agentes. Lo que el personaje de Matthew McConaughey expone no tiene nada que ver con este modelo. Los ingresos de los agentes financieros dependen de que sus clientes acepten realizar nuevas operaciones ya que la realización de esas nuevas operaciones supone comisiones que son, en última instancia, la fuente de ingresos de dichos agentes. Es decir, aunque un cliente tenga invertidos sus ahorros en el activo financiero adecuado y la decisión óptima sea mantener la inversión tal como está, ello no interesa a losbrokers que gestionan el patrimonio de ese cliente. Lo que verdaderamente les interesa es que deshagan la posición e inviertan en un activo financiero diferente porque, con ello, obtienen comisiones por la transacción.
Esta exposición de los hechos no difiere en exceso de lo que sucede en los sistemas financieros de los países más avanzados del mundo. En la medida en que los márgenes de intermediación (entre las operaciones de activo y de pasivo) de las entidades bancarias sufren una tendencia de caída permanente, la única forma para mantener o incrementar la tasa de beneficio es generar comisiones vía operaciones de desintermediación, la mayoría de las entidades bancarias
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