El CAPM en el mundo real

Partiendo del hecho de que el CAPM se utiliza como un modelo predictivo para calcular la rentabilidad esperada, deberíamos considerar que para ello es necesario contar con todos los datos, tales como, la tasa libre de riesgo, la tasa de rentabilidad del mercado y el famoso coeficiente β de la acción.

Sin embargo, en la práctica solamente se emplean los valores históricos de estas variables, y esto no dice mucho cuando queremos conocer el futuro de la empresa al cien por cien.

Por otro lado, los supuestos en los que se basa el modelo, definitivamente no son realistas, ya que existen fallas en el mercado (Burbuja inmobiliaria de octubre del 2007), además, tampoco existe una tasa de cero riesgo o tasa libre de riesgo en los mercados.

Tal vez, podríamos tomar el rendimiento de los bonos de Alemania o EEUU como inversiones con tasa libre de riesgo, pero no podemos decir lo mismo del resto de países, porque, en la práctica, la rentabilidad del mercado es la rentabilidad que se obtiene en invertir en la Bolsa de Valores de un país cualquiera, si tenemos en cuenta que, el cambio porcentual de la rentabilidad de cualquier acción está en función del comportamiento que tenga la rentabilidad del mercado o de los bonos que emite un país, al menos, eso es lo que nos dice el famoso β ( βi=Cov(Ri, Rm)/Var(Rm)).

No obstante, el CAPM propone diversificar las acciones en otros sectores, lo cual es muy lógico si queremos reducir el riesgo, pero aun así el riesgo del mercado persiste, ya que sea la acción que se adquiera de un sector cualquiera, tendrán en común el hecho de que esas empresas operan en el mismo entorno socio-económico (riesgo sistémico), y precisamente, el riesgo del mercado es lo que tenemos en cuenta cuando buscamos rentabilidad, porque al fin y al cabo el riesgo no sistémico lo podemos controlar al asumir que depende más de la gestión de la firma, de la competencia o la aparición de tecnologías disruptivas.

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