Liderazgo Transgrsor
tonynoyola4 de Junio de 2013
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Liderazgo Transgresor
El liderazgo según la concepción militar y diplomática
JUAN DAVID ESCOBAR VALENCIA Y ANDRÉS IGNACIO LONDOÑO MESA
“La guerra en su esencia no es una ciencia, pero sí un arte.”
Jomini1
AL AHONDAR EN EL LEGADO de la estrategia militar y diplomática, múltiples veces se llega al hecho de que la guerra no es una ciencia pero sí un arte. No sólo Jomini sino también Sun Tzu y Clausewitz convergen en este planteamiento, lo cual no es gratuito ya que a través de sus observaciones e investigaciones han llegado a la conclusión de que en el diseño estratégico no existen verdades únicas, y que por el contrario, cada solución puede tener múltiples posibilidades que, si bien obedecen a ciertos principios de la estrategia, llevan el sello personal del agente encargado de liderar. Es tan claro este carácter artístico que rodea al líder que el manual de operaciones del ejército de los Estados Unidos así lo acepta cuando afirma: “Comandar es más un arte que una ciencia. En el campo de batalla, es frecuente guiarse por la intuición y el olfato ganados en años de práctica y estudio”.2
El líder cumple el papel análogo del artista frente al lienzo. Cada lienzo en blanco, como tal, no significa nada. Es sólo el artista quien es capaz de convertir ese humilde marco en una obra de gran maestría. Si bien su educación lo ha llevado a adquirir diferentes técnicas, que incluso lo pueden matricular en diversos estilos o movimientos, al final cada uno de sus cuadros se vuelve único e irrepetible, aunque no pueda esconderse el especial carácter y personalidad del autor que lo concibió. Si a este sello único y personal se le agrega un toque de originalidad y genialidad, el artista es capaz de trascender las fronteras de su cultura, para originar así nuevos compromisos o movimientos que a la postre él también liderará.
Las conclusiones y opiniones expresadas en este documento corresponden al autor y están basadas en la libertad de expresión en el ámbito de la Universidad del Aire. No refleja la posición oficial del Gobierno de los EE.UU., del Departamento de Defensa, la de Fuerza Aérea de los EE.UU., o de la Universidad del Aire. Y tampoco del Gobierno de Colombia o alguna de sus dependencias.
Es ese agente lleno de originalidad y genialidad, uno de los descubrimientos más fascinantes detrás del estudio de los conceptos de estrategia. No hay estrategia perfecta sin un líder capaz no sólo de maquinarla de acuerdo con las circunstancias, sino también de lograr el alcance de los objetivos preestablecidos. En otras palabras, detrás de toda gran estrategia hay un gran líder, sin el cual la estrategia no podría existir o al menos llevarse a cabo. El líder debe poder transgredir los límites de su propio universo y las leyes de éste, de una manera tal que logre arrastrar a la mayoría de los que lo rodean a hacer lo mismo. Deleuze, considerado por algunos el filósofo de los filósofos, cuando discute sus conceptos de las máquinas de guerra y aparatos de captura enuncia que el guerrero está animado por una fuerza inmanente que lo impulsa a ser transgresor de todas las leyes sociales trascendentes.3
Si el líder es un artista, la búsqueda de sus elementos determinantes se hace más compleja. En el arte, hallar una verdad única sería idealista. En realidad, muchos de los conceptos emitidos pueden entrar en conflicto o contradicción con otras tendencias. Muchas de las escuelas artísticas tienen como punto de partida la negación de las virtudes de las anteriores. Igual sucedería, entonces, al ahondar en el estudio del liderazgo. Sin embargo, es éste uno de los temas que atrae la atención de este estudio. Debe haber unos principios mínimos que enmarcan a un gran líder que, si bien no son universales, pueden generar la diferencia entre un líder transgresor y uno que no tenga esa capacidad.
Esta inquietud académica no refleja más que la preocupación fundamental que se tiene cuando se pregunta el cómo generar nuevos líderes, qué valores inculcar y qué hace la verdadera diferencia entre un líder transgresor y otro que no es. Los teóricos modernos han intentado resolver este interrogante a través del estudio de los grandes personajes de la administración moderna. Nombres como Bill Gates, Lee Iaccoca, Henry Ford e incluso el “Jonah”4 de Goldratt se han vuelto un referente común a la hora de definir al líder empresarial moderno. Ha sido tan rotunda esta formulación, que estos nombres se han convertido más en un estereotipo de líder formulado científicamente que una ejemplificación de esa verdadera genialidad artística que se esconde detrás de ellos y que los ha hecho convertirse en líderes transgresores.
