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Lectura De Brics


Enviado por   •  3 de Diciembre de 2014  •  3.304 Palabras (14 Páginas)  •  227 Visitas

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Países BRICS

El denominado grupo BRICS, formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, constituye el grupo de países más adelantados entre los Estados con economías emergentes.

Las cinco naciones, que pertenecen además al G20, tienen en común una gran población, grandes extensiones de territorio, una elevada cantidad de recursos naturales y una fuerte presencia en la economía internacional, con crecimientos importantes de sus PIB, que los hacen especialmente atractivos como destinos de inversión. Estos cinco países reúnen al 43 por ciento de la población mundial y acumulan el 25 por ciento de la riqueza, generando el 56 por ciento del crecimiento económico registrado en el mundo en los últimos años. El comercio entre los países del grupo crece a un ritmo del 28 por ciento anual y es ya de unos 230.000 millones de dólares, con vistas a llegar a 500.000 millones en 2015.

¿Qué son los BRICS?

Si el comercio entre los BRICS, representaba, en el año 2002, una cifra de 21.000 millones de euros, en el año 2012 ya suponía 219.400 millones de euros. Son países que a pesar de la crisis económica presentan unos niveles de crecimiento muy fuertes para el año 2013. Brasil el 3,5% del PIB, Rusia el 3,7%, India el 5,9%, China el 8,2% y Sudáfrica el 2,8%.

Estamos asistiendo al surgimiento de un bloque económico y político de primer orden y, que están empezando a cuestionar el actual orden mundial, con un desplazamiento de los poderes mundiales tradicionales, es decir, están desplazando a Europa y Estados Unidos.

Los BRICS y no sin razón, opinan que las instituciones que rigen el orden económico a nivel mundial, el BM (Banco Mundial), el FMI (Fondo Monetario Internacional) surgidos todos ellos de los acuerdos de Bretton Woods, son organismos que defienden exclusivamente los intereses económicos norteamericanos y de los países industrializados. Ante la falta de cambios en estos organismos internacionales, buscan nuevas formas que reflejen la nueva realidad internacional y para ello plantean dos organismos nuevos:

La creación de un Banco de los BRICS, que en principio contarían con unos fondos iniciales de unos 50.000 millones de dólares, el cual tendría la función de contribuir a las crecientes necesidades de financiación de los países emergentes y en vías de desarrollo, para el logro de infraestructuras básicas que le permitiera desarrollarse. El problema para la creación de este banco, es que la idea no está suficientemente madura, en cuanto donde se situaría su sede y con qué criterios iba a desenvolverse.

La creación de un mecanismo de reservas de monedas extranjeras, al cual se pueda acudir en casos d crisis financieras. Este mecanismo de reservas estaría dotado de unos 100.000 millones

de dólares y conseguiría dar autonomía a los países emergentes, para que pudieran hacer frente a las dificultades de sus balanzas de pago.

Este mecanismo, tendría la misma finalidad, que el creado en el año 2010, llamado Iniciativa Chiang Mai, del que forman parte los países de la Asean (Asociación de Naciones del Sureste Asiático) más China, Japón y Corea del Sur. Este fondo cuenta actualmente con 240.000 millones de dólares.

Los BRICS promueven una estricta observación del derecho internacional, rechazando las políticas que limiten la soberanía de todos Estados. Busca un sistema mundial más equilibrado y justo en las relaciones económicas mundiales y en una reforma del sistema financiero actual, porque consideran que sólo sirven para apuntalar el poder de los Estados Unidos y los países occidentales.

El surgimiento de los BRICS no es una buena noticia para Estados Unidos, pues supone el surgimiento de un nuevo polo de poder, que pone en cuestión el actual orden mundial. Por eso, se están planteando nuevos organismos, que se diferencien de los actuales y que poco a poco vayan consolidándose.

