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Money Ball


Enviado por   •  15 de Mayo de 2015  •  1.859 Palabras (8 Páginas)  •  179 Visitas

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Moneyball: Rompiendo las reglas”está basada en la historia real de Billy Beane (Brad Pitt), una prometedora estrella del béisbol que, incitado por el fracaso de no haber demostrado en el campo todo lo que se esperaba de él, enfocó toda su naturaleza competitiva hacia el área de la dirección de equipos. Al comienzo de la temporada 2002, Billy se enfrenta a una situación deprimente: su modesto equipo, los Oakland Athletics, ha perdido, una vez más, a sus mejores jugadores a manos de los clubes grandes y encima tiene que reconstruirlo con sólo un tercio del presupuesto”. Éste es el comienzo de la sinopsis de esta fabulosa película.

Ante este comienzo puedes pensar, ¿estamos otra vez en la típica peli de gente renegada con un gran líder que les hace triunfar y escribir la historia? ¿Estamos ante una peli de motivación, trabajo duro y valentía? En cierta forma, sí; es una película que usa a renegados, sobre aquellos que no parece que sirvan para mucho y que los coloca en una posición de liderazgo y de respeto nunca antes logrado por el equipo. Pero la esencia de la película, para un economista obsesionado con la estrategia empresarial como yo, no es esa. Moneyball tiene otros ingredientes que la hacen real y fabulosa para ser considerada una referencia en las escuelas de: uno, estadística; dos, en las de negociación y comunicación y tres, en las de estrategia y managament. ¿Por qué? Trataré de explicarme un poco en esta reflexión, sin desvelar muchos detalles para no aguar la fiesta a quien no la haya visto.

Pensemos en un deporte (y puedes sustituir deporte por empresa o industria) de gran tradición, que apasiona a mucha gente, donde hay filias y fobias acerca de los jugadores. Hay fans, audiencia, seguidores y todo tiene mucho de misterio y de pasión (emoción). De la misma forma, hay equipos con mucho dinero y otros relativamente pobres. Fichar “a los mejores” es el sueño de los equipos, pero también son los que “más dinero cuestan”. Hasta aquí no hay novedad, a más demanda, más precio. Ahora bien, ¿obtiene siempre el equipo con más dinero los mejores jugadores? ¿Cómo se define “mejor”?

Si sumásemos los sueldos de los jugadores que componen La Roja, ¿sería el equipo más caro de Europa o del mundo? La respuesta es NO. ¿Tener más dinero no implica poder comprar más talento y, con ello, crear el mejor equipo y ganar? La respuesta, obviamente, es que no, puedes comprar talento y NO ganar. Pero para justificarla solemos utilizar argumentos del tipo: “el fútbol es así”, “es cuestión de suerte”, “una mala tarde la tiene cualquiera”, pero no basta con los mejores sino que éstos tienen que funcionar bien como equipo y canalizar su talento.

Y, efectivamente, estas son grandes razones para explicar por qué el mejor equipo de béisbol, fútbol o baloncesto o lo que queramos no necesariamente es el mejor pagado. Hay muchos factores humanos, impredecibles y difíciles de explicar que influyen en los resultados de un equipo deportivo (repito, puede poner aquí la palabra empresa). Basta que una noche hayas dormido mal para que ese portero sea un coladero o tal bateador no dé ni una.

Por eso es muy típico, en este contexto, encontrarte con voces que te dicen “esta es la forma de hacer las cosas aquí” o, mejor, la-única-forma-de-hacer-las-cosas. ¿Cuál era la única forma de hacer las cosas hace unas décadas en el béisbol? Moneyball relata dicha época, centrándose en el papel de los “ojeadores”. Gente experta que ha visto miles de partidos y jugadores, que sabe quién es bueno y quién malo por su intuición, por su olfato. ¿Necesitan medir algo? “Para qué, se ve, se sabe por la experiencia”, suele ser la respuesta típica. Los grandes jugadores tienen liderazgo, destacan en el campo de juego como si fueran pepitas de oro. Todo el mundo confía en ellos, los adoran, a lo cual se añadade el buen dominio de la técnica y otra serie de factores que los ojeadores perciben. Estos líderes son el ingrediente indispensable el mercado millonario de fichajes.

En cambio, si no tienes dinero para pagar a 11 estrellas para un equipo de fútbol, ¿qué hacemos? Este es el caso del entrenador al que encarna Brad Pitt, el cual, casi por casualidad, encuentra al friky de libro, apasionado del béisbol y obsesionado con medir hasta el último detalle de cada jugador. Había estudiado en una de las mejores universidades americanas y trabajaba en un equipo recopilando datos, aunque nadie le prestaba demasiada atención. ¿Medir, para qué?

Pero Brad Pitt empieza a entablar una cierta relación con él y lo ficha. ¿Se puede hacer un equipo “perfecto” para el dinero que tenemos simulándolo por ordenador? Si mides los indicadores adecuados, posiblemente sí. Buscas puesto por puesto qué necesitas, las funciones que tienen que cumplir, y tratas de comprender cuáles son los factores que te llevan a ganar partidos. Después buscas esas características en una base de datos donde tienes estudiados a muchos jugadores (¡cuantos más mejor!) y en base a esos elementos podrás elegir.

¿Dónde está la gracia? ¿Por qué los datos pueden ayudar tanto o más que un ojeador? Los ojeadores son personas, tienen prejuicios, gustos y la intuición como única guía puede fallar, por ejemplo pagando un precio demasiado elevado por algún jugador cuyas funciones podían ser replicadas por otros de menor coste. De hecho, lo que el chico demostraba con sus datos es que había jugadores que nadie los quería porque estéticamente no eran adecuados (una forma “rara” de lanzar, por ejemplo) pero que,

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