Cuento Innovación Vegyfrut

VegyFrut, Un cuento de Innovación

A sus 29 años, si algo ha aprendido Carlos Solórzano Gutiérrez, de nacionalidad nicaragüense, es que todo comienzo es difícil, pero es posible cuando se trabaja con esfuerzo. Lo ha vivido en carne propia. Empezó hace seis años un pequeño negocio que facturaba 800 dólares anuales y ahora mueve más de medio millón de dólares en ventas.

El garaje de su casa fue la incubadora de lo que hoy es VegyFrut, S.A., una empresa pionera en el procesamiento y empaque de frutas y verduras frescas. Exporta, emplea a más de 45 personas, ha diversificado su oferta y abastece a dos de las cadenas de supermercados más reconocidas en Nicaragua: Hortifruti de Walmart y PriceSmart. Todo esto en solo seis años de existencia. ¿Cómo lo ha logrado? Acá su historia.

Los recuerdos sobre los momentos difíciles todavía están frescos en la memoria de Carlos. Se aventuró a este negocio en el 2006, cuando tenía 24 años. Finalizó sus estudios universitarios en Costa Rica y un día por casualidad leyó un artículo sobre una convocatoria de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (USAID) para un concurso de planes de negocios llamado “Idea tu Empresa”.

Carlos había realizado un estudio de mercado sobre el negocio de las frutas y vegetales frescos procesados y cortados (listos para ensaladas), y descubrió que tenía una gran oportunidad en el mercado nicaragüense.

A destacar que en Nicaragua, para aquel entonces, la agricultura era muy poco tecnificada y las calidades de cosechas entre invierno y verano variaban mucho, a lo cual Carlos identificó una necesidad de productos frescos y de calidad.

Ante esta problemática, Carlos tenía una idea clara, pero su mayor problema es que no tenía capital. Consecuentemente, en papel, planteó sus ideas empresariales y las envió al certamen, donde finalmente resultó ganador.

A través del este concurso obtuvo un capital semilla de 10,000 dólares. Era insuficiente, pero al menos pudo comprar varios congeladores, empleó a dos ayudantes, acondicionó el garaje de su casa y contactó a varios productores (de los Departamentos de Occidente) para que lo abastecieran con verduras y frutas, que luego procesaba.

El arranque sin duda fue duro para Carlos. Hoy en día, sentado en su amplia y cómoda oficina de gerencia en Managua, controla a través de una pantalla todas las áreas de operaciones de la empresa. En las paredes cuelga los múltiples reconocimientos que ha recibido por su crecimiento. Enmarcado tiene el gran cheque simbólico que recibió cuando ganó el premio de USAID, con el que inició la empresa.

Los Sacrificios Nocturnos

Carlos se levantaba de madrugada para rociar con agua las lechugas, porque al no tener un cuarto frío, el comestible se deshidrataba y las verduras se le quemaban en el congelador.

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