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TEATRO ESPAÑOL A PARTIR DE 1936 (SIGLO XX)


Enviado por   •  27 de Mayo de 2020  •  Apuntes  •  994 Palabras (4 Páginas)  •  274 Visitas

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TEATRO ESPAÑOL A PARTIR DE 1936 (SIGLO XX)

Tras la Guerra Civil (1936-1939) -durante la que se realizó un teatro “de circunstancia”, propagandístico- encontramos un panorama teatral empobrecido: los grandes dramaturgos, Lorca y Valle Inclán, han muerto, y muchos otros, como Alejandro Casona (La dama del alba) o Max Aub, están en el exilio. Una rígida censura condiciona la creación, por lo que los autores evitan los temas susceptibles. A todo ello se unió la pésima situación económica que llevó a los empresarios a asegurar sus ingresos con obras acordes a la demanda pública: la evasión y el entretenimiento.

En el teatro español a partir de 1936 se distinguen las siguientes etapas.

Durante los años 40 predominó la comedia burguesa, basada en la “alta comedia” de Jacinto Benavente. Se tratan temas cotidianos como el matrimonio, el hogar y la familia en personajes que pertenecen a clases acomodadas y urbanas, buscando que el espectador se identifique y se evada de la realidad.

Entre sus autores destacan José María Pemán (El divino impaciente, de gran reconocimiento nacional e internacional), Joaquín Calvo Sotelo (La muralla, un alegato para conciliar a la España dividida y Plaza de Oriente, en defensa de la monarquía, el ejército y la familia) e Ignacio Luca de Tena (¿Dónde vas, Alfonso XII?).

En esta década, en contraposición al teatro de evasión, también destacan Miguel Mihura y Jardiel Poncela, incomprendidos en su época, de gran calidad literaria y muy valorados en la actualidad.

El primero es autor de numerosas comedias de humor desenfadado en las que no falta la crítica social. Sus temas predilectos son lo absurdo de las convencionalismos que impiden al hombre ser feliz. Su obra más importante es Tres sombreros de copa, que se anticipa al teatro europeo del absurdo con situaciones y diálogos ilógicos que rompen con la experiencia y el sentimiento común.

Jardiel Poncela emplea un humor intelectual, disparatado e irónico, basado en lo inverosímil y absurdo para criticar, destacando Eloísa está debajo de un almendro o Los ladrones somos gente honrada.

En los años 50, con la aparición del público universitario y una cierta relajación de la censura surge el teatro social. Se trata de un teatro de compromiso, protesta y denuncia que aborda los problemas de la sociedad de la época: las desigualdades sociales, la injusticia y la falta de humanidad. Entre sus cultivadores destacan:

Buero Vallejo inicia esta etapa con Historia de una escalera (muestra la lucha por la vida de la gente sencilla) y es representante del “posibilismo”, cuya crítica se da a través de símbolos. No rompe con las fórmulas del teatro comercial, sino que las aprovecha para acceder al público y tratar el inconformismo ante un mundo hostil, la búsqueda de la ética y el sentido vital y la lucha por la libertad. Destacan también El tragaluz (sobre la vida en la posguerra) y El concierto de San Ovidio (cuyos personajes son símbolos de los oprimidos).

Alfonso Sastre cultiva un teatro en el que prima el compromiso social sobre la estética, concebido como medio de concienciación, agitación y revolución, y defiende la libertad total del autor para crear. Entre otras temáticas aborda la investigación sobre la condición humana y sus relaciones en sociedad, lo que unido a su actitud hizo que buena parte de sus obras fueran censuradas, representadas solo en el ámbito universitario. Destacan Escuadra hacia la muerte (drama de tono existencialista sobre la mentalidad militarista y la sociedad paralizada por ella), La taberna fantástica (tragedia compleja de personajes marginales) y La mordaza.

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