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Actualidad de la relación Estado sindicatos empresarios: derecha y racionalidad empresarial inacabada


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2023  •  Trabajos  •  1.885 Palabras (8 Páginas)  •  23 Visitas

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La inercia proempresarial de los anteriores gobiernos neoliberales priístas dejó la mesa puesta para que el gobierno de Vicente Fox y lo que va del de Felipe Calderón. redondearan y afianzaran un corporativismo franca y explícitamente empresarial y, al mismo tiempo, la derecha le imprimiera su sello a sus relaciones con las clases fundamentales. Los optimistas de la alternancia pensaron que con Fox habría un ataque frontal al corporativismo; nada más ilusorio: el pragmatismo empresarial del presidente y sus allegados, lejos de combatirlo, lo aprovecharon para sus propios fines. Los grupos empresariales que tanto pregonaban la separación de la economía y la política, ocuparon varios escaños y puestos de gobierno, así lo hicieron varios miembros del grupo Monterrey, consentido del presidente Fox. Durante su sexenio, varios regiomontanos vinculados a ese grupo formaron parte de su gabinete: Reyes Tamez Guerra, secretario de Educación; Fernando Canales Clariond, secretario de Economía; Fernando Elizondo Barragán, de Energía, y María Teresa Herrera, de la Reforma Agraria. Por otro lado, a finales del sexenio empresarial, el gobierno ya había sistematizado viejas y nuevas prácticas y métodos para lidiar con la oposición y el conflicto industrial o social.

En lo que va del gobierno de Calderón, los golpes precisos y contundentes al Sindicato Mexicano de Electricistas y a los mineros de Cananea son el resultado del saber hacer acumulado de las derechas -priístas y panistas en el gobierno. En la actualidad, los medios de comunicación, sobre todo las dos principales cadenas televisoras, juegan un papel determinante en el ejercicio del poder a favor de la oligarquía empresarial. Asistíamos al perfeccionamiento de métodos para prevenir, desalentar y desmantelar las identidades sociopolíticas alternativas, I hasta convertirlos en un conjunto de prácticas que destruyen "espacios e identidades colectivas sin el empleo manifiesto de la violencia". A esto había que sumarle la "habilidad para desmantelar la democracia social manteniendo una democracia política cada vez más encerrada en espacios restringidos, cupulares, cernidos por el fraude electoral”. El escaparate de la democratización a cuentagotas oculta la figura de un Estado calculador, con diagramas de bloque para reprimir puntual, pausada y eficazmente, con el auxilio de los medios de comunicación que sirven para legitimar y rutinizar los nuevos tipos de violencia estatal, incruenta pero no por ello menos autoritaria.

Actualidad de la relación Estado-sindicatos-empresarios: derecha y racionalidad empresarial inacabada

Los principales actores que forman parte de la relación sindicatos-empresarios-Esta-do han sufrido algunos cambios. Subsisten los tres sectores que son la base de sendas composiciones sociales y políticas de trabajadores y empresarios. El sector más golpeado ha sido el sector público y de las empresas paraestatales; dentro de ellos, del lado de los sindicatos, resalta el SNTE, todavía en franca y pragmática alianza con el gobierno panista, aunque coqueteando ya descaradamente con el PRI. Otras agrupaciones sindicales importantes son la UNT, que recoge lo que queda del nacionalismo revolucionario de la TD del SUTERM, y que mantienen una cauta cercanía con la izquierda partidaria. Por otro lado, están los sindicatos nacionales de industria y servicios dependientes del gobierno que forman parte del núcleo CT-CTM, los cuales siguen ejerciendo un sindicalismo sin principios, pragmático y de oportunidad, que los lleva a relacionarse utilitariamente con el actual gobierno manteniendo al mismo tiempo su afiliación priísta. En el sector multinacional, destaca la industria automotriz que mantiene un sindicalismo economicista y de "confrontación discreta y corresponsable”, pues si bien sus organizaciones no son tan beligerantes como lo fueron en los años setenta, en la actualidad, cuando es necesario, recurre a la huelga, aunque al mismo tiempo, para mantener sus fuentes de trabajo, negocia y acepta los paros técnicos. Otro sector multinacional es la industria maquiladora con sus sindicatos corporativos, sus contratos de protección y sus trabajadores pasivos, que viven bajo la velada amenaza de que se cierren las fuentes de trabajo cuando la relación costo-be-neficio no le convenga a las empresas. Finalmente, tenemos a las empresas nacionales donde sindicalmente existen tres fuerzas: la de la UNT. la del núcleo CT-CTM y la de los sindicatos blancos de las empresas del grupo Monterrey y del grupo Bimbo; de la misma manera, en ellas predominan tres fuerzas empresariales: la de Carlos Slim y su grupo, la del grupo Monterrey -hoy en decadencia- y la del grupo Bimbo, convertido en el más sólido puntal de la derecha empresarial.

Es importante recalcar que, en algunos sectores del sindicalismo del sector público y de los sindicatos nacionales de industria, todavía operan los criterios patrimonialistas y caciquiles. El corporativismo de Estado que se resiste a la modernización se basa en una relación paternalista que se inicia desde la cúspide gubernamental: la cadena que va del "señor presidente", al partido, a los líderes y que continúa con la simbiótica alianza paternalista de éstos con sus bases. Los criterios de contratación que los sindicatos corporativos tradicionales negocian con las autoridades del sector público, se rigen por criterios político-subjetivos, no se aplican los principios de la racionalidad capitalista como en las industrias multinacionales. El sector público y las paraestatales generaron una ideología directoral sustentada en el nacionalismo, en el corporativismo estatista y en un sindicalismo patrimonialista regido por el parentesco, el compadrazgo, el clientelismo y la fidelidad política al líder y al partido oficial. Sus formas de gestión del trabajo se basan en el incentivo del empleo vitalicio, el escalafón por antigüedad y la complicidad con la corrupción.

Durante el auge del Estado nacionalista interventor, cuando había importantes empresas del sector productivo bajo la administración pública, hubo mezclas importantes donde el taylorismo se combinaba con experimentos interesantes como las comisiones de fábrica en Diesel Nacional, S.A. y la Constructora nacional de carros de ferrocarril, pero esos cambios se interrumpían cuando el director de las empresas era removido de acuerdo a los ritmos de la política del partido de Estado. Esas hibridas ideologías directorales hacían que las empresas fracasaran, pues en el fondo se confrontaba el interés público, regido por criterios políticos, con la necesidad de hacerlas rentables bajo criterios económicos.

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