Microempresas Juveniles

Microempresas juveniles, entre la espada y la pared

Germán Briceño

Redacción La Prensa

San Pedro Sula. Hace más de un año, René Gómez y Miguel Barahona eran miembros activos de las pandillas que asolaban con su violencia las colonias que conforman el sector de la Rivera Hernández. Hoy, luego de un proceso de rehabilitación, luchan por sobrevivir como microempresarios.

Son las 11 de la mañana y las manos de ambos trabajan y miden un pedazo de hierro que pretenden convertir en una ventana. Sin embargo, y pese a su entusiasmo, los dos jóvenes señalan que si no consiguen pronto alguien que los contrate, las posibilidades de seguir con el negocio, que funciona en la casa de uno de ellos, se acabarán. Su suerte y el futuro de sus familias pende del hilo de una oportunidad.

“Créame que si no sale nada de trabajo aquí en la ciudad mejor cerramos y buscamos una nueva oportunidad viajando de forma ilegal a los Estados Unidos. Tenemos necesidades y nuestras familias también y la situación económica no ha estado buena en los últimos días”, expresan.

A primera vista el cierre del proyecto de René y Miguel significaría el desempleo para dos familias más en el país, pero el trasfondo es mucho más complicado, ya que el proyecto de construcción de estructuras metálicas que ambos manejan es uno de los programas insignia de la rehabilitación de pandilleros en la Rivera Hernández.

El abandono no sólo lo sufren René y Miguel. Al otro lado de la ciudad, en Chamelecón, hay un proyecto de vivienda manejado a través de la oficina pastoral social La Santísima Trinidad Chamelecón cuyo representante es el reverendo Thomas Goekler.

“éste es un proyecto en el que participa cualquier tipo de joven, tanto los que están en riesgo social como los que están en proceso de desvinculación de maras, pero el gran obstáculo que tenemos es que en cuatro años no hemos tenido apoyo del gobierno o de la empresa privada y lo que hemos logrado ha sido gracias a la colaboración internacional que canalizamos”.

Las construcciones que han hecho en diversas colonias de Chamelecón ha sido gracias a la ayuda de la fundación Mary Knoll, una sociedad misionera a la que Goekler pertenece.
El reverendo explicó que el principal objetivo de la actividad no se ha podido lograr por falta de apoyo.

“La idea es integrar a los jóvenes para que consigan un trabajo fuera de aquí pero eso no se ha logrado porque los programas de Paz y Convivencia no llegan y el enfoque social que tendría que venir con la llamada Ley antimaras tampoco”.

Pese a los obstáculos, jóvenes como Francisco Ramírez han ayudado con sus propias manos a la construcción de gran parte de las 160 casas que se han edificacdo en los cuatro años que el programa tiene en funcionamiento.

“La gente nos pide ayuda y el único requisito que se les pide es que los niños ingresen a la escuela. Los jóvenes ayudan en la construcción y reciben capacitación y las mujeres también aportan”.

Un estudio realizado en 2002 por la organización Jóvenes Hondureños Adelante, Juntos Avancemos, Jha-ja, permite establecer que en la ciudad existen 14 proyectos de microempresa que corren similar suerte a los desarrollados en la Rivera Hernández y Chamelecón.

“No hay respeto y tampoco credibilidad por parte de las organizaciones del Estado hacia los programas de microempresa en los que trabajan jóvenes desvinculados de pandillas o en riesgo social, a pesar que medios de comunicación internacionales nos han visitado porque somos los más destacados en el país y enfocan el efecto multiplicador de nuestros programas”, concluyó Goekler.

LOS PROYECTOS EN NÚMEROS

El director de la organización Jóvenes Hondureños Adelante, Juntos Avancemos, Jha-Ja, Ermesto Bardales, señaló que los programas ubicados en San Pedro Sula atienden actualmente a por lo menos 600 jóvenes.

“Esa cantidad puede aumentar si se tiene en cuenta a los muchachos que han sido rehabilitados en cada centro y los que son apoyados por sus familias. Considero que unas tres mil personas han pasado por los centros”.

Jha-Ja es un proyecto que lleva ocho años analizando la problemática de los jóvenes pandilleros y para este año su finalidad es rehabilitar y reinsertar no menos de cien jóvenes. Un proceso de rehabilitación dura entre 18 y 24 meses y quienes trabajan con los jóvenes señalan que el 70 por ciento de quienes ingresan se quedan para afrontar varias fases de rehabilitación.

El tratamiento toca aspectos como la conciliación entre la mara y el miembro que se va a desvincular, recreación, conciliación entre el individuo y su familia, la formación de valores y la integración a acciones productivas. Una de las preocupaciones es la de los programas de trabajo. “Vemos con preocupación que a largo plazo el esquema de tratamiento es insostenible y sigue sin profundizarse en la prevención”.

Precisamente, la sociabilización de las políticas de lucha contra las maras es el componente que más ha generado discordia entre grupos como la iglesia, derechos humanos y las ong internacionales.

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. LA PRENSA 2004

El programa apoyo a la microempresa juvenil del EFIP

Desde enero de 1.994 el EFIP apoya la creación y el fortalecimiento de microempresas, conducidas por jóvenes con edades entre los 18 y 35 años y que deseen generar empleo por cuenta propia.

Con este programa se brinda capacitación, asistencia técnica y apoyo financiero para que los jóvenes logren emprender sus propios proyectos económicos. Mediante la ejecución del programa de Apoyo a la Microempresa Juvenil, hemos constatado que existen escasas oportunidades para que jóvenes entre 18 y 35 años de edad, en su mayoría con poca experiencia laboral y dominio de un oficio, logren iniciar experiencias económicas auto-generadas, ya que en el país no existen las instituciones y programas especializadas para apoyar estas iniciativas, que por demás, demandan apoyo sostenido, el cual se expresa en: seguimiento sistemático y permanente para ayudarlos a resolver los inconvenientes que se les presentan en la gestión de sus negocios a nivel administrativo, financiero, técnico, directivo y entre los más importantes aquellos derivados de las relaciones interpersonales, madurez personal y de manejo del grupo humano, así como espacios de intercambio y de relaciones que apunten hacia la generación de saldos organizativos entre microempresas.

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