Una de los primeros cuestionamientos que se hacen, es que el dólar deje de ser la moneda de referencia del comercio internacional. En la medida que pueden ellos, comercian con sus propias monedas en sus intercambios, y como representan una parte importante del comercio mundial y mucho más que lo van a ser, ponen en cuestión uno de los bastiones del poder norteamericano: el dólar.

Al mismo tiempo, desarrollan una política internacional alejada de los parámetros habituales de Estados Unidos y de los países occidentales, lo que ya empieza a suponer un cuestionamiento de la hegemonía norteamericana. Esto se ve claramente en el conflicto de Siria, donde la posición de los BRICS, impidiendo una acción directa de Estados Unidos y la OTAN. Esto que sucede con Siria, lo empezaremos a ver en otros conflictos internacionales.

En definitiva, el surgimiento de los BRICS es una buena noticia, si por fin consiguen consolidarse y se crean instituciones internacionales políticas y económicas paralelas a las actuales, dominadas por el mundo occidental. Supondrá un paso más en la decadencia del poder norteamericano y el traslado de las decisiones fuera de las actuales instituciones.

Por eso, es importante saber que significan los BRICS y los países que lo forman. El análisis, que realizo de estos países, se corresponde más bien con sus debilidades medioambientales, sociales y económicas, muy alejado de los datos macroeconómicos y que nos puedan hacer una fotografía más auténtica de su realidad.

En su conjunto, estos países ostentan 25 por ciento del Producto Bruto Mundial, 43 por ciento de la población de todo el planeta, y movilizan 20 por ciento de la inversión en todo el mundo. Además, los cinco países en conjunto juntos poseen el 45 por ciento de la fuerza laboral global; y explican el 15 por ciento del comercio mundial.

Ese resultado está relacionado con diversos factores, los que comprenden las

distancias geográficas, el reducido conocimiento mutuo de los empresarios,

diferencias en los gustos y costumbres, pero también la práctica de adopción de

barreras comerciales, todos ellos temas para investigación futura más detallada.

En todo caso, ello puede explicar en parte por qué la convergencia de intereses

entre esos países en las negociaciones multilaterales ha sido menor do que

esperado.

Algunos analistas hacen referencia frecuente al conjunto de los países BRICS

como probable locomotora del crecimiento mundial en las próximas décadas. El

argumento es por veces entendido como la anticipación de una actuación en

grupo de esos cinco países. Este artigo ha intentado mostrar que para que ello

sea verdad falta todavía un grado mínimo de interacción entre esas economías, y

en moldes distintos de lo que se ha registrado hasta aquí. A lo mejor en el futuro

próximo parece más sensato esperar actuaciones más decisivas por parte de esas

economías en sus respectivas áreas geográficas de influencia.

Eficacia y hospitalidad. Brasil albergó la que se considera una de las mejores Copas del Mundo de fútbol de la historia, pero también acogió hace poco otra importante reunión internacional: la sexta Cumbre de los BRICS, una asamblea de jefes de Estado que tuvo lugar el mes pasado en Fortaleza y Brasilia.

El acrónimo BRICS se acuñó hace años para aludir a un conjunto de países emergentes —Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— cuyas economías se desarrollaron rápidamente durante el cambio de siglo, para después convertirse en importantes motores del crecimiento mundial, sobre todo después de la crisis financiera de 2008 en Norteamérica y Europa.

Al inventarse el acrónimo BRICS, lo que el economista Jim O’Neill quería era llamar la atención sobre las múltiples oportunidades de negocio que ofrecían a los inversores del mundo cinco grandes países que, después de todo, albergan a casi el 20% de la población mundial, han desarrollado sólidos mercados y plataformas de exportación nacionales, y sus economías, según el Fondo Monetario Internacional, pasaron de representar el 5,6% del producto interior bruto mundial al 21,3% en menos de dos décadas.

