El precio de un bien y su utilidad marginal
adfer15Apuntes12 de Agosto de 2014
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Es posible que al leer el título de este artículo te estés preguntando por qué nos hacemos una pregunta tan absurda, ya que nadie iba a querer pagar más por un vaso de agua que por un anillo que tuviera un trozo de diamante; de hecho, hablamos de bienes muy distantes entre sí en cuanto a precio.
Sin embargo, en economía esto no es tan sencillo; la paradoja del valor, o paradoja del agua y los diamantes, ha sido objeto de estudio por parte de los economistas de diferentes ideologías durante más de tres siglos, e incluso sigue siéndolo aún a día de hoy.
Imagina una situación ficticia. Llevas tres horas vagando por el desierto con un calor sofocante y estás sediento. De repente, te encuentras con una tienda que vende diamantes por un euro y botellas de agua por cien euros. ¿Qué comprarías en esa tienda? Posiblemente, aun pensando que el precio de los diamantes es una ganga, comprarías la botella de agua.
En ese momento la botella de agua te ha reportado la utilidad de cubrir una necesidad básica, la sed, que no te satisfarían cien diamantes, y por eso decides pagar cien euros por una botella de agua que no un euro por un diamante. Es por esto por lo que en muchas ocasiones los economistas se hacen esa pregunta, ¿por qué son más caros los diamantes que el agua si el agua es necesaria para sobrevivir, y los diamantes no? Adam Smith lo resumía de manera brillante:
Nada es más útil que el agua; pero ésta no comprará nada; nada de valor puede ser intercambiado por ella. Un diamante, por el contrario, tiene escaso valor de uso; pero una gran cantidad de otros bienes pueden ser frecuentemente intercambiados por este.
El precio de un bien y su utilidad marginal
El valor de un bien no es siempre el mismo. Depende de ciertas circunstancias y del valor que le den los individuos, independientemente de que sea necesario para sobrevivir o no. Y este valor que le damos a las cosas depende de lo abundante y disponible que esté. Por ejemplo, el agua es muy abundante en España, y por eso no es necesario pagar mucho por él. En cambio, será más caro cuando sea un bien escaso.
De la misma manera, el aire está disponible en la atmósfera para todas las personas y seres vivos, y por eso es gratis. Sin embargo, hay situaciones en las que tendremos que pagar por disponer de aire aire. Pensemos en los buzos que descienden al mar o los alpinistas que tienen que subir a una montaña a gran altitud. Se paga por el aire porque es un bien escaso, y por tanto compran tanques de oxígeno.
Al enfrentarse con el problema de qué valor debe atribuirse a un bien, resolveremos de acuerdo con el valor correspondiente al cometido o prioridad de menor interés que atendería si tuviera a su disposición una cantidad abundante de ese bien, que en economía llamamos utilidad marginal, y que decrece a medida que hacemos uso de ese bien.
Si, por ejemplo, disponemos de cinco litros de agua, primero las usaremos para calmar nuestra sed, luego para lavarnos, después para dar de beber a nuestro perro, para regar las plantas y por último para lavar nuestro coche, imaginando que hemos usado un litro para cada acción. Lavar el coche sería la acción que nos reportaría menor utilidad, y por tanto la que damos menor valor.
Sin embargo, es posible que solo podamos disponer de una unidad de diamante, que utilizaremos para dar una gran sorpresa a nuestra pareja, o quien sabe, pedirle matrimonio. En términos de utilidad, será más importante para nosotros regalar un trozo de piedra preciosa que lavar nuestro coche, y por tanto el valor que le damos al diamante es mucho mayor que a cinco litros de agua. Por tanto, el valor relativo de un bien respecto de otro depende del valor que le demos a la última unidad que dispongamos de cada uno de ellos.
¿Por qué ha sido objeto de estudio?
Lo que realmente desconcertaba a algunos economistas
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