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Amor En Gestalt


Enviado por   •  16 de Septiembre de 2014  •  1.542 Palabras (7 Páginas)  •  258 Visitas

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EL AMOR EN LA GESTALT

Claudio Naranjo

Ya que el Congreso Español de Gestalt cae este año en fechas durante las cuales no puedo aceptar la invitación a concurrir, le he propuesto a Pedro de Casso enviar al menos algunos pensamientos por escrito para así hacerme presente a través de su lectura.

He elegido un tema que ni deja de tener importancia y sin embargo se presta para un tratamiento breve: el del lugar del amor en la teoría y práctica de la terapia gestáltica.

Comienzo por la formulación teórica, anticipando que no necesitaré de muchas palabras para decir que en la teoría oficial de la Gestalt el amor brilla por su ausencia.

Por más que Fritz haya comenzado su primer libro –Yo, Hambre y Agresión- con la explicación de una polaridad universal entre fuerzas o principios que pudieran caracterizarse con los viejos términos griegos de Eros y Antieros (y para los cuales elige del repertorio tipográfico términos sin equivalente verbal) habría que leer con mucho cuidado sus obras para darse cuenta que es alguien que valora en mucho la ternura. En este primero de sus libros parece dar por sentado que ya se ha dicho lo suficiente acerca de la libido como para pasar pronto al tema más novedoso del hambre –íntimamente vinculado a la masticación y a la agresión.

Y en la práctica psicoterapéutica que Perls instituyó también es más notorio el énfasis en la expresión de la agresión que el énfasis en lo amoroso. Pero no puede negarse que la Gestalt es una terapia inusualmente eficiente, y mal podría decirse que es eficiente una terapia que no lleva a la gente a una condición de mayor salud mental. Lo que a su vez implica que –siendo el caso que la salud mental va aparejada de una disposición más amorosa que la neurosis— la Gestalt ayuda a que la gente se torne más amorosa.

Para uno que, como yo, considera que el asunto fundamental en el proceso terapéutico es la recuperación de la capacidad amorosa, pudiera ser tentador concluir que es irrelevante toda teoría terapéutica que ni siquiera mencione aquello que constituye el meollo de la transformación. Y ciertamente me parece que el escotoma en cuestión revela una rigidez dogmática que vino a complicar el entusiasmo con ciertas ideas nuevas si no cierta grandiosidad. Pero en vista que yo mismo he pensado siempre que la teoría de la Gestalt siempre fue principalmente un ropaje algo accesorio para abrirle camino a la práctica en un mundo excesivamente académico, no puedo interesarme lo suficiente en azotar un caballo muerto.

Lo que pudiera tener interés es preguntarse por el amor en la práctica de la Gestalt, y a ello paso ahora.

A primera vista parecería que ocurre como con la teoría: la actividad del gestaltista a menudo parece más dura que tierna a pesar de lo mucho que se repita una vieja fórmula respecto al equilibrio entre el apoyo y la frustración. Perls personalmente, frustraba mucho más de lo que apoyaba, y aunque no haya sido el autor de la famosa frase de que “La sopa de pollo es veneno”, ciertamente fue su manera de hacer terapia lo que la inspiró.

La aparente paradoja sin embargo de que una terapia aparentemente poco amorosa ayude a la salud emocional de los pacientes haciéndolos más capaces de amar, merece alguna disquisición teórica.

Pero antes de seguir adelante me parece que puede darle precisión al análisis que me propongo una brevísima referencia a la teoría del amor que he formulado anos atrás (en el Eneagrama de la Sociedad) según la cual las formas sanas del amor se reducen a tres componentes básicas: el eros o amor instintivo que compartimos con nuestros arcaicos antepasados los reptiles, el amor benévolo que entraña una generalización del amor maternal y que hemos heredado de nuestros antepasados mamíferos, y el amor devocional, que entraña la atribución de valor, deriva de la relación temprana del niño con el padre y podemos considerar la componente más típicamente humana de la vida amorosa.

Si después de haber precisado de esta manera lo que vaya a entender por “amor” vuelvo a la pregunta acerca de “el lugar del amor en la práctica de la Gestalt” debo modificar mi primera respuesta, para precisar correspondientemente que la Gestalt se propone implícita o explícitamente favorecer la liberación de lo erótico –por poco que parezca interesarse en la compasión o en la reverencia. Y es de interés el que haya sido necesario abrir un paréntesis explicativo acerca de la naturaleza del amor antes de corregir nuestra primera impresión de que la Gestalt nada tiene que ver con lo amoroso. Y es que lo que los griegos

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