Cierre de duelo
pacheco1994Trabajo16 de Mayo de 2014
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CIERRE DE DUELO
Todas las sesiones se inician con una rueda inicial, en la que los miembros del grupo irán expresando, uno a uno, cuál es su sentir y su vivencia en el aquí y ahora: la manera en que se sienten y llegan al grupo al inicio de la sesión. De esta forma, empezamos a calentar motores de cara al desarrollo de la sesión. En este momento del proceso, las estrategias terapéuticas que emplearemos tendrán la finalidad de facilitar en nuestros pacientes la expresión de las emociones dolorosas asociadas al duelo, como la rabia, la protesta, el miedo o la tristeza. De esta forma, el doliente puede elaborar el proceso de duelo sin bloquearlo, lo que ocurriría si negara o reprimiera sus emociones de dolor o desarrollase estrategias que le evitaran contactar con ellas. Es la tristeza la emoción más presente en la mayoría de personas que están elaborando un duelo. La tristeza suele asociarse a la depresión. Hay pacientes que no se permitirán expresarla y hay pacientes que se instalan en esta tristeza y la vivencian constantemente a lo largo de las horas, los días y los meses.
Siguiendo el modelo de las etapas del duelo desarrollado por Kübler Ross en 1969, la depresión se manifiesta cuando no se puede seguir negando entonces la persona se debilita, adelgaza, aparecen otros síntomas y se verá invadida por una profunda tristeza. Es un estado, en general, temporario y preparatorio para la aceptación de la realidad en el que es contraproducente intentar animar al doliente y sugerirle mirar las cosas por el lado positivo: esto es, a menudo, una expresión de las propias necesidades, que son ajenas al doliente. Esto significaría que no debería pensar en su duelo y sería absurdo decirle que no esté triste. Si se le permite expresar su dolor, le será más fácil la aceptación final y estará agradecido de que se lo acepte sin decirle constantemente que no esté triste. Es una etapa en la que se necesita mucha comunicación verbal, se tiene mucho para compartir. Tal vez se transmite más acariciando la mano o simplemente permaneciendo en silencio a su lado. Son momentos en los que la excesiva intervención de los que lo rodean para animarlo, le dificultarán su proceso de duelo. Una de las cosas que causan mayor turbación en los padres es la discrepancia entre sus deseos y disposición y lo que esperan de ellos quienes los rodean.
En esta parte del proceso se pueden observar numerosos síntomas depresivos que se dan como parte del duelo, sin constituirse necesariamente en una depresión, tales como: anhedonia, retraimiento social, apatía, desesperanza, pérdida de concentración y de la capacidad para tomar decisiones, síntomas fisiológicos como problemas de sueño y alimentación, etc.
Por estas razones, se hace necesario planificar estrategias que permitan al paciente la expresión de su tristeza, que esta fluya. La persona vive la expresión emocional durante las sesiones como un desahogo que le libera, que le disminuye el pesar, y que le tranquiliza. Poco a poco, estos síntomas depresivos irán aliviándose. Si a ello le sumamos técnicas que permitan el consuelo y el reconfortamiento, la persona además puede sentirse acompañada y apoyada por su grupo y por su terapeuta. Las intervenciones que llevaremos a cabo para la expresión emocional serán variadas. Permitirán la expresión de la tristeza y la pena, también el miedo, la rabia o la culpa que van asociadas en este proceso. Realmente estas emociones se están expresando desde el inicio del proceso, ya en la primera sesión son apreciables de forma clara. La diferencia radica en que ahora se convierten en el centro de nuestra intervención terapéutica. Algunas de las intervenciones que realizamos para permitir la expresión emocional son:
El trabajo con fotos.
El trabajo con música.
La silla vacía.
La carta de despedida.
Las cartas para expresar la rabia.
El ejercicio físico.
El contacto físico.
El reconfortamiento.
1. El trabajo con fotos.
Buscamos conectar al paciente con las experiencias y vivencias compartidas con la persona de la que se despide y para ello, hacemos uso de fotografías. Pedimos a la persona que busque fotos de los diferentes momentos de su relación y las traiga al grupo. Una vez aquí le invitaremos a compartirlas con el resto de miembros y a que vaya explicando lo que sucedía en aquella época en su relación, cómo era, cómo se sentía, los recuerdos que le trae. En todo momento iremos guiando al paciente hacia su mundo emocional preguntándole qué siente al recordar cada experiencia, cómo lo vive. Le pediremos que permanezca un tiempo mirándolas y que se deje llevar por las emociones que van fluyendo, sin oponerse ni luchar. Para ello, podrá apoyarse en sus compañeros de grupo y en el terapeuta, quienes están prestándole su atención y su ánimo.
