Aprendizajes sobre la verdadera magia del psicólogo educativo en el ejercicio profesional

Aprendizajes sobre la verdadera magia del psicólogo educativo en el ejercicio profesional

La educación es uno de los ámbitos de ejercicio profesional del psicólogo, porque se concibe como un proceso destinado a la formación emocional, social y cognitiva de las personas. La psicología educativa por tanto, se configura como un campo destinado a promover cambios no sólo en el alumnado, sino en toda la comunidad educativa a través de su intervención en los procesos educativos (Coll, 1989). En este sentido, cabe resaltar que son cada vez más diversos los escenarios educativos en donde la participación activa del psicólogo tiene lugar.

El presente texto tiene como finalidad relacionar los aprendizajes construidos durante el seminario que aportaron a mi ejercicio profesional presente y futuro. Dichos aprendizajes están sujetos a una serie de conceptos, autores y teorías revisadas alrededor del rol del psicólogo en contextos educativos, los modelos de intervención, y alcance del trabajo del psicólogo, la cultura escolar, la connotación positiva, el cambio, etc., los cuales describiré a continuación.

Selvini, Cirillo, D’Etorre, Garbellini, Chezzi, Lerma, Lucchini, Martino, Mazzoni, Mazzucchelli y Nichele (2004) en su texto “El mago sin magia” presenta reflexión interesante sobre cómo el rol del psicólogo depende de las demandas que la sociedad le hace en función de las representaciones sociales que se tienen al respecto, y afirma que “el psicólogo sólo es alguien sin rol fijo, sujeto a las expectativas propias de quienes se encuentran en situaciones incómodas” (p. 23), lo que significa que, en muchas ocasiones, las funciones no están definidas para el psicólogo sino que su tarea es responder a las expectativas y necesidades de las personas.

Asimismo, aprendí que frente al rol del psicólogo existen diversos estereotipos que atentan con la imagen y el rol de los psicólogos. Socialmente, es visto como un “mago omnipotente” (Selvini, et al. 2004, p. 25), que todo lo ve y todo lo puede; también como “mago diagnosticador” (Selvini, et al. 2004, p. 30), que etiqueta con un trastorno las dificultades que presentan las personas; como consejero que escucha y resuelve los problemas de todos, y como “médico de locos” (Selvini, et al. 2004, p. 26) que sólo trata a las personas cuando hay presencia de conductas patológicas. Todos estos estereotipos me han hecho reflexionar sobre cómo está siendo suprimido por completo su rol como impulsador del cambio y cómo aquel que interviene de múltiples formas en el contexto educativo, siendo este el real y verdadero fin de nuestro trabajo. Sin embargo, esto también está sujeto el psicólogo es reconocido por hablar mucho y mostrar pocos resultados. De allí, surge la importancia de que el psicólogo pueda llegar a construir proyectos, socializarlos a una comunidad y plantearse objetivos claros que pueda lograr.

Actualmente, el rol del psicólogo en el contexto escolar no es claro en la comunidad educativa porque parece estar allí físicamente pero no está involucrado en la dinámica de la escuela, pasando a cumplir un rol externo dentro de ésta. Al respecto, (Selvini, et al. 2004, p. 23) afirma que “el psicólogo no encuentra espacio en el organigrama de la escuela: actúa como asesor externo”. Esta ambigüedad invita a definir el rol que se va a cumplir dentro de las escuelas, porque entre muchos aspectos que contribuyen a la ambigüedad del psicólogo, se encuentra precisamente la diversificación de la psicología y las múltiples formas de entenderla, dando a entender que pudiese resolverlo

Otro de los conceptos que aprendí para mi ejercicio profesional es el de culturas escolares. Viñao (2006) la define como el “conjunto de teorías y prácticas sedimentadas en el seno de la institución escolar a lo largo del tiempo”, según el cual se destaca el carácter permanente y estable que identifica el funcionamiento de una institución que se ha constituido con el paso de los años. Asimismo, la define como una construcción histórica, dinámica y autónoma: histórica, porque conforma un conjunto de prácticas, teorías y modos de actuar que se constituyen a lo largo del tiempo y es trasmitida de generación en generación; dinámica, al estar influida por las circunstancias medioambientales que permean la realidad cotidiana de las escuelas y, autónoma al establecerse desde las características particulares de la población que atiende, el cuerpo docente, la forma de evaluación, el plan de estudios, su horizonte institucional y tipo de funcionamiento para responder a las demandas propias de su entorno (Viñao, 2006).

Este concepto de cultura escolar es un aspecto medular al hacer un análisis de las prácticas escolares porque constituye la esencia misma de la escuela. Su estudio permite enfocarnos en lo que allí ocurre y le sucede a quienes hacen parte de la escuela, develando las creencias, prácticas y tradiciones implícitas que permean la forma cómo hablan, cómo actúan, cómo se sienten y las situaciones en las que se comunican dentro del contexto escolar. Sin embargo, su estudio nos incita a cuestionarnos sobre cómo la escuela hoy día no se acompasa con los cambios sociales, culturales, económicos y tecnológicos del mundo de hoy.

Otro de los conceptos con los que me familiaricé es el de clientes potenciales, el cual se refiere a todas aquellas personas que interactúan en el entorno escolar, es decir los funcionarios, los docentes, estudiantes y padres de familia quienes pueden acudir al psicólogo en busca de su intervención y ayuda (Selvini, et al., 2004). Este concepto resulta útil porque como psicóloga educativa me permite identificar diferentes escenarios para ejercer mi profesión. En este sentido, no sólo la escuela y por ende sus miembros (profesores, estudiantes y padres de familia) pueden ser objetos de mi intervención, sino que existen otras instituciones también con fines educativos en las que interactúan una serie de factores sociales, culturales y ambientales sobre los cuales puedo intervenir con mi trabajo.

Por su parte, el concepto de sistema interactivo el cual se refiere a un conjunto de objetos, relaciones que existen entre estos y los atributos que les caracterizan. Aquí los objetos son componentes o hacen parte del sistema, los atributos son las propiedades de los objetos y las relacionen le dan cohesión y unión al sistema (Watzlawick y cols, citados por (Selvini, et al., 2004). El sistema interactivo se caracteriza por la presencia simultánea de dos tendencias con igual importancia para la supervivencia: la tendencia al estado estacionario y la tendencia a la transformación (Selvini, et al., 2004). Este concepto es importante para que en cualquier institución con la que me vincule laboralmente o en una empresa propia, será necesario reconocerme como parte de un sistema en el que tengo compañeros de trabajo, jefes, funciones y responsabilidades asignadas con las cuales debo cumplir para que ese sistema siga marchando. Es reconocer principalmente como cada miembro de una institución es importante para su buen funcionamiento y cómo cada cambio o decisión la afecta en su conjunto.

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