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MULTILATERALISMO EFECTIVO


Enviado por   •  27 de Octubre de 2013  •  976 Palabras (4 Páginas)  •  322 Visitas

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MULTILATERALISMO EFECTIVO

Llego la hora de transformar a Brasil en aquella nación con la que siempre soñamos: una nación soberana, digna, consiente de la en la propia importancia en el escenario internacional… L.I. Lula da Silva, discurso de investidura 01 enero de 2003

Como primera economía latinoamericana; segunda del continente americano y novena del mundo, según el FMI; es una de las democracias más jóvenes de América, pero la más estable y eficiente, de suerte que el Brasil contemporáneo se constituye en el testimonio más persuasivo de que en nuestra América Latina sí se puede ser congruente con las ideas llamadas progresistas, de combatir la pobreza y perseguir la equidad social, haciendo uso del elemental y sabio sentido común, sin necesidad de arrinconar las libertades ni excomulgar la iniciativa privada, así se tilde a veces a su actual gobierno de pragmático, como si para un gobernante fuera ésta una falta y no una virtud.

Hoy, en el inicio de la segunda década del siglo XXI, Brasil es sin duda el ejemplo más elocuente de que sí se puede poner en marcha con esfuerzos propios un programa nacional exitoso de desarrollo económico y progreso del sector productivo, en paralelo con un fundado acato a la búsqueda de alternativas de solución a las necesidades imperantes de ascenso y armonía social con bienestar económico. Brasil lo está logrando, a pesar del capitalismo preponderante en el escenario interno inserto a la globalización, que en su caso ha operado como palanca del desarrollo, la afluencia activa y creciente de capitales y empresas multinacionales al timón, todavía, de una elite vernácula de arraigo ancestral y el influjo inocultable del “imperialismo” a todo lo largo y ancho del proceso emprendido por sus gobernantes.

No caben dudas de que Brasil es el país de la actualidad; que en los últimos diez años la nación carioca se ha convertido en una de las 10 mayores potencias del mundo y que su representatividad internacional es determinante para el futuro del planeta. Y no se debe esto sólo a su enorme riqueza en recursos naturales, sino también a su potencial de producción y talento de gestión económica, de suerte que los estudios financieros de instituciones como el FMI, BID y Banco Mundial tienen a Brasil como una de las cinco mayores potencias a nivel mundial en la década que comienza. La muestra es cómo las grandes empresas de origen brasileño no solo crecen sino que ya son verdaderas multinacionales que se están posicionando entre las mayores del planeta, como lo son Petrobras –sexta empresa del mundo en valor de mercado y muchas otras, que desafían a los líderes tradicionales transnacionales. En este contexto, una apreciación interesante de anotar es que las empresas brasileñas –privadas o estatales– se globalizaron e irrumpieron en el panorama mundial de forma autónoma y por méritos propios. Tomaron sus propias decisiones y estrategias; no hubo cooperación entre empresas del sector industrial, o entre ellas y las instituciones financieras, como sí ocurrió en el caso de España, por ejemplo, como tampoco existió para ellas sostén ni patrocinio del gobierno, como sucedió en el caso de China.

Si el expresidente brasilero, Fernando Henrique Cardoso dio a Brasil un modelo de desarrollo, mientras ejercía su labor presidencial, un periodo presidencial posterior, Luiz Inácio Lula Da Silva, usó aquel legado para situar a Brasil en el estadio de los grandes actores geopolíticos del Siglo XXI. Si bien Cardozo, el gran arquitecto, diseñó los andamiajes estructurales del desarrollo, y Lula, el gran constructor, se ocupó de dar viabilidad a estos y acumular con ellos los dividendos estratégicos para transformar a Brasil en un agente co-condicionador del sistema internacional. Su posicionamiento en los temas Irán, Honduras, Medio Oriente, G20 y OMC, son apenas algunos de los indicadores que dan cuenta de su nueva lógica pública de inserción internacional.

Brasil está cambiando su identidad estratégica por cuanto ha dejado de presentarse al mundo como un mero estado respetuoso del derecho internacional, promotor del multilateralismo, para pasar a mostrarse como un actor dispuesto a ejercer poder y co-condicionar escenarios regionales y globales, al igual que lo han hecho otros grandes jugadores en el pasado luego de haber alcanzado determinados niveles de poder relativo. El multilateralismo propuesto en los 90’s ha cedido paso al multilateralismo efectivo proclamado entre líneas en la Estrategia Nacional de Defensa del año 2008 y en el Proyecto Brasil Tres Tiempos.

Lula entrega a su sucesor, sea cual fuere su bandería política, algunos desafíos estratégicos de cuyo éxito dependerá el carácter estructural o efímero del rol del nuevo Brasil en el sistema internacional. Acelerar el descenso del poder económico, industrial-militar y político-jurídico al hacia el sur del globo, en estrecha cooperación pragmática con India, Sudáfrica, Rusia y China, parece ser, sin lugar a dudas, el primero y de mayor jerarquía estratégica de tales desafíos. En segundo lugar, consolidar su cierre geopolítico de América del Sur a través de la UNASUR, completando el camino iniciado en 1985 y coronado con la incorporación de Guyana y Surinam a su esfera de influencia. En tercer lugar, incrementar sus lazos de interdependencia material en el África Subsahariana a través Petrobras, Vale do Rio Doce y Embrapa, entre otras “transbrasileñas” a fin de consolidar su irredenta bi-continentalidad. África y Sudamérica constituyen sus dos puntos de apoyo para el juego global de Brasil. Aquellos tres desafíos tienen dos puntos de anclaje previos concretos y cuantificables, requieren tanto la consolidación de una matriz industrial competitiva e innovadora que tienda al diferencial tecnológico, como la ampliación de su clase media para trasladar la locomotora del crecimiento económico de las exportaciones netas al consumo interno.

Brasil se encuentra en el camino de la consolidación de un espacio de poder entre los grandes de la historia. Será un desafío para sus socios anticiparse planificando para sí un rol equilibrante y complementario que los haga inmunes de devenir en periferias de un nuevo centro de alcance regional.

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