Los innumerables proyectos de modernización que los BRICS están llevando a cabo y sus planes de mejora de infraestructuras para los próximos años suponen que los inversores seguirán teniendo lucrativas oportunidades (al llegar 2018, solo en Brasil se invertirán más de 400 millones de dólares en instalaciones industriales e hidroeléctricas, puertos, aeropuertos, refinerías, ferrocarriles, autopistas, oleoductos y otras infraestructuras). Por otra parte, en los BRICS, gracias a la incorporación de millones de residentes pobres, antes excluidos del mundo laboral y el consumo, el potencial de expansión de los mercados internos también ofrece magníficas oportunidades.

Todo esto ha provocado análisis positivos y un entorno tan favorable como los pronósticos a largo plazo para los BRICS, a pesar de la lentísima recuperación de los países desarrollados después de la crisis financiera, que está teniendo un efecto negativo en todas las economías.

Los inmovilistas han tratado de desprestigiar a los BRICS

Sin embargo, los BRICS no solo pretenden ofrecer inversiones atractivas. Recuerdo que, cuando el presidente ruso Dmitri Medvédev, el presidente chino Hu Jintao, el primer ministro indio Manmohan Singh y yo nos reunimos en Rusia durante la inauguración de la cumbre de los BRICS en 2009, decidimos partir de una idea que era poco más que un acrónimo y convertirla en un eficaz motor de crecimiento económico, geopolítico y estratégico para nuestros países y nuestros socios regionales. Al mismo tiempo, planteamos un nuevo programa de desarrollo multilateral y de reforma de la gobernanza mundial.

Los Gobiernos de los países que componen los BRICS han acometido iniciativas de integración en África, América Latina y Asia. Han desempeñado un papel clave en la creación del G-20, el primer foro multilateral de relevancia en otorgar un peso equitativo a países del hemisferio Sur. También fueron esenciales para la reforma del viejo orden establecido en Bretton Woods en 1944, cuya incapacidad para afrontar las realidades de las economías contemporáneas constituía realmente una barrera para el progreso del conjunto del mundo (basta decir que en 1944 China avanzaba hacia la guerra civil, India todavía no era un país independiente y casi todo el continente africano estaba colonizado por potencias europeas).

En los últimos años, los partidarios del statu quo internacional se han resistido con obstinación a cualquier iniciativa conducente a reportar equidad al orden económico y político mundial. Han intentado descalificar las iniciativas de los BRICS, aduciendo que la heterogeneidad y artificialidad de esa alianza la hacen poco creíble y que sus integrantes están demasiado lejanos geográficamente y que sus intereses nacionales son contrapuestos. Según esos detractores, esta razón basta para que nada concreto o relevante pueda salir de ese grupo.

Sin embargo, los asistentes a la cumbre de este año —centrada en el crecimiento, la inclusión social y la sostenibilidad— acabaron rechazando categóricamente ese diagnóstico. Demostraron que los países emergentes han dejado atrás su anterior papel, meramente retributivo, para comenzar a mostrarse más activos en el escenario internacional. En la cumbre de este año se tomaron decisiones concretas e innovadoras, que van desde la facilitación del comercio al fomento de la cooperación frente al cibercrimen. Pero la decisión principal fue la creación de un banco de desarrollo con un capital inicial de 50.000 millones de dólares, destinado a financiar proyectos de infraestructuras y a construir plantas industriales sostenibles, y también el desarrollo de un fondo de reserva de 100.000 millones de dólares que ayude a los países a sobrellevar ocasionales crisis de liquidez. Iniciativas como esas consolidan la posición financiera ya de por sí sólida de los países miembros, posibilitando la cooperación en varios sectores, entre ellos el energético, el científico y el tecnológico. La actitud innovadora expresada en la cumbre se extendió a un modelo de gobernanza democrático que adoptarán dos organismos y en el que los cinco países miembros tendrán igual peso: sus presidencias serán rotativas y las decisiones se tomarán por consenso.