2. El trabajo con música.
Esta intervención es similar a la técnica del trabajo con fotos. Algunas personas refieren conectar con sus emociones más fácil y profundamente a través de la música. Esto es debido a que los canales perceptivos juegan una influencia directa con la comunicación emocional, pudiendo encontrar personas que tengan más desarrollada su capacidad de conectar emociones a través del oído, por ejemplo. Debemos tener en cuenta el canal perceptivo favorito del paciente si nuestra meta es la expresión emocional. Para las personas que conectan mejor a través del oído es recomendable utilizar música. Estas personas tienen canciones o tipos de música que les recuerdan diferentes etapas de su relación o que asocian a momentos concretos que han vivido, por ejemplo esto sucede habitualmente con viudas. Muchas de ellas refieren que no han podido volver a escuchar estas canciones que en el pasado escuchaban junto a su pareja o que si lo han hecho les ha hecho sentir un gran dolor. Pueden ser canciones o músicas asociadas a algún momento concreto de su relación, como la época en la que bailaban juntos. A ellas les propondremos que se traigan esas canciones y les permitiremos escucharlas en el grupo, en un clima de apoyo y contención. Los resultados suelen ser beneficiosos con este tipo de técnicas en lo que se refiere a la expresión de tristeza y también de miedo, ya que algunas personas comentan que sienten temor al pensar en volver a escuchar música, con lo que le estamos permitiendo expresar y enfrentar sus miedos con la protección del grupo y del terapeuta.
3. La silla vacía.
Esta es una técnica desarrollada en primer lugar por Fritz Perls, el padre de la psicoterapia gestáltica. Consiste en colocar una silla vacía frente a la persona que va a realizar el trabajo. En esta silla se sentará a la persona acerca de la que está haciendo el duelo. El objetivo de la intervención es proporcionar un espacio al paciente en el que poder llevar a cabo una despedida lo más real y emocional posible. De esta manera, podrá expresar abiertamente su dolor e integrar todo el proceso llevado a cabo hasta ahora. Durante esta intervención el paciente se enfrenta a sus miedos y a su tristeza y permite que fluya abiertamente. Es un ejercicio intenso y potente, que demanda una gran confianza del paciente en el grupo y en el terapeuta para poder ser realizado. La capacidad liberadora es muy grande, ya que muchos pacientes se quejan de no haber podido despedirse de la persona como hubieran querido y esto les genera pesar y culpabilidad. Para realizar este ejercicio, es necesario que el paciente conecte, previamente, con sus emociones, por lo que es recomendable dedicar un tiempo para ello, previo al ejercicio. Pediremos al paciente que cierre los ojos, que conecte con las emociones, que se deje llevar por ellas, y que cuando abra los ojos, la persona fallecida estará sentada enfrente de ella y podrá decirle todo aquello que necesite para despedirse de ella, ya que será la única oportunidad que tenga para hacerlo. Esta etapa previa es necesaria para preparar el ejercicio de manera que se genere la activación emocional suficiente para liberar el dolor que el paciente guarda en su interior.
4. La carta de despedida.
Una de las tareas que pediremos a los miembros del grupo para hacer en casa es una carta de despedida. Con esta intervención comenzamos la parte final de la etapa emocional e iniciamos el paso a la última etapa, la del cierre. Por tanto, será una intervención a llevar a cabo en las últimas sesiones de esta fase del proceso. Invitaremos a los pacientes a escribir una carta donde expresen aquellas cosas que necesiten decirle al fallecido, o aquello que no pudieron decir en la despedida real, bien porque no se despidieron, bien porque la despedida resultó ser insuficiente. En esta técnica de intervención, el asunto de mayor importancia es cómo se hace el final de la carta. Es necesario que al final de la carta, el doliente se despida con un “adiós” o un “adiós para siempre”. Buscamos que la persona definitivamente renuncie a esa relación, renuncie a recuperar a la persona, y acepte que se ha marchado y que no va a volver. Esto es
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