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Análisis Tiempo Modernos


Enviado por   •  6 de Diciembre de 2020  •  Ensayos  •  1.274 Palabras (6 Páginas)  •  280 Visitas

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Tiempos modernos, de Charles Chaplin, se presenta como una película que revela el sentido profundo de la organización capitalista del trabajo. Pero ¿Cómo se relaciona con la actualidad esa película de antigua factura? ¿Qué puede extraerse de ese viejo documento de ficción? A través de un análisis de las primeras escenas de Tiempos modernos, se plantea que la ficción de Chaplin permite desplegar una interrogación crítica sobre algunos rasgos fundamentales de la racionalidad capitalista y de su violencia intrínseca, donde se examina su crítica a la relación entre capitalismo y marginalidad, a la experiencia moderna del tiempo y al sentido de la tecnología del capital, deteniéndonos en estos núcleos de problematización, analizando la crítica del actor a un modo de producción que, centrado en la acumulación privada, engendra un malestar colectivo de múltiples dimensiones.

Tiempos modernos no es, de más está decir, un documental, pero la ficción que presenta no deja de poder ser vinculada, de un modo u otro, con ese género cinematográfico afecto a lo verídico, que no sólo consiste en la representación de la realidad sino acaso en algo más, una especie de desborde crítico que hace surgir, en los espectadores de una obra, algo nuevo, una especie de excedente crítico con respecto a la realidad y su desenvolvimiento naturalizado, una especie de distorsión que, no obstante, logra producir una experiencia de captación. Divertida ironía del capitalismo, la delirante ficción cómica de Chaplin capta con gran fuerza representativa, acaso con mayor potencia evocadora que el realismo, la violenta racionalidad intrínseca a la organización capitalista del trabajo.

Quizá de allí procede, de esa captación, por vía del absurdo y de la comicidad, de la racionalidad capitalista y de la postura de la vida moderna, el interés y la fascinación por la obra general de Chaplin, una obra que encontró en el cine el horizonte discursivo para la problematización del capitalismo y para la revelación de su violencia inmanente. En sí, Chaplin es un receptor alerta de los más secretos mensajes de la época, pues encontró el espacio representacional para denunciar la miseria del mundo y para suscitar en los espectadores, a través del encuentro con su mímica muda y maravillosa, una risa que, en su agitación y en su lucidez, lleva en sí la posibilidad del alumbramiento de una posición crítica con respecto a algunas de las coordenadas fundamentales de la socialidad capitalista.

Sin duda, la película afronta con mayor determinación la configuración de la sociedad capitalista y propone el alumbramiento de sus conflictos endógenos, especialmente el conflicto inherente a la contradicción capital-trabajo, inspirado en el sistema de fabricación en cadena que era dominante en la década de los treinta en Detroit, la norteña ciudad estadounidense emblemática de la industria automotriz y cuna del modelo productivo fordista. Inspirado en esa situación trama el argumento de su película. Desde el interior de lo que Horkheimer llamó la industria cultural, desde las entrañas subvertidas del entretenimiento de masas.

Chaplin lega una obra de humor serio que dirige la mirada hacia su época y que moviliza reflexiones sobre el destino de la sociedad capitalista de hoy. No es extraño que Chaplin haya legado uno de los documentos cinematográficos más potentes contra el capitalismo: la sociedad capitalista y su violencia fue aquello a lo cual Chaplin nunca dejó de interrogar críticamente y satirizar. Al prestar atención en el análisis de las primeras escenas de Tiempos modernos se revela el sentido profundo de la organización capitalista del trabajo, una película que reviste un especial interés para una antropología del capitalismo.

La escena inicial de Tiempos modernos presenta la imagen de un reloj en funcionamiento: el continuo movimiento de la aguja hace nacer en el espectador la sensación del paso del tiempo, de su transcurso regular, obstinado y perseverante y de la posibilidad, siempre inquietante, de su medición. La sombra que la manecilla en movimiento proyecta sobre la carátula del reloj, confiere al cuadro la sensación de una angustiosa persecución. Esta imagen inicial le asigna al reloj un lugar fundamental y su inclusión como escena de apertura evoca el papel central del reloj, de ese instrumento de medición del tiempo, en la modernidad. Chaplin, agudo, recuerda que la vida moderna se ve gobernada en buena medida por ese modesto pero decisivo artilugio que es, al mismo tiempo que un mecanismo de registro y medición del tiempo, un instrumento que ha dado a la empresa humana el latido y ritmo regulares y colectivos de la máquina.

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