Tarkovsky: La Otredad En El Espejo

Inmersos en la dinámica de un mundo globalizado que pondera la individualidad y el pragmatismo como instrumentos de “éxito en la vida” pareciera a veces difícil hacer un alto y encontrar un espacio donde tomarse un respiro, observar a distancia y recargar energías sin por ello temer llegar a perder el sitio que hasta ahora hemos alcanzado en la frenética carrera del mundo.

Más aun, si tomamos en cuenta que en la actualidad el promedio de verdadera concentración que dedicamos a una única tarea apenas supera los 10 minutos, parecería complicado creer que estemos dispuestos a aceptar la invitación a sumergirnos en un pozo profundo en busca de una estrella. ¿Para qué?, ¿con qué fin?, ¿cómo reconocerse en este espejo que de entrada pareciera resultarnos tan ajeno?.

El cine de Tarkovski a menudo deja más preguntas abiertas que respuestas concretas. Se plantean temas que van más allá de la realidad cotidiana o lo aparente. Sus personajes no pueden encasillarse como “buenos” o “malos”, -a veces ni siquiera son los verdaderos protagonistas de los hechos filmados-; y sin embargo adquieren toda una gama de matices y sentimientos que los transforma y trasciende, invitándonos a cruzar el puente que nos permita encontrarles y reconocernos en ellos.

Este interés por los más recónditos pasajes del ser humano hace que este cine tome tintes metafísicos donde el tiempo adquiere una nueva perspectiva ya no lineal sino casi podría decirse en espiral que nos transportará a lugares donde cómo nos advertirá nuestro guía Stalker: “la línea recta no siempre es el camino más corto“.

Y efectivamente, en estas siete películas hay varios rodeos, continuas pausas, se transgreden las normas e incluso se ofrenda la vida misma con tal de lograr dar ese paso que nos lleve a poder reconocer nuestro propio reflejo y de esta forma “atrevernos a beber con ellos, dormir con ellos“.

De la misma manera existe el llamado a superar el miedo a lo desconocido, el miedo al señalamiento, a dejar de una vez nuestra zona de confort y atreverse a hablar en voz alta y claramente el resto de nuestros días, el poder ser libres y elevarnos aunque sea por unos breves momentos sin importar la caída, el juicio intransigente o las burlas venideras.

Aquí pareciera que la mayor parte del tiempo no pasa nada, y sin embargo ante nuestros ojos se están gestando las peores tragedias o el mayor de los milagros.

¿Qué requisitos son necesarios para apreciar este cine? Ante todo, abrir la mente, pero aun más importante abrir el corazón, arriesgarse, ir más allá y sobre todo dejar que imágenes y sonidos fluyan hasta adoptar la forma del recipiente final donde queramos guardarles. Puede ser que pronto nos llene o incluso nos desborde, sin embargo la recompensa es grande por parte de una propuesta de cine donde sus personajes son capaces de volar y hablar con los muertos, en otras palabras, trascender la propia naturaleza humana.

Un punto recurrente es la presencia

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