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Ética Cristiana En Los Negocios


Enviado por   •  7 de Mayo de 2012  •  1.465 Palabras (6 Páginas)  •  842 Visitas

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Ética cristiana en los negocios: Tensiones y desafíos

Introducción

Cierta investigación apoya la sospecha de que mucha gente de negocios vive de veras con dos juegos de reglas contradictorios: uno para los negocios y otro para sus vidas fuera del trabajo. El argumento típico es que los negocios exigen sagacidad y la flexión, por no decir el quebrantamiento total de las reglas. Juegue suavemente y pronto se verá superado. No es que no exista la buena conducta. Pero cuando esta se produce, la motivación detrás de la misma es el interés propio, no la ética en sí. En marcado contraste con la creencia de que el éxito económico requiere concesiones en cuanto a ética, un sentir popular cree que buena ética es buen negocio. La clientela prefiere tratar con individuos y organizaciones que tengan una reputación de honestidad sólida como una roca. Por tanto la ética y el interés propio no chocan para nada. La sana estrategia y la prudencia requieren solo un sacrificio a corto plazo de ganancias.

¿Es ético farolear en los negocios?

Cuando la ley como se ha redactado da a un hombre una amplia elección para hacer un gran negocio, sería un necio si no sacara ventaja de ella. El Sr. Carr compara ese comportamiento al faroleo del jugador de póker que aprovecha toda oportunidad para ganar, siempre que no involucre hacer trampa directa. “la moral de los negocios son juegos de ética, diferentes de la ética religiosa.

De vez en cuando casi se obliga a la mayoría de los ejecutivos, en los intereses de sus empresas o de sí mismos, a practicar alguna clase de engaño al negociar con clientes, proveedores, sindicatos, etc. Pero aquí y allá un empresario es incapaz de aceptar el faroleo en que participa. Su conciencia le molesta. Se siente culpable; podría desarrollar una ulcera o un tic nervioso. Antes de que un ejecutivo pueda sacar provecho de la estrategia de faroleo se debe asegurar que al farolear no va a dañar su autoestima ni a trastornarse emocionalmente, debe de estar seguro de que sus farolerías están éticamente justificadas. La justificación descansa en el hecho de que los negocios, como los practican los individuos y las empresas, tienen el carácter impersonal de un juego, un juego que demanda tanto estrategia personal como comprensión de una moral especial.

Todo el mundo estará de acuerdo con que la mayoría de los hombres de negocios no son indiferentes a la moral en sus vidas privadas. El punto es que en sus vidas de oficina dejan de ser ciudadanos privados, y se convierten en jugadores que se deben guiar por un grupo de normas éticas de alguna manera es diferente. “un empresario es ético mientras cumpla con las leyes de la tierra y evite decir mentiras maliciosas. Cuando la ley como se ha redactado da a un hombre una amplia elección para hacer un gran negocio, sería un necio si no sacara ventaja de ella. No tiene obligación de pararse a considerar quién va a salir perjudicado. Si la ley dice que puede hacerlo, esa es toda la justificación que necesita. No hay nada inmoral al respecto. Es simplemente claro sentido comercial.”

Las violaciones a los ideales éticos de la sociedad son comunes en los negocios, pero no son necesariamente violaciones de principios comerciales. “no violamos la ley. Estamos en una industria altamente competitiva. Si hemos de seguir en el negocio debemos buscar utilidades donde lo permita la ley. Nosotros no hacemos las leyes. Las obedecemos.”

Vivimos en las que tal vez sean las sociedades más competitivas del mundo civilizado. Nuestros clientes estimulan un alto grado de agresividad cuando el individuo lucha por triunfar. El negocio es nuestro campo principal de competencia, y se ha ritualizado dentro de un juego de estrategia. Las reglas básicas del juego las establece el gobierno, el cual trata de detectar y castigar fraudes comerciales. Pero mientras una empresa no infrinja las reglas del juego puestas por la ley tiene el derecho legal de moldear su estrategia sin referencia a nada que no sea su beneficio. La mayor prueba de cada movida en negocios, son la legalidad y la utilidad.

Para ser un ganador un individuo debe jugar a ganar. Esto no significa que deba de ser despiadado, cruel, duro ni traicionero. Al contrario, mientras mejor sea su reputación de integridad, honestidad y decencia, a la larga serán mejores sus posibilidades de vencer. Sin embrago, de vez en cuando todo empresario, como a todo jugador de póker, se le brinda una decisión entre cierta pérdida o farolear

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