Impuetos En Refrescos

México es un país con una sociedad grandemente consumidora de diversos productos que van desde lo material a lo comestible siendo los alimentos industrializados de los más consumidos en nuestro país, uno de los tantos problemas que enfrenta México desde 1980 son los altos índices de sobrepeso y obesidad que se han triplicado en México, especialmente entre los adultos, lo que se refleja en las cifras actuales que señalan a 39.05% de la población con sobrepeso y 32.15% con obesidad, equivalente a 7 de cada 10 mexicanos entre 30 y 60 años. Podemos ver que de acuerdo a la OMS, México ocupa actualmente el segundo lugar en obesidad a nivel mundial, después de los Estados Unidos, y el primer lugar en mujeres. Asimismo, de acuerdo a cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el país se encuentra entre los primeros lugares en obesidad infantil a nivel mundial.

Uno de los factores responsables de las altas cifras de sobrepeso y obesidad en nuestro país es el consumo incontrolado y desmedido por parte de la población mexicana de los alimentos chatarra, refrescos y bebidas azucaradas, puesto que en cada hogar mexicano no puede faltar el famoso y apreciado refresco de cola en la hora de la comida, además que se ha hecho una costumbre que en cada fiesta, convivio y reunión familiar no puede prescindir el consumo de botanas y refrescos aumentado el índice de personas con riesgo a sufrir un problema de peso.

Las cifras del país a nivel mundial en obesidad y sobrepeso son realmente alarmantes por ello el gobierno de México se dio a la tarea de buscar un estrategia para combatir los altos índices de obesidad y diabetes con un impuesto a las bebidas azucaradas, una medida que es aplaudida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero que se enfrenta al rechazo de los productores de refrescos. El gravamen, incluido en la iniciativa de reforma fiscal presentada por el presidente Enrique Peña Nieto en septiembre, responde a una situación calificada por Naciones Unidas como de "emergencia nacional" para combatir la epidemia de sobrepeso y obesidad que padece el país para disminuir el consumo y generar recursos para crear alternativas.

El impuesto que se le agregara a las bebidas azucaradas y refrescos es de un peso por cada litro de la bebida que representa entre un 15% y un 20% de su valor actual con la finalidad de reducir el consumo de refresco un 25.8%.

Esta medida federal ha causado una serie de inconformidades y revueltos por parte de las Industrias Azucareras y Alcoholeras, la Industria Refresquera Mexicana y la Unión Nacional de Productores de Caña de Azúcar, entre otros organismos argumentando que de ser aprobada dicha reforma fiscal se verá afectado los niveles más bajos de la población, se frenara el crecimiento económico del país, ya que afectara la cadena productiva de caña de azúcar, fruticultores, proveedores, bebidas saborizadas, trabajadores y tienditas. Asimismo aseguran que generara desempleo e inflación además de puntualizar que la obesidad no se combate con impuestos afirmando que pagarán más los que menos tienen.

De acuerdo con los empresarios, no hay evidencia internacional que haya comprobado la eficacia de un impuesto en el combate a la obesidad destacando que los impuestos aprobados son “desproporcionados, inequitativos, regresivos y discriminatorios”, y sostienen que la industria mexicana de alimentos y bebidas no alcohólicas es una de las más “dinámicas e innovadoras” del país, pues tiene una producción de 124 mil millones de dólares, equivalentes a 4.1% del PIB total, lo que hace de México el noveno productor de alimentos industrializados del mundo y genera 800 mil empleos directos que de ser aprobada dicha reforma fiscal el empleo y el ingreso económico al país se verá gravemente afectado.

En mi opinión El gravar los refrescos con un impuesto puede ser el principio de una buena estrategia de salud

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