Cine Moderno

El autor plantea que no puede ocurrir nada nuevo en una década orientada por una pretendida lucha mundial contra el terrorismo internacional y una lucha patriótica contra el terrorismo nacional. Durante esta última década del s. XX en Colombia, partiendo de la Constitución de 1991, hubo siete años de inversión para el fortalecimiento de la universidad pública, de Colciencias y de los grupos de investigación, en fin hacia muchos ámbitos académicos; pero a principios del último siglo se limitaron los fondos para investigación en Colciencias, se frenaron las inversiones en las universidades públicas. Toda la ganancia que hubiera podido ir a la investigación y a la universidad se fue a una guerra. En mi opinión el autor saca a la luz cómo los fondos de diferentes áreas principalmente la salud y la educación son las que se ven mayormente afectadas, determinando que las entidades de salud del estado deben subsistir financieramente con la venta de servicios y de igual manera en el campo de la educación la falta de reconocimientos e incentivos para docentes en la universidad pública afecta la calidad de la educación. Los comentarios de la revista THE ECONOMIST expresan claramente que gracias a nuestros resultados en las pruebas PISA, se considera que nuestra población no adquiere la educación suficiente quedando en un nivel académico mediocre. Desde otra perspectiva se ve cómo han fracasado los intentos que se han hecho para lograr una reforma efectiva del manejo de estas dos áreas en el país, pretendiendo el gobierno afectar tanto los intereses de quienes desempeñan la labor docente como de la comunidad educativa que, si no es por el movimiento social realizado a nivel nacional por docentes y estudiantes, la pretensión del gobierno se hubiera hecho realidad a través de reglamentaciones y estatutos que afectan la salud y la educación en Colombia.

No se percibe un ideal mundial que movilice los espíritus e invite a que miremos todos juntos hacia algún punto luminoso más allá del acontecer cotidiano, generándose poco a poco nuevas utopías de organización política, social, económica y legal de los Estados, que las universidades todavía siguen callando. Todo esto apunta a señalar que las guerras y el opacamiento de las utopías, fueron dos factores exógenos que agravaron mucho la situación, debilitando la energía de los docentes y estudiantes jóvenes que habrían podido resolverlos con enfoques nuevos, energía suficiente para proponer y presionar cambios en el país. En los años sesenta y setenta esta energía era notoria, se reflejó posteriormente produciendo el fenómeno de la séptima papeleta y propuestas para la nueva Constitución. La incorporación de delegados impulsó los cambios, pero obligaron a aterrizar las utopías sociales y políticas en propuestas concretas de articulado y a defenderlas con argumentos ante partidos tradicionales. Se ve cómo

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