Del mismo modo que Sudáfrica incorporó a líderes de otros países africanos a la cumbre anual de los BRICS, celebrada en Durban, la presidenta brasileña Dilma Rousseff, cuya decisión y capacidad negociadora fueron esenciales para lograr avances este año, invitó a Fortaleza a todos los jefes de Estado africanos, poniendo de relieve el compromiso estratégico que Brasil tiene con la integración regional. Además de dirigentes políticos, al acontecimiento asistieron cientos de figuras de los entornos empresariales, social e intelectual.

No me cabe duda de que las decisiones tomadas por los BRICS en Fortaleza, además de ser bastante beneficiosas para los países miembros y sus socios, tendrán un impacto positivo en la propia gobernanza mundial. Las decisiones tomadas este año no son relativas sino creativas, y no van contra ningún grupo, sino que, mostrándose a favor del crecimiento y el desarrollo mundiales, pretenden fomentar una comunidad internacional tan incluyente como equilibrada.

Continuamente hablamos del papel que juega China en África y como su entrada en el continente ha alterado las relaciones que los distintos países tenían con sus antiguas metrópolis y el resto de los estados occidentales.

La relación entre China y África no viene de ahora, ya en las décadas de los 60 y los 70 Mao Zedong quiso exportar su revolución a este continente enviando doctores, expertos en guerrillas y obreros para ayudar en proyectos africanos.

Como sabemos, hoy el interés chino por África subsahariana se centra, exclusivamente, en el aspecto comercial. El gigante asiático es el primer socio comercial de África y el principal inversor directo en el continente. Todo ello con un objetivo bien claro: conseguir los recursos naturales que necesita para mantener el crecimiento de su economía.

La cada vez más fuerte influencia china en África se materializa, desde el año 2000, en el Foro sobre China y África (FOCAC) que tiene como objetivo favorecer la cooperación bilateral.

Se puede afirmar que China fue pionera en romper la hegemonía de las potencias coloniales en África subsahariana pero en la actualidad no está sola. En los últimos años, el resto de los llamados países BRICS, Brasil, República Sudafricana, India, (China) y Rusia, se han unido a ella.

La Quinta Cumbre de los BRICS, que tuvo lugar en la ciudad sudafricana de Durban en marzo de 2013, significó el afianzamiento de esta alianza de estados y una declaración de intenciones: estos países quieren establecer su propio estilo de relaciones con África. Creando, incluso, su propio banco, el Banco de Desarrollo, para contraponerse al poder del Banco Mundial. La próxima reunión tendrá lugar en Rusia en junio de este año y posiblemente supondrá un reforzamiento de este camino. Sin embargo, estos países deben moverse con mucho cuidado porque ya están encontrando mucha oposición de la sociedad civil en diversos puntos del continente.

En los últimos años, Occidente ha sufrido una profunda y prolongada crisis financiera. En contraste, la mayoría de los países africanos han experimentado un rápido crecimiento económico. Ya hemos hablado con anterioridad, en estas misma sección, de que este presenta muchos puntos débiles como el impacto sobre el medio ambiente, la sostenibilidad y la cualidad del mismo.

En este crecimiento económico no cabe duda de que la intervención de los BRICS ha tenido mucho que ver. Ellos han sido capaces de responder a la cada vez mayor demanda de productos básicos por parte de los ciudadanos de África subsahariana (qué mercado africano no está abarrotado de productos chinos o indios, por ejemplo), además de invertir en sectores como la minería o las infraestructuras, entre otros.

Actualmente India es el principal comprador y acaparador de tierra en el continente con la intención de producir alimentos y biocombustibles, principalmente. Brasil y Sudáfrica tienen grandes inversiones por toda África, muchas de ellas en el sector de la minería. Finalmente, Rusia es uno de los principales exportadores de armas al continente, eso sí, por detrás de los Estados Unidos y otros países occidentales.

La mayoría de estas inversiones están en manos de compañías estatales en vez de privadas, como es el caso de las estadounidenses o europeas. El hecho de que las acciones de estas empresas estén determinadas por los planes estratégicos de los países a los que pertenecen presenta un perspectiva totalmente nueva en la lucha por el control del continente y el acaparamiento de sus recursos naturales.

