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Comentario Del Libro En Pie De Guerra


Enviado por   •  29 de Mayo de 2013  •  760 Palabras (4 Páginas)  •  523 Visitas

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Teresa estaba sentada junto a la cuna de su hijito, muy afligida y angustiada, pues temía que el pequeño se muriera. Éste, en efecto, estaba pálido, tenía los ojitos medio cerrados y respiraba casi imperceptiblemente, de vez en cuando con una aspiración profunda, como un suspiro. La tristeza de la Teresa aumentaba por momentos al contemplar a la tierna criatura y ver que su hijo se muria lentamente.

Llamaron a la puerta y entró un hombre viejo y pobre, envuelto en una manta, a pensar que la manta era caliente el hombre tenía todo su cuerpo casi congelado pues estaba en la época del invierno; en la calle todo aparecía cubierto de hielo y nieve, y soplaba un viento cortante.

Como el viejo tiritaba de frío y el niño se había quedado dormido, la madre se levantó y puso a calentar cerveza, para reanimar al anciano. Éste se había sentado junto a la cuna, y mecía al niño. La madre volvió a su lado y se estuvo contemplando al pequeño, que respiraba y levantaba su manito.

¿Crees que vivirá? -preguntó la madre. ¡El buen Dios no querrá quitármelo!

El viejo en realidad era la Muerte en persona, hizo un gesto extraño con la cabeza; lo mismo podía ser afirmativo que negativo. La mujer bajó los ojos, y las lágrimas rodaron por sus mejillas. Tenía la cabeza pesada, llevaba tres noches sin dormir y se quedó un momento como aletargada; pero volvió en seguida en sí, temblando de frío.

¿Qué es esto? -gritó, mirando en todas direcciones. El viejo se había marchado, y la cuna estaba vacía. ¡Se había llevado al niño!

Teresa salió corriendo a la calle, en busca de su hijo. En medio de la nieve había una mujer, vestida con un largo ropaje negro, que le dijo:

La Muerte estuvo en tu casa; lo sé, pues la vi escapar con tu hijito. Volaba como el viento. ¡Jamás devuelve lo que se lleva!

Dime por dónde se fue, Teresa le suplico a a la mujer. Enséñame el camino y la alcanzaré

Conozco el camino respondió la mujer vestida de negro pero antes de decírtelo tienes que cantarme todas las canciones con que meciste a tu pequeño. Me gustan, las oí muchas veces, pues soy la Noche. He visto correr tus lágrimas mientras cantabas y empezó a cantarle uno por una. Y la noche respondió:

Ve hacia la derecha, por el tenebroso bosque de abetos. En él vi desaparecer a la Muerte con el niño.

Muy adentro del bosque se encontraba el camino, y la mujer no sabía por dónde ir.

Llegó a un gran lago que tenía sin más remedio que cruzarlo si quería encontrar a su hijo. Se echó entonces al suelo, dispuesta a beberse toda el agua; pero ¡qué criatura humana sería capaz de ello! Mas la angustiada madre no perdía la esperanza de que sucediera

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