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Economía, PUCP

marwzwTrabajo24 de Junio de 2015

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DEONTOLOGÍA, ÉTICA Y UNIVERSIDAD

Máximo Vega Centeno

Profesor Emérito del Departamento de

Economía, PUCP

A pesar de que a algunos pueda parecer redundante o inútil, puesto que ya tenemos, todos, varios años de recorrido o experiencia universitaria, debemos comenzar por revisar algunas ideas sobre la Universidad Mi propia experiencia, ya bastante larga, me sugiere que aun es necesario reflexionar sobre el significado y exigencias de pertenecer a una universidad, de lo que ha significado la experiencia universitaria así como de las cuestiones que todavía quedan pendientes. Pienso además que esa necesidad es más amplia y urgente por la mayor demanda que genera el crecimiento de la población, ciertamente muy grande y que supera incluso el interés real por estudios superiores.

En primer lugar, la idea generalizada de que la educación de las personas en el país culmina necesariamente con los estudios universitarios, lo cual determina una demanda muy grande, teniendo en cuenta que la población crece, y por otra parte sin consideración alguna sobre el interés y habilidades de los candidatos, como tampoco del interés social de determinados profesionales y de los requerimientos locales. Ni, por supuesto, de los requerimientos para organizar y poner en funcionamiento una universidad. Esto conduce, por ejemplo a pensar, y en el peor de los casos a ejecutar, el discutible proyecto de habilitar una universidad en cada circunscripción que lo solicite o aspire . O, peor aun, que algún político o empresario tome la iniciativa. En esta forma se crean centros de estudios profesionales que abren las puertas a una verdadera invasión de estudiantes cuyo interés y vocación no es necesariamente la que podrían desarrollar o alcanzar en una universidad y a los cuales no se les ofrece algo superior e interesante. Dejando para más adelante lo que son las enormes exigencias de crear y poner en funcionamiento una universidad, debemos señalar ahora lo que implica para las personas, jóvenes típicamente.

El paso de la Secundaria a la Universidad es mucho más que un cambio de institucionalidad. Es un cambio en el tipo y condiciones de participación, ya que el estudiante de secundaria recibe, se le transmite, instrucción y en el mejor de los casos orientación sobre materias de carácter general y debería asimilarlas. En la Universidad, el estudiante debería participar en su aprendizaje mediante lecturas complementarias a las ideas expuestas en clase y por su esfuerzo personal de profundizar y ampliar lo que se propone en clase, es decir el resultado del trabajo del profesor. El rol de profesores y de estudiantes cambia y corresponde a una relación de adultos, no necesariamente coetáneos ni con equivalente experiencia y solvencia científica, pero relación de tipo más horizontal y con apoyos como el uso de Bibliotecas y la discusión con pares y con profesores de otras materias.

Es también un cambio en las relaciones familiares y de afirmación de autonomía en cuanto a decisiones y opciones, lo cual significa un nuevo, y en todo caso, más amplio ejercicio de la libertad y de la responsabilidad. El estudiante universitario deberá actuar permanentemente como un adulto, aun joven, pero, esta vez por criterios, preferencias y convicciones propias, para lo cual necesita elementos nuevos de discernimiento y el apoyo de convicciones propias que, tal vez antes, podía delegar u obtener de terceros y a diferentes títulos.

Otro aspecto que no se debe olvidar es que en otros tiempos se suponía que, al tomar la decisión de ingresar a la universidad, ya estaba decidida la especialidad (por decisión propia o de otros) o bien que éstas, prácticamente no existían o se diferenciaban poco, pero muy pronto se llegó a la conclusión de que, por lo menos para algunas hacían falta ciertos requisitos que globalmente se los reunió como ciclos previos y de hecho, excluyentes Así, eran necesarios cursar dos años en la Facultad de Letras, de acuerdo con el diseño de ésta, para estudiar Derecho, Filosofía o Educación (hay casos notales de errores y también de casos notables de acierto) y similarmente otros dos años e la Facultad de Ciencias, algo más adaptados, y por ello llamados ya de Pre-médicas, para estudiar Medicina, por ejemplo, o también, los de Matemáticas, Física o Geología. Estos cumplían, estrictamente, funciones propedéuticas, necesarias pero no suficientes para el trabajo universitario.

