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La hipoteca social: una responsabilidad individual y colectiva

ldnitesm25 de Enero de 2015

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Comencemos definiendo hipoteca social. Es una deuda que se tiene principalmente con la sociedad y que se debe a la propiedad privada. Ésta última se define como un poder jurídico completo de un individuo sobre una cosa, de modo que el dueño tiene la completa y absoluta capacidad de hacer lo que crea adecuado con aquello que posee sin limitaciones por parte de alguna influencia. Por lo sujeto a la propiedad nos referimos a bienes útiles; para que sean usados, disfrutados a disposición del dueño.

La propiedad privada es “un derecho natural para el ser humano, el tener para el hombre es tan natural como el caminar o respirar. La propiedad es una consecuencia natural del trabajo y, en particular, de la manera que el ser humano habita el mundo. Es así como se afirma que el ser humano es propietario por naturaleza y, en función de lo que posee, trabaja del mismo modo que trabaja para poseer. Asimismo, el ser humano es cómo construye un mundo humano. Si la propiedad es un asunto tan natural y bueno, es importante cuestionarse ¿por qué entonces grava algo tal, como una deuda social?” (1)

Hoy en día el problema principal que vivimos en la sociedad es que la propiedad privada en lugar de ser una guía hacia la bondad, la humildad y la solidaridad entre nosotros; se ha convertido en el camino hacia la soberbia, el egocentrismo y ese deseo desesperado e infundado de ser “mejor” que los demás; y no porqué sea algo negativo ser mejor; pero si no valorar a quienes nos rodean.

Egoístamente, el ser humano es tan fiel como lo son sus opciones, su respeto llega hasta donde le conviene que éste llegue. Nos olvidamos que “si queremos ser felices, debemos aceptar que nunca será ético utilizar los dones y carismas que hemos recibido sólo para usufructo personal" (2)

En lo personal, dentro de mi empresa me enorgullece el saber que la hipoteca social va más allá de una actitud o un evento. Anteriormente, solía ver mi trabajo como eso, un grupo de horas dedicadas a hacer actividades que me gustan, convivir con gente, disfrutar, aprender etc. Sin embargo no hay mejor aprendizaje que el que se obtiene de los golpes de la vida. De pronto algo cambió en mí y ahora mi "trabajo" ya no sólo es eso. Va mucho más allá. Debido a mi puesto, estoy en contacto directo con alumnos, jóvenes de diferentes edades y estatus sociales. Hoy; más allá de apoyarlos con trámites académicos, siento la responsabilidad social de ser un buen ejemplo para ellos. El escucharlos y saber que existió una razón inicial para que ellos acudieran a mí, compartiéndome parte de su vida me brinda en automático a mí un compromiso con ellos.

El brindar un ejemplo principalmente a quienes nos rodean es más que una simple elección o preferencia. Es nuestra obligación social el dar lo mejor de quienes somos y esforzarnos por cada día regresar un poquito de lo tanto que recibimos diario. En un mundo donde la corrupción, maldad, muerte, robo, secuestro, egoísmo, y crueldad proviene de las cabezas de un país; somos nosotros, los simples “mortales” quienes tenemos la responsabilidad de mostrar la cara opuesta a esto.

"El hombre encuentra su felicidad cuando parte de un principio: nacimos por el amor y para el amor". Este principio es básico y simple. Si queremos ser felices, debemos aceptar que no es y nunca será ético utilizar nuestros dones y virtudes para usufructo personal. El compartir con los demás, el ser empáticos y ser humildes con quienes menos tienen nos hacen vulnerables, y no hay nada más fuerte que una persona que se permite ser vulnerable, alguien que se permita sentir, que sufra con el sufrimiento o el dolor de los demás, que llore con la situación de alguien en desventaja y sociabilice con él. Mucho menos dejamos de ser débiles al hacer algo. Llevar a la práctica nuestros buenos deseos y realmente hacer ese

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