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REGIMENES CAMBIARIOS


Enviado por   •  16 de Abril de 2014  •  3.163 Palabras (13 Páginas)  •  376 Visitas

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Los sistemas cambiarios en el mundo actual

Marcelo Ramón Lascano

I. Introducción

Esta presentación tiene el propósito de examinar las características generales y algunos rasgos particulares de los regímenes cambiarios que actualmente rigen en el mundo. En algunos casos, como se observará, las estrategias cambiarias están íntimamente relacionadas con enfoques monetarios específicos, siempre con vistas a extraer el mayor provecho, según los objetivos que persigue la política económica en cada situación.

Teniendo en cuenta la dispersión que registran los regímenes vigentes en la casi totalidad de los países, islas y territorios existentes con individualidad propia, el examen se practicará en conjuntos que guardan cierta, no total, homogeneidad estructural, debido, precisamente, a las combinaciones de las políticas cambiarias y monetarias mencionadas.

Las restricciones dominantes en el universo cambiario global también merecerán algunas reflexiones, no sólo con finalidades informativas útiles, sino también con propósitos técnicos, habida cuenta de que algunas reglas incorporadas a las prácticas habituales constituyen verdaderas definiciones de política económica por parte de quienes las sustentan disimulada u ostensiblemente.

El mercado de cambios, entendido como el escenario donde se transan en divisas operaciones financieras y reales sin distinción de fronteras, tiene extraordinaria importancia en el mundo moderno, aunque siempre la tuvo, debido básicamente a tres factores: el aumento significativo del comercio de bienes y servicios, cuya tasa de expansión desde la segunda posguerra supera la del PBI mundial; la globalización financiera cuyos niveles extrapolan tendencias recurrentemente y la revolución experimentada en materia de comunicaciones, tecnología de la información y uso generalizado de la computación.

Para tener una idea de ello, basta recordar que las exportaciones de bienes y algunos servicios rondan alrededor del 20% del producto bruto mundial, unos 6 trillones de dólares, o billones en nuestra denominación, que es la que utilizaremos en el futuro. En el año 2000, los flujos brutos de capital ascendieron a 7,5 billones de dólares y los instrumentos derivativos ya superan tres veces el PBI mundial, o sea más de 90 billones de la misma moneda. Aquellos flujos registraron un aumento de 4 veces o 400% en la última década del milenio, del siglo, si se prefiere.

II. Metodología y restricciones

Para elaborar este trabajo se han utilizado exclusivamente fuentes provenientes de los organismos multilaterales de crédito y los servicios de la biblioteca conjunta del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, con sede en la capital federal norteamericana. Se trata de examinar 186 casos, como se dijo, de países, islas y territorios, según clasificación del Banco Mundial, agrupados en 8 conjuntos razonablemente homogéneos para tener un panorama abarcador sobre el particular.

En cada grupo se identificará la cantidad de miembros pertenecientes al mismo, mencionándose sólo a los más relevantes para evitar una extensión innecesaria. La relevancia viene dada, en unos casos, por la gravitación de los países elegidos en el escenario mundial y en otros por algún tipo de vinculación destacada con la Argentina o con sus socios comerciales. Es importante tener en cuenta que frente a discrepancias entre la definición legal y el desempeño real de los sistemas, este ha prevalecido sobre aquel.

A efectos de evitar confusiones semánticas o metodológicas, también parece necesario recrear algunas ideas y conceptos respecto de patrones cambiarios históricos. Ello es útil para que los nostálgicos desestimen ideas anticuadas, no por antiguas, sino por extemporáneas a la luz de las nuevas circunstancias ecuménicas que se diferencian singularmente de experiencias paradigmáticas vigentes en otros contextos temporales.

III. Patrones cambiarios históricos

Más allá de la implantación de sistemas monetarios metálicos, es decir, basados sobre la acuñación y circulación de monedas, generalmente de oro y plata y de algunos otros metales de menor calidad, los patrones monetarios, por razones prácticas o de seguridad, se fueron transformando históricamente en fundamento de los sistemas monetarios que iba reclamando la constitución de los estados nacionales, el crecimiento de la actividad económica, el comercio, el crédito y la banca. Todo ello, al menos hasta la primera guerra mundial, con reimplantaciones que fueron sucumbiendo en el turbulento escenario de la crisis de los treinta del siglo pasado.

El patrón oro constituyó la expresión más consagrada en la especie, a veces integrado con la plata. No se trató de un sistema de moneda mercancía. El oro representaba en términos de contenido metálico el valor del dinero manual o circulante –moneda signo– pero no desempeñaba directamente las funciones monetarias reservadas para este último. En una de las versiones históricas en la Argentina rigió la relación 1 $m/n = 0,44 $ oro sellado. Un peso equivalía a 1,6927 gramos de oro fino de 900 mg de pureza. Se trataba del famoso “respaldo” del circulante, acompañado, al menos legalmente, de atributos de conversión, salvo que mediaren acontecimientos que suscitaran la suspensión de esa facultad durante largos períodos. En el caso de oro amonedado, resultó frecuente la adulteración, o debasement en la jerga anglosajona, del contenido áureo declarado, apelando a mezclas con cobre, por ejemplo, como temprana expresión de indisciplina monetaria.

El patrón de cambios oro supone una versión que guarda parentesco limitado con el patrón oro. El tema se discutió y propició en la Conferencia de Ginebra celebrada en 1922 para resolver algunos problemas monetarios que a la sazón podían desequilibrar las finanzas y trabar el comercio mundial. Una moneda efectivamente relacionada con ese metal, como fue el caso del dólar estadounidense desde Bretton Woods (1944) hasta 1971, cumplió el mismo cometido que el oro, pero la convertibilidad de los billetes se circunscribía a las tenencias de dólares de los bancos centrales, no de particulares, empresas o entidades financieras. La paulatina pérdida de reservas áureas en la superpotencia extendió la partida de defunción del régimen. A partir de 1971 se inauguró otra época marcada por una fuerte inestabilidad internacional y la dispersión de los regímenes cambiarios adoptados en los niveles nacionales.

Los patrones divisas tienen semejanza con el patrón oro, en el sentido de que están sometidos

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