Carta De Recomendacion
KRISTELL0110 de Diciembre de 2013
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Pitao Cozobi. Mito zapoteco.
La palabra “zapoteco” procede del náhuatl; significa “hombre” o “pueblo del zapote”, como denominaban los mexicas al grupo que formó la civilización en lo que actualmente es el estado de Oaxaca. Pero los zapotecas se denominaban a sí mismos be’nezaa, “el pueblo de las nubes”, pues consideraban que de ellas descendían. Su cultura abarcó un período que va de 500 a.C. a 750 d.C.
La mitología zapoteca narra que hubo un dios llamado Pitao Cozobi, Dios de las Cosechas y del Maíz Tierno; cuyo nombre, literalmente, significa el Dios de la Comida Abundante. Los sacerdotes le dedicaban ceremonias especiales –antes y después de las cosechas- durante las cuales hacían sangrar sus orejas y sus narices, a fin de llenar una urna con sangre, la cual representaba a Pitao Cozobi. La sangre se regaba en las milpas antes de la siembre y después de las cosechas. Al término del ciclo agrícola, el sacerdote principal, daba las gracias al dios por los buenos resultados obtenidos. Se trataba de un rito propiciatorio para lograr una buena recolección de mazorcas.
A Pitao Cozobi se le representaba, antropomórficamente, con un magnífico tocado que llevaba la máscara de un animal con boca de tigre, adornado con plumas de aves fantásticas y mazorcas de maíz. Cozobi simbolizaba al Sol de Occidente; así como Pitao Pexe, el Señor de la Riqueza, representaba el Sol de Oriente; Pitao Zig, el Señor de las Miserias, el Corazón del Monte y Dios de la Tierra, al Sol del Norte; y Pitao Copijcha, el mismísimo Sol, al Sur. La representación material de Cozobi se encuentra en numerosas urnas funerarias, siempre con su tocado de mazorcas y su color blanco, asociado siempre al Occidente.
Pero no sólo Pitao Cozobi fue una deidad agrícola para los zapotecos, también estaban el Dios Murciélago, Señor del Inframundo; y Pitao Cocijo. Éste último dios, Trece Flor, era el encargado de hacer llover sobre las milpas y el patrono del Paraíso, de la Tierra y de los campesinos.
El investigador José Alcina Franch, encontró en la zona de Villa Alta y San Miguel Sola, Oaxaca, un importante dios del maíz conocido con el nombre de Lozucui, que no era otro sino el mismo Cozobi de los valles oaxaqueños.
Sonia Iglesias y Cabrera
Los niveles del universo. Mito tojolabal.
El universo de los indígenas tojolabales de Chiapas está formado por tres niveles; cada uno de ellos cuenta con seres sobrenaturales capaces de interferir en la vida de los seres humanos para causarles daños o procurarles beneficios.
En el primer nivel se encuentra el Cielo, Satk’inal, la hermosa morada de Dios, K’awaltic, de Santa María, Nantik; de K’ak’u, el Sol; y de Jnantik ‘Ixaw, Nuestra Madre Luna.
En el segundo nivel se sitúa la Tierra, llamada Lu’umk’inal, la cual está formada por el Mar, la Tierra Caliente y la Tierra Fría. En la Tierra viven los seres humanos y todos los santos que son la representación de dios. Además de ser los fundadores de los pueblos que existen, los santos ayudan a los humanos y a los animales a tener buena salud. Pero en la Tierra también existen seres malignos que castigan a los que infringen las normas de la comunidad, y cometen faltas; por ejemplo, hay mujer mala que encanta a los hombres con su seducción y los mata.
También se encuentra en la Tierra Nejk’eltzi, el Cadejo, que gusta de aparecérseles a los borrachos por la noche y les produce la terrible enfermedad del “espanto” cuando le ven. En las aguas de los ríos y las lagunas, existe un ser llamado Xinalniha’ malo como él solo.
En el tercer nivel se sitúa el Inframundo, K’ik’nal, Negro, el mundo de la oscuridad, donde vive el maligno Pukuj, conocido también como el Sombrerón, o el Dueño del Monte, cuyos rasgos físicos son parecidos a los de los mestizos, los kaxlanes… En el K’ik’nal viven los muertos, pero que aún se les considera con existencia, son los ‘altzilales, “los que tienen corazón”.
Sonia Iglesias y Cabrera.
El nacimiento del Sol y la Luna. Mito chinanteco.