La idea de un ciclo de iniciación universitaria surge, en nuestro país con la creación de los Colegios Universitarios en la ley Universitaria de fines de 1946, ensayo que fue muy pronto abandonado en virtud de la derogatoria de la ley por consideraciones exclusivamente políticas en 1948 y porque no se los había estructurado propiamente. Reaparece en 1969 por disposición de otra ley, esta vez con la denominación de Estudios Generales, en principio, comunes o similares para todas las especialidades que se ofrecían más adelante. Esta vez ya está clara la idea de que todo estudiante universitario debe tener una base humanística y de ciencias básicas, pero su diseño e implementación no siempre ha correspondido al objetivo que debía cumplir, que no era sencillo y por diversas razones. Es más, ha sido permanentemente resistido con el argumento de su pretendida inutilidad y de prolongar el período de estudios antes de lograr un diploma o grado. En este caso se ha reivindicado hasta la exageración el papel propedéutico, sobre todo en lo que toca a las ciencias duras y a las ingenierías, así como a la Economía

Por nuestra parte, pensamos que se trata de una etapa esencialmente formativa en lo que toca a la reflexión y al discernimiento personal, a la expresión correcta e inteligible y a la actitud crítica, en el sentido y positivo de la expresión. En otras palabras, no se trata de ofrecer sólo conocimientos previos o adelantos sobre lo que va a ser la formación profesional estrictamente hablando, sino de ofrecer una base humana e intelectual sólida y abierta para los estudios de especialización.

A diferencia de lo que puede ser la preocupación, legítima, de un centro o de una de escuela técnica de comunicar conocimientos prácticos o de entrenar en su aplicación a quienes lo solicitan o buscan, entendemos que en la universidad se busca formar personas con capacidades específicas que pueden ser más adelante, incluso, desarrolladas o refinadas por quien las adquiere y que permiten, en todo caso, desempeños estables, responsables y adecuados en la sociedad. La formación universitaria implica la creación de capacidad de discernimiento, la consideración permanente de valores y la búsqueda de superar situaciones, así como de afirmar autonomía y asumir responsabilidad personal.

La importancia de esta etapa que como hemos señalado, ya fue reconocida en nuestro país en la ley universitaria de 1946, pero los Colegios Universitarios no llegaron a implementarse por la casi inmediata derogatoria de la ley, como también hemos señalado. La idea se retoma en 1969 en otra ley que esta vez introduce la denominación de Estudios Generales con una duración de cuatro semestres y con la participación de profesores de varios Departamentos Académicos, también creados por esa Ley, como conjunto de profesores una especialidad, y por tanto unos Estudios Generales diseñados con el posible aporte y la posible participación de especialistas en diferentes disciplinas y no sólo los de aquellas directamente ligadas o previas a alguna especialidad.

El proyecto es importante y atractivo, aunque sumamente difícil de implementar por los pies forzados que deja la tradición y por los defectos de la educación secundaria, previa y condicionante que arrastran los candidatos o los nuevos universitarios. La PUCP, que había intentado ese tipo de solución aun antes de darse la ley, ha mantenido y mantiene un esfuerzo que abarca tanto la lista o el menú de cursos que se ofrecen, como las actividades que pueden complementar su función formativa, aunque no ha logrado el funcionamiento de una Escuela o Facultad única de Estudios Generales y mantiene las Secciones de Estudios Generales Ciencias y de Estudios Generales Letras, con características comunes y también con peculiaridades que los diferencian . Han habido esfuerzos incluso notables, pero es evidente que subsistirán problemas y limitaciones mientras no se renueve el aporte de la secundaria y no se supere el afán utilitario de obtener diplomas y aun hacerlo en plazos lo más breves posible. Si no se supera, como es deseable, la rigidez o la excesiva tendencia a convertirlos en ciclos propedéuticos, surgen problema como los que recientemente han planteado dos importantes profesores de la Universidad de París, en el sentido de que los estudiantes que llegan al ciclo de especialización son muy hábiles en resolver problemas matemáticos, aun complejos, pero no lo son para abordar problemas económicos reales, a falta de formación histórica, literaria y aun filosófica. Existen trabajos recientes que refuerzan este tipo de crítica. En nuestra Universidad

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