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Como Lograr Una Foración Integral

26 de Noviembre de 2013

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Cómo Lograr una Formación Integral en los educandos

Las condiciones actuales de vida hacen indispensable una formación muy aquilatada de niños y jóvenes si queremos tener futuro. Los medios de comunicación acosan diariamente al ciudadano con un alud de informaciones de todo orden. Con frecuencia, los temas decisivos de la vida humana son tratados de forma frívola y tendenciosa. Resulta extremadamente difícil para niños y jóvenes reaccionar con la debida lucidez ante esta avalancha de ideas contrastadas e incluso a veces opuestas. La única vía de solución es dotar a niños y jóvenes de un elevado poder de discernimiento y fortalecer su voluntad mediante la propuesta de un ideal de vida entusiasmante.

Esta exigencia de la ley es causa actualmente de perplejidad y preocupación por parte de numerosos profesores, que se sienten seguros en el campo de su área pero se ven perdidos a la hora de realizar tareas que siempre han sido consideradas como competencia de la Ética, la Teoría de los valores, la Pedagogía, la Formación humana... A requerimiento de diversos grupos de profesores, apliqué a esta cuestión los resultados de las investigaciones que hube de realizar para configurar la Escuela de Pensamiento y Creatividad y se me abrió una vía extraordinariamente fecunda para dar cumplimiento a la Ley sin causar la menor distorsión a los profesores. Éstos no necesitan preocuparse de "enseñar" directamente valores y creatividad a los alumnos. Pueden permanecer tranquilos dentro del perímetro de su área, pero han de poner sumo empeño en subrayar ciertas cuestiones de la misma que tienen gran incidencia en la formación integral de los jóvenes. Esta incidencia se descubre cuando se analiza a fondo lo que es e implica el proceso formativo.

El proceso formativo y sus cinco fases

El proceso formativo debe realizarse, a mi entender, en cinco fases. A lo largo de ellas se van alumbrando los valores y se descubre en qué consiste ser creativo. La creatividad y los valores no son objeto de enseñanza, como pueden serlo la mayor parte de los contenidos propios de las diferentes áreas: matemáticas, ciencias, historia, geografía... Los valores se alumbran, nos apelan, piden ser realizados. La creatividad es un modo de actividad singularmente fecunda que tiene lugar cuando respondemos a la apelación de los valores de forma activa y damos lugar a algo nuevo lleno de sentido. Recorramos en esquema las cinco fases y descubriremos una idea decisiva: formarse significa entusiasmarse con la unidad, comprender que fundar modos elevados de unidad con las realidades de nuestro entorno constituye el ideal de nuestra vida. Bien comprendida y asimilada esta idea primordial, disponemos de una clave decisiva para orientar fecundamente la enseñanza y otorgar a la vida profesional todo su relieve.

Primera fase del proceso formativo:

El punto de partida del proceso formativo es mirar alrededor, contemplar hondamente todas las realidades y percatarse de que no todas tienen el mismo rango. Unas son meros objetos, realidades cerradas en sí, delimitables, pensables, asibles, sitúales en un lugar determinado del espacio y en un momento determinado del tiempo. Un bolígrafo, por ejemplo, presenta estas condiciones; es un objeto. Otras realidades también son delimitables, asibles, etc. por tener una vertiente material, pero son más que objetos. Tienen iniciativa y desarrollan cierta actividad en distintos órdenes. Una persona no queda circunscrita por sus dimensiones corpóreas, abarca cierto campo en diversos aspectos: estético, ético, profesional, religioso... Es más bien un "campo de realidad" que un objeto. Suelo denominarla "ámbito de realidad" o, sencillamente, "ámbito".

Pero no sólo las personas ostentan este carácter ámbito. Toda realidad que ofrece al hombre ciertas posibilidades y es capaz de recibir las que el hombre le ofrece ha de ser considerada también como "ámbito". Un piano, en cuanto mueble, es un objeto. Visto como instrumento, es un "ámbito", porque ofrece al pianista la posibilidad de sonar y es capaz de recibir las posibilidades que aquél le otorga en orden a configurar diversas formas musicales. Lo mismo cabe decir de un barco o un avión. Cuando el principito, en el relato homónimo de Saint-Exupéry, vio un avión abatido sobre el desierto, preguntó: "¿Qué es esta cosa? El piloto lo corrigió inmediatamente: 'Esto no es una cosa. Esto vuela. Esto es un avión, es mi avión” lamarle "cosa" significaba rebajarlo de rango, no verlo como un ámbito de realidad, capaz de entreverarse con el piloto y dar lugar a esa maravilla de la técnica que es un avión en acto de volar.

El arte de vivir con autenticidad consiste en aprender a ver las realidades del entorno no sólo como objetos sino también como ámbitos posibles. Muchas realidades de nuestro entorno se nos aparecen en principio como meros objetos. Pero, si las asumimos en un proyecto creativo, las elevamos a condición de ámbitos. El bolígrafo con que estoy escribiendo es un objeto: algo mensurable, delimitable, pesable... Si lo utilizo para escribir una obra, lo hago partícipe de una actividad personal entrañable, lo "ambitalizo" con ello en cierta medida y lo doto de un valor proporcional a la calidad de mi escrito.

Segunda fase:

En la vida realizamos a menudo acciones que