Pero un día el Chupamirto se distrajo, y la muchacha vio a los niños mientras jugaban. En un principio creyó que eran sus dos hijos, pues María estaba casada con Venado. Cuando volvió a irse al campo les encargó a los tres la tarea de vigilar la casa. Pero los niños se comieron a Venado que dormía tranquilamente en el tapanco. Le sacaron los ojos: el derecho se lo quedó la niña, y el izquierdo el niño. El corazón lo prepararon en caldo, y a la piel de Venado la echaron muchos insectos ponzoñosos. Cuando María regresó, los niños le dijeron que Venado estaba durmiendo en el tapanco que oyera sus ronquidos, que no eran otra cosa que el zumbido de insectos. María se sentó a comer el sabroso caldo que los niños le habían preparado. Como le dio sed, la madre fue a la fuente a tomar agua, y fue entonces cuando los sapos le dijeron que el caldo había sido cocinado con el corazón de Venado. María se dirigió al tapanco y vio a su esposo dormido. Enojada, le arremetió a golpes con un palo diciéndole que era un perezoso; al momento de golpear los insectos ponzoñosos salieron y la picaron. Cuando vio a los niños, les reclamó su nefasta acción, pero ellos le dijeron que Venado no era su papá, y que los tres debían ir al fin del mundo. Así lo hicieron y en el camino pasaron muchas dificultades: vencieron a la Mujer-Diablo en la tarea de sacudir el árbol de la fruta; con una cerbatana destruyeron a dos peñas que tenían la costumbre de comerse a las personas; cruzaron un río vigilado por un águila de dos cabezas que solía devorarse a los hombres, aun cuando el ave raptó a los infantes y los llevó a su nido, del cual escaparon haciendo una cuerda con el ceñidor y con la que ahorcaron al águila y bajaron del alto nido mientras ésta dormía.
Al poco rato a la niña le dio sed, su hermano le dijo que le diese el ojo de Venado, que brillaba como el oro, a cambio de que le dijera dónde podía obtener agua para calmar su sed. La niña le entregó; entonces el niño orinó y escupió siete veces sobre un zacate, lo arrancó y brotó agua. Cuando su hermana se aprestaba a beber, el niño le advirtió que no se bebiese toda, ya que tendría que alcanzar para todo el mundo. La niña no hizo caso y se la bebió toda. Ante el enojo de su hermano, la chica hizo lo mismo con otro zacate, pero el agua que salió estaba llena de lodo y le ensució la cara, es por eso que la Luna tiene manchas en su superficie. Con el ojo de oro de Venado, el niño se convirtió en el Sol, brillante y dorado.
Sonia Iglesias y Cabrera
El Señor Niparaya. Mito pericú.
Los pericúes fueron una etnia que habitó el sur de la Península de Baja California, extinguida durante el siglo XVIII. Debido al medio en que vivieron, fueron muy austeros pues vivían solamente de la caza y la recolección. Muchos investigadores afirman que los pericúes fueron los descendientes de los primeros grupos humanos que ingresaron a América desde Asia por el Estrecho de Bering.
Contaban los indios pericúes que en el Cielo reinaba Niparaya, el dios máximo que creó la Tierra, el mar, los animales, la naturaleza y los hombres, por tanto era el Señor del Mar, la Tierra y el Cielo. A este tan magnífico dios no se le podía ver, pues no tenía cuerpo como los seres humanos. Niparaya estaba casado con una hermosa mujer de nombre Anayicoyondi, con la que procreó tres saludables hijos. Uno de ellos recibió el nombre de Quaayayp, héroe cultural que vivió con los indios y les enseñó todo lo necesario para poder vivir en le Tierra. Niparaya era un dios poderoso, bello como el Sol, fuerte como la roca, limpio como el agua de manantial, y sumamente sabio. Como ya está muerto no puede hablar, pero a su lado tiene un tecolote que le platica constantemente.
Niparaya tuvo un poderoso enemigo perverso y de malas artes mágicas que le tenía gran envidia; su nombre fue Waac Tuparán. Con él entabló una feroz lucha y salió vencedor; lo despojó de todas las pitahayas (fruta importantísima en la alimentación pericú) y le arrojó del Cielo en donde vivía en compañía de otros dioses. Al vencerle, Niparaya encerró a Waac Tuparán en una oscura y lúgubre cueva, y creó a las ballenas con el propósito de que lo vigilaran y le impidiesen salir de ella, pues los dioses menores del Cielo no quisieron ayudarle a vigilar a Tuparán por el miedo que le tenían. A esa cueva se dirigen cuando mueren las personas por causa de una flecha. Desde que fuese derrotado este temible enemigo del dios supremo, todo es paz en el Cielo y en la Tierra, salvo por algunos problemas que Niparaya ha tenido con su hijo Quaayayp, quien a veces se muestra desobediente, como todo hijo que se precie.
Sonia Iglesias y Cabrera
Xaratanga, la Diosa de la Luna. Mito purépecha.
Entre los antiguos purépecha, asentados hacia el Occidente de México, existía una diosa llamada Xaratanga, Xaracua o Xaratangua, “la que brilla o alumbra”. Era la Diosa de la Luna, adorada en Jarácuaro, que precisamente significa “el lugar donde está la luna” o “lugar donde se adora a la diosa Xaracua”. En esta población se dice que un cacique sacrificó ochocientos cautivos españoles, para obtener el favor bélico de la diosa, durante una de tantas batallas contra los invasores.
Xaratanga fue la deidad de la vida y la muerte - por lo cual solíasele representar con dos corazones-, la Madre Creadora y Terrenal, a cuyo
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