Además, a diferencia de lo que ha sido la práctica de los Estados Unidos y Europa hacía África, los BRICS han optado por no intervenir en los asuntos de política interna de sus clientes y socios. Este aspecto es muy bien recibido por las élites africanas, sobre todo las que tienden a perpetuarse en el poder.

La irrupción de los BRICS en África ha facilitado nuevas fuentes de comercio, inversión, préstamos, ayuda al desarrollo e incluso de armas diferentes a las que tradicionalmente ofrecían los países occidentales y sus instituciones como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. Estos llevan décadas insistiendo en la necesidad de implementar reformas que faciliten el libre mercado y la democracia al más puro estilo occidental. Los BRICS se alejan de estas políticas.

Todo esto está teniendo una primera consecuencia: el concepto de globalización, que normalmente se identifica con patrones occidentales y liderada por el sector privado, está sufriendo una profunda revisión.

Al mismo tiempo, el surgimiento de los BRICS y su cada vez mayor influencia en África está reconfigurando la geopolítica global, dando lugar al surgimiento de un nuevo espacio o región: el Sur, podríamos llamarlo, que cada vez está adquiriendo más autonomía de Occidente, el poder que hasta ahora controlaba e imponía todas las relaciones y políticas mundiales.

Las características que aúnan a esta nueva región es el compartir un pasado dominado por la explotación colonial, la continua intervención de Occidente en sus asuntos internos y economías, la dependencia en el pasado de la Ayuda Oficial al Desarrollo y el actual crecimiento económico.

No cabe duda que los países africanos se están beneficiando de la irrupción de los BRICS en sus vidas ya que, por ejemplo, la creciente demanda de recursos naturales por parte de China e India ha provocado una subida de precios de los mismos o la inversión en infraestructuras, liderada por China, para acceder a las materias primas está sembrando la geografía africana de carreteras, vías de trenes… También es positivo que la política de no interferencia en los asunto locales facilite que los distintos países africanos se sienten más libres para experimentar con nuevas fórmulas económicas, más autóctonas, que no vienen dictadas desde Occidente.

Todo esto está provocando una reorientación de las relaciones económicas de los países africanos desde Occidente hacia el Este y el Sur. Sin embargo, detrás de la retórica de cooperación Sur-Sur o globalización ganadora-ganadora (win-win) se esconden muchas desigualdades e injusticias.

Por ejemplo, como ya es tradición en África, las élites políticas se han mostrado muy hábiles en el aprovechamiento de este nuevo escenario geopolítico y en el terremoto que está provocando en las relaciones internacionales para reforzar sus propios regímenes y autoridad. Los BRICS se han mostrado propensos a colaborar en estos esfuerzos siempre y cuando se les asegurase el acceso continuo a los recursos, la tierra y los mercados. Claro es el caso de China que ayudó al gobierno de Robert Mugabe a monitorizar llamadas e internet antes de las elecciones, tildadas de dudosas, que tuvieron lugar el pasado 31 de julio en Zimbabue.

Estas acciones no nublan los efectos positivos. El crecimiento económico que experimenta África, y en el que los BRICS tienen mucho que decir, está provocando un alargamiento de las clases media y trabajadora de la mayoría de los países del continente. Estos estratos de la población presionan continuamente a sus gobiernos en busca de transparencia y una más justa distribución de la riqueza. Cada vez son más los grupos de la sociedad civil que luchan, por ejemplo, contra la usurpación de tierras, el saqueo de los recursos naturales, la degradación del medio ambiente… y que están poniendo presión en la relación y acuerdos de sus gobiernos con los países BRICS. Hay que tener muy en cuenta estas acciones sociales ya que pueden ayudar a configurar el futuro del continente y el papel que los BRICS pueden jugar en él.

Todo esto, y mucho más, se puede aprender leyendo el libro Rise of the BRICS in Africa: The geopolitics of South-South Relations, escrito por Pádraig Carmody, profesor del Trinity College de Dublín.

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