Por una Colombia más competitiva

Por una Colombia más competitiva

Carolina Cure

El Foro Económico Mundial define la competitividad como “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país”. Se dice que la competitividad tiene relación directa con la productividad porque a través de esta se puede lograr un crecimiento económico que genera mayores ingresos y mejor calidad de vida para la población. El último Reporte de Competitividad Global, el cual es realizado por el ya mencionado Foro, muestra un escalafón de competitividad para los países estudiados, basándose en 12 pilares que miden el Índice Global de Competitividad. Instituciones, infraestructura, ambiente macroeconómico, salud y educación primaria, educación de alta calidad y entrenamiento profesional, eficiencia del mercado de bienes, eficiencia del mercado laboral, desarrollo del mercado financiero, preparación tecnológica, tamaño del mercado, sofisticación en los negocios, e innovación son esos doce pilares que al evaluarse en Colombia nos dejaron en el puesto 61 de 138, y digo dejaron porque es el mismo lugar que ocupamos en el reporte inmediatamente anterior.

Encabezando la lista encontramos a Suiza, seguida por Singapur, Estados Unidos, Países Bajos y Alemania, en ese orden. Solo Chile, Panamá, México, y Costa Rica están por encima de nosotros en Latinoamérica, aunque lo único que tenemos que sacar de lo anterior es una pregunta: ¿en qué o dónde radica la diferencia entre Colombia y esos países? Si bien es cierto que son muchas las respuestas que se cruzan por mi mente, no tengo el espacio para abordarlas todas en el momento, por lo que empezaré por la más decepcionante: la corrupción, la piedra en el zapato, el peaje político que impide que el país sea seguro y competitivo. Esto se ve reflejado en la pésima calificación que obtuvimos en el pilar de instituciones, en el cual nos ubicamos en el lugar 112, donde fuimos el país 128 en la variable que evalúa la confianza pública en los políticos, el 129 debido a la desviación de recursos públicos, 113 en independencia del sistema judicial y confiabilidad de los servicios policivos, y la lista sigue más o menos igual.

Con ese panorama al descubierto, no es difícil entender el atraso en la tecnificación del campo, el porqué de las marchas recurrentes, la insatisfacción expresa de la población, y cómo se han mantenido en el poder los mismos colectivos durante tantos años. Cuando la corrupción es tan rampante y marcada no queda si no pensar que nuestros dirigentes son o muy corruptos o increíblemente incompetentes; cualquiera de los dos casos debería inhabilitarlos. A fin de cuentas, ¿de qué sirve la plata de las regalías si esta termina en los bolsillos de particulares? ¿Para qué los fondos públicos si no para el bienestar de la población?

Otra diferencia entre los países más competitivos y Colombia radica en la educación. Colombia, ocupa puesto 70 en cuanto a educación superior, con una calificación de 4,39, donde se tiene 1 como puntaje mínimo y 7 como máximo. De acuerdo con lo anterior Colombia tiene una calificación regular (por no decir mediocre), y si bien se ha mejorado en el tema, aun no es suficiente para ser competitivos. Menos cuando lo niveles internacionales son tan superiores.    

También tenemos falencias con respecto a la productividad del país. En los pilares de sofisticación en los negocios y de innovación, nos encontramos apenas en los puestos 59 y 79, respectivamente. Además, la balanza comercial deficitaria de Colombia alcanzó los 754 millones de dólares en el mes de enero del 2017 (MINCOMERCIO, 2017), y resalto este déficit porque la mayoría de las importaciones no fueron precisamente de maquinarias y nuevas tecnologías que nos permitan la trasformación de productos que en un futuro logremos una balanza comercial superavitaria.

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