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Enviado por   •  18 de Julio de 2013  •  4.076 Palabras (17 Páginas)  •  509 Visitas

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EL HUMANISMO EN EL DEPORTE

Antes de responder a las preguntas al final, lean el siguiente texto.

DEPORTE, HUMANISMO Y NO VIOLENCIA

El deporte debe asumir la tarea no sólo de humanizarse a sí mismo, sino también de contribuir a la humanización de la sociedad. Por eso el humanismo tiene un importante papel que jugar, dando al deporte los fundamentos, principios y valores que le brinden la orientación adecuada para volver a encontrar su sentido, su razón de ser.

En este momento histórico, la tendencia de deshumanización y aumento de la violencia que se advierte en diversas esferas también se observa en el deporte. El deporte es un sistema menor, interdependiente e interrelacionado con el sistema mayor. Este último, en las décadas anteriores, y, como consecuencia de procesos políticos vinculados con el surgimiento del neoliberalismo (desregulación financiera, privatizaciones, globalización financiera, etc.) ha impulsado que los procesos financieros hayan dominado la esfera productiva, a la vez que los mecanismos de redistribución se hayan deteriorado (menor peso de los servicios públicos y mayor efecto de los paraísos fiscales) lo que ha traído aparejado que la desigualdad se haya disparado.

Así pues, el sistema mayor está construido sobre una base violenta, porque unos pocos se han apoderado de los medios de producción y controlan los medios de difusión, por tanto, es un sistema injusto, en el que la riqueza está mal distribuida (los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres: la riqueza se acumula en manos de cada vez menos personas) y las decisiones que afectan al pueblo no se toman para favorecerlo y hacer aumentar el bienestar y la equidad social, sino favorecer a esa minoría que acumula cada vez más riqueza y más poder, aumentando paralelamente el dolor y sufrimiento de la mayoría de la gente y con ello la violencia de todo tipo.

Ante este panorama, el deporte espectáculo y profesional, que estaría en la cúspide de una pirámide, si usáramos esta figura como representación de la importancia que tiene el deporte a nivel social desde el punto de vista económico, político y mediático, y los deportistas que participan en este nivel, estarían deshumanizándose de forma acelerada y siendo objeto de uso por parte de los que lucran con este tipo de actividad: grandes corporaciones comerciales y mediáticas. Pero además, se han convertido en el ejemplo a seguir por millones de niños y jóvenes que siguen sus logros en las redes, los medios televisivos y audiovisuales.

Consecuencia evidente de todos estos fenómenos descritos es el crecimiento de la violencia tanto en el ámbito personal, escolar, familiar, social y, por supuesto, en el deportivo.

El hecho de que hoy, millones de personas de todas las edades, de todas las ciudades... están sintiendo el mismo aislamiento, la misma incomunicación, la misma incertidumbre y la misma desesperanza, nos demuestra que estas dificultades no son problemas personales, sino problemas sociales que los padecemos en forma personal.

La violencia se ha instalado no solo en el poder y en quienes dirigen el destino de los pueblos, sino también en el interior de cada individuo, en las relaciones personales y en los diversos grupos sociales independientemente de su condición cultural ó económica.

La violencia se ha instalado en el pensar y sentir de una sociedad, que peligrosamente observa cómo avanza y se consolida la falsa idea de: “No existe solución al problema de la violencia”.

Es necesario reflexionar personalmente acerca de que “nadie puede sentirse ajeno a este problema”. Es necesario entonces asumir un compromiso real frente a los problemas actuales, reflexionando en qué condiciones internas y externas queremos vivir y decidiendo en qué condiciones quisiéramos seguir viviendo.

Sin caer en el pesimismo, creemos que sí, creemos que las cosas en el corto plazo no van a mejorar, sino todo lo contrario. No obstante, somos optimistas a medio y largo plazo y empezamos a observar algunos síntomas positivos que de convertirse en tendencia, seguro van a cambiar a mejor este desgraciado panorama que hemos dibujado. Está naciendo una sensibilidad que se corresponde con los nuevos tiempos. Es una sensibilidad que capta al mundo como una globalidad y que advierte que las dificultades de las personas en cualquier lugar terminan implicando a otras aunque se encuentren a mucha distancia.

También están surgiendo nuevos criterios de acción al comprenderse la globalidad de muchos problemas, advirtiéndose que la tarea de aquellos que quieren un mundo mejor será efectiva si se la hace crecer desde el medio en el que se tiene alguna influencia. A diferencia de otras épocas llenas de frases huecas con las que se buscaba reconocimiento externo, hoy se empieza a valorar el trabajo humilde y sentido mediante el cual no se pretende agrandar la propia figura sino cambiar uno mismo y ayudar a hacerlo al medio inmediato familiar, laboral y de relación. Los que quieren realmente a la gente no desprecian esa tarea sin estridencias, incomprensible en cambio para cualquier oportunista formado en el antiguo paisaje de los líderes y la masa, paisaje en el que él aprendió a usar a otros para ser catapultado hacia la cúspide social. Cuando alguien comprueba que el individualismo esquizofrénico ya no tiene salida y comunica abiertamente a todos sus conocidos qué es lo que piensa y qué es lo que hace sin el ridículo temor a no ser comprendido; cuando se acerca a otros; cuando se interesa por cada uno y no por una masa anónima; cuando promueve el intercambio de ideas y la realización de trabajos en conjunto; cuando claramente expone la necesidad de multiplicar esa tarea de reconexión en un tejido social destruido por otros; cuando siente que aún la persona más “insignificante” es de superior calidad humana que cualquier desalmado puesto en la cumbre de la coyuntura epocal... cuando sucede todo esto, es porque en el interior de ese alguien comienza a hablar nuevamente el Destino que ha movido a los pueblos en su mejor dirección evolutiva, ese Destino tantas veces torcido y tantas veces olvidado, pero reencontrado siempre en los recodos de la historia. No solamente se vislumbra una nueva sensibilidad, un nuevo modo de acción sino, además, una nueva actitud moral y una nueva disposición táctica frente a la vida. Si se me apurara a precisar lo enunciado más arriba diría que la gente, aunque esto se haya repetido desde hace tres milenios, hoy experimenta novedosamente la necesidad y la verdad moral de tratar a los demás como quisiera ser tratada.

Solo podemos entender el fenómeno de la

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