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El ser y el existir


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2013  •  Tesis  •  2.148 Palabras (9 Páginas)  •  245 Visitas

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El ser y el existir, así enunciados, como dos conceptos diferentes, hacen referencia a la forma sensible (existencia) y a la forma sustancial (esencia) que acabo de exponer en los capítulos anteriores. Pero el conocimiento no se siente tranquilo, porque repugna los dualismos y busca infatigablemente una realidad única para todas las cosas. ¿Es realmente cierto el dualismo esencia y existencia? Porque se intuye que tiene que haber una unidad profunda y desconocida bajo la apariencia diversa de las cosas. Y, efectivamente, una primera reflexión parece negar tal dualismo.

Si la existencia consiste en la individualidad de cada cosa en su aparecer en el espacio-tiempo, enseguida nos damos cuenta de que el fundamento de esa individualidad, lo que hace identificable su existencia entre todo lo que la rodea, se debe a que todas las demás cosas que la circundan no son de la misma naturaleza que la cosa en cuestión, nos damos cuenta de que el límite entre ella y lo demás lo marca la diferencia entre su naturaleza y las demás naturalezas que la rodean. El libro solitario en el estante aparece rodeado por el estante y por el vacío, que, siendo naturalezas diferentes a la suya, son la causa de que aparezca delimitado e individualizado el libro, es decir, existente. Con ello hemos desembocado en la inesperada sorpresa de que el fundamento del existir radica precisamente en el ser, pues en un hipotético universo de naturaleza homogénea, al desaparecer las fronteras de diferentes formas de ser, quedaría una sola existencia. Así nos vemos abocados a admitir que es la esencia, la forma de ser, lo que determina al existir.

Y siguiendo con este mismo tipo de discurso, si consideramos a continuación el ser, la naturaleza de la cosa material, el resultado es el mismo, pero en sentido contrario. El fundamento de la individualidad del ser de cada cosa, dentro del repertorio de todas las posibles formas de ser, consiste precisamente en que es ese ser, y no los demás, el que ha sido dotado de existencia, de aparición en el espacio-tiempo. Luego hemos desembocado, a su vez, en la inesperada sorpresa de que el fundamento del ser radica precisamente en el existir; que es el existir el que determina cuál la forma del ser entre todas las posibles. Según esto, es el existir el que determina al ser ...... justamente lo mismo de antes, pero a la inversa.

Uniendo los dos juicios anteriores, acabamos en la conclusión de que el ser y el existir se confunden, se justifican mutuamente, que no hay tal dualidad, sino una realidad única. Y sin embargo, una nueva mirada sobre el problema parece, a su vez, desmentirlo.

Ø El fundamento del existir no puede radicar en el ser, porque si así fuera, otra cosa cualquiera que tuviera exactamente la misma forma sustancial que la cosa que consideramos, haría coincidir a las dos en una existencia única, lo cual no es cierto.

Ø Y del mismo modo, el fundamento del ser no radica en el existir, porque si así fuera, las cosas que tienen diferentes existencias deberían poseer todas ellas, sin excepciones, diferentes esencias, lo cual tampoco es cierto. Si los seres clonados tienen la misma forma sustancial, deberían tener una sola existencia, y si tienen existencias diferentes, deberían tener esencias diferentes. Y ninguno de los dos supuestos se produce así en la realidad.

El ser y el existir constituyen un dualismo irreducible en la manifestación de cada cosa singular (esencia o forma sustancial y existencia o forma sensible).

Justamente a esto es a lo que me refería al encabezar este capítulo con “El ser y el existir”, así expuestos, por separado, haciendo clara alusión a dos verdades diferentes y distinguibles la una de la otra. Pero también en dicho encabezado figura el “ser-existir”, escritos seguidos los dos vocablos y con su guión en medio, lo que hace referencia inequívoca a una sola realidad, con lo cual queda claro que la cuestión no está resuelta del todo. ¿Se trata de dos realidades distintas o de una única realidad? La contestación es que no hay necesidad de elegir, no hay contradicción, los dos supuestos son ciertos a la vez, todo depende de la profundidad que le demos a los conceptos del ser y del existir, depende del nivel en el que investiguemos.

Un primer nivel de investigación es el que se deriva de la experiencia, la cual se detiene en lo que los sentidos captan de la cosa y la mente descubre en su intimidad, y entiende que ser es la idea o esencia que diferencia a esa cosa de las demás cualitativamente y la identifica con una determinada naturaleza. Y por otro lado, identifica el existir con la aparición limitada de esa cosa en el espacio-tiempo, que la define cuantitativamente con sus formas físicas. Justamente a esto es a lo que he venido refiriéndome hasta ahora bajo los conceptos de forma sensible (pura física) y forma sustancial o esencia (pura idea), que constituyen un dualismo irreducible.

Pero el conocimiento sigue sin conformarse con este primer nivel porque es un modo demasiado restringido de contemplar la realidad, no es el modo perfecto y último de hacerlo, que será aquel que no se detenga en lo particular y contingente de cada cosa. Si nuestra mirada penetra en el fenómeno en sí mismo y hace abstracción de las formas concretas, si descendemos un escalón más en busca del profundo misterio de la realidad, enseguida nos parece descubrir que, por debajo de las formas particulares que nos revela la experiencia, en el fondo de todo aparece un mismo substrato, el ser, la acción de ser en sí misma, ajena a cualquier forma determinada; el existir, la acción de existir en sí misma, ajena a cualquier aparición concreta. Toda cosa es y existe, todas las cosas son y existen, y ante esta verdad crucial, resulta irrelevante añadir la forma particular y concreta que tienen de ser y el dato estadístico de dónde y cuándo existen.

El milagro ha sido posible porque la mente, aunque se alimenta de la experiencia, es capaz de remontarla con mucho, elaborando verdades complejas y distantes del simple dato experimental. Bajo el epígrafe de “trascendente”, viene agrupándose todo aquello que desborda al puro dato objetivo. Hasta ahora hablábamos del contenido del ser y el existir (cómo es, cuánto existe).

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