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Responsabilidad Social


Enviado por   •  5 de Junio de 2015  •  4.196 Palabras (17 Páginas)  •  169 Visitas

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Introducción

Si nos planteamos el significado de la ética, como la parte de la filosofía que trata del bien y del mal en los actos humanos, podemos decir que ésta surge de la teorización y la reflexión sobre el comportamiento moral, definiendo moral como el conjunto de principios y reglas morales que regulan el comportamiento y las relaciones humanas. La ética, por tanto, se caracteriza por su generalidad, estudiando el comportamiento humano considerado en su totalidad, es decir, generalizando lo que es bueno o malo, correcto o incorrecto para cualquier tipo de moral.

La economía, como ciencia social, está relacionada con los principios morales de la sociedad en la que se desarrolla. Por un lado, las relaciones económicas influyen en la moral imperante de la sociedad, y por otro, plantean problemas de orden moral (Sánchez Vázquez, 1999, 35). Por ello podemos decir que la ética, considerada como la ciencia del comportamiento moral, está relacionada con la economía, tanto en sus orígenes como en su desarrollo.

El capitalismo, como tipo de sistema económico imperante en el momento actual, condiciona los comportamientos morales de los individuos que se desenvuelven en él. Si consideramos sus orígenes, uno de los aspectos que se relaciona directamente con este condicionamiento es la ruptura que supuso respecto a la sociedad tradicional existente hasta aquel momento. En primer lugar, generó cambios en la concepción de la economía, que hasta entonces se desarrollaba a un nivel básico, necesario para garantizar la supervivencia de los individuos, transformándola en independiente y sustituyendo el objetivo de supervivencia por el de riqueza. En segundo lugar, esto provocó un importante crecimiento, que a su vez generó grandes avances en el desarrollo y progreso social. A través de la modernización y la racionalización, basadas en la libertad de actuación para desarrollar las actividades económicas, se impone el objetivo de maximización del beneficio, que da origen a una moral en la que predominan el egoísmo y el ánimo de lucro, que es legitimada por el mercado, donde encuentra su razón de ser (Montalvo, 1997, 31).

Cortina señala (2000, 55-64), que el capitalismo va acompañado de la moral y por ello existe una concepción moral del capitalismo que ha ido cambiando a medida que éste iba evolucionando. En este sentido, en países occidentales donde coexisten diversas confesiones religiosas, Weber (1999, 40-41) liga el capitalismo a la moral protestante, para la cuál la laboriosidad y la racionalidad económica son valores que conducen a la felicidad de los individuos. Por su parte, la moral utilitarista, ligada también al capitalismo y defendida por Bentham (1991) y Mill (2002), también buscaba la felicidad, en este caso, del mayor número de individuos, aunque el interés de la mayoría puede generar desigualdad e injusticia.

Ética y empresa

En el entorno de la empresa, también se plantean problemas de carácter moral que afectan a los individuos que se relacionan con ella, porque el comportamiento moral es propio de las relaciones sociales y la empresa es un lugar de encuentro entre individuos y grupos con distintos intereses y objetivos.

En los inicios del capitalismo, la empresa era únicamente una organización creada con fines productivos, cuyo objetivo último estaba en la obtención del máximo beneficio, en la que no tenían cabida actuaciones de otro carácter que no fuera económico, y en la que los intentos de mejora social no eran considerados, ya que los únicos intereses contemplados eran los de los accionistas. La evolución de la sociedad y el desarrollo de sistemas legales adaptados a la misma han llevado a dar cabida a los intereses de otros individuos, también relacionados con la empresa, de una forma más o menos directa.

En la actualidad las empresas, como agentes económicos que son, y de acuerdo a la visión tradicional, se comportan de forma racional y persiguen un fin que, en principio, no pretende beneficiar a la sociedad, como es la obtención de resultados. De no ser así, perderían la confianza de sus inversores actuales y potenciales y quedarían apartadas del mercado.

Sin embargo, el cambio que se ha producido en la economía de mercado de los países más avanzados ha sido sustancial ya que para poder cumplir dicho objetivo, las empresas no pueden ya ceñirse únicamente a criterios económicos, sino que deben tener en cuenta factores que no habían sido considerados anteriormente, como son los sociales y los medioambientales. De este modo las empresas han dejado de marcar las normas del mercado a las que debían atenerse todos los interesados en ella, cediéndolo a los grupos de interés o stakeholders, que también buscan sus fines particulares. En este sentido, y por lo que se refiere a uno de los grupos internos de interés de la empresa, como son los trabajadores, estos buscan en la empresa algo más que la obtención de un salario que les permita cierta calidad de vida a ellos y sus familias. También buscan que el desarrollo de su trabajo cumpla sus expectativas de satisfacción con la actividad que desempeñan en la empresa, sentirse valorados dentro de la organización, y estar orgullosos de que se les identifique como parte integrante de la misma. No es que el salario haya dejado de tener importancia, sino que éste sirve para cubrir las necesidades básicas del individuo, por un lado y, por otro, como demostración de la valoración que se otorga a las funciones que desempeña dentro de la misma.

Por tanto, de la concepción tradicional según la cual sólo eran fuerza de trabajo sustituible al servicio de la empresa, cuya única contraprestación hacia ellos era un salario y unas condiciones laborales mínimas reguladas por la ley, han pasado a ser protagonistas en dos ámbitos: en primer lugar, como factor productivo que genera valor dentro de la empresa si sus intereses se ven satisfechos, y en segundo lugar, como consumidor final del producto, función de la que hablaremos más adelante. Todo esto ha provocado que la opinión de los trabajadores tenga un peso decisivo en las decisiones tomadas por la empresa, ya que de ellas depende en buena parte la reputación de la misma, elemento sustancial en las relaciones de mercado actuales. Por lo que se refiere a los propios ejecutivos de las empresas, si bien su principal objetivo en el trabajo es cumplir las expectativas de resultados exigidas por los accionistas, como individuos y trabajadores tienen sus propios intereses y criterios morales, de modo que si las decisiones que adoptan para favorecer la

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