No es objeto del presente ejercicio el definir cómo puede ser rescatada la genialidad de los gurús de la administración. Por el contrario se pretende recurrir al legado que han dejado grandes líderes de la historia, y que puede ser rescatado valiosamente para la administración. El ejercicio del liderazgo no es una disciplina nueva. En efecto, la administración moderna no ha aprovechado suficientemente las múltiples enseñanzas que pueden haber dejado aquellos líderes encargados de cambiar la historia. Tal legado ha sido dejado en parte de lado debido al hecho de que tales líderes, en su gran mayoría, desarrollaron su carrera en medio de escenarios violentos, enmarcados por grandes derramamientos de sangre. Para muchos de ellos, la guerra era su escenario natural y, por lo tanto, la violencia era sólo un vehículo de consagración. Este factor, que incluso ha afectado el estudio de la estrategia como concepto fundamental, debe ignorarse para entender cómo grandes líderes de la talla de Alejandro, Gengis Khan, Montgomery, MacArthur, Napoleón y Richelieu entre otros, han sido capaces de cambiar la historia de manera radical. Finalmente lo más importante es que superar esta tara deja abierta la puerta para estudiar los aportes al liderazgo, hechos por las tesis de grandes estudiosos de la estrategia como Sun Tzu y Clausewitz, por sólo nombrar algunos.
Antecedentes del liderazgo
En su esencia más primitiva liderar significa dominar. Las manadas de animales premian las agresiones de los más fuertes con la sumisión y obediencia de los más débiles de la manada. Las agrupaciones de lobos son una perfecta muestra de ello, ya que en ellas el dominio visible de un líder, responsabiliza a éste de los movimientos estratégicos, tanto a la hora de la defensa frente a otros depredadores, como a la hora del ataque de las diferentes presas.
El hombre antiguo no escapó a esta realidad. Tal como lo afirma Morin, 5 las primeras sociedades del bosque se caracterizaron por su alta descentralización, pero a su vez por el reconocimiento del líder con base en su carácter exhibicionista a través de la demostración de su enorme agresividad. Tal exhibición histriónica intimidaba a sus compañeros de manada y lo llenaba a la vez de una serie de privilegios que se hacían evidentes a la hora de repartir el botín o de cortejar a las jóvenes hembras. Por su parte, los hombres bajo su dominio no sólo vivían presas del miedo inducido por el sometimiento, sino que su vida permanecía cargada de las tensiones y frustraciones que su condición les dictaba.
Este dominio del hombre no sólo se quedó al interior de las primeras sociedades. El ambiente también fue sometido en parte y a la postre el mayor cerebro del hombre le dio las facultades para imponerse en el más alto lugar de la evolución. El hombre terminó dominando a los demás.
A través de este cuadro evolutivo, el hombre se consolidó en el dominio del entorno y encontró en la guerra el vehículo ideal para el desarrollo de sus cualidades estratégicas y sus actitudes de liderazgo. La guerra no sólo se convirtió en el espacio en el cual el líder afirmaba su dominio sobre sus subordinados sino que también lo afianzaba frente a sus predios. El sometimiento de pueblos fue la constante en los primeros tiempos y fueron esos líderes los encargados de conformar los primeros imperios.
Pero la existencia del líder no depende sólo de la necesidad natural de algunos de dominar a los demás. El pueblo también necesita de ese liderazgo. No todas las personas están preparadas para la responsabilidad que significa el estar al frente, y por lo mismo se sienten más cómodas siguiendo a otras. Este argumento que puede ser radical a primera vista, refleja las diferencias generadas entre las personas debido a los diversos niveles educativos y al hecho de que algunos poseen capacidades que los distinguen de los demás. Aristóteles enuncia con cierta crudeza este concepto cuando dice: “Mandar y ser mandado pertenece a las cosas no sólo necesarias sino provechosas, y aún en ciertas cosas, y directamente desde su origen unos seres se destinan a ser mandados otros a mandar.”6 Si bien este argumento refleja las desigualdades de una época en donde la esclavitud era permitida, es reafirmado por Einstein en un contexto diferente cuando dice: “Sé, claro está, que para alcanzar cualquier objetivo hace falta alguien que piense y que disponga. Un responsable.”7
Según lo anterior, liderar no sólo es ponerse al frente de los demás en un esquema de dominio y sumisión. Liderar significa entonces la capacidad de aglutinar las personas alrededor de un objetivo determinado y ser capaz de que el esfuerzo comunal permita el alcance de ese objetivo. Si se remite a la definición de estrategia de Rattenbach “La estrategia es el arte de hacer que una fuerza concurra para alcanzar las metas de la política”8 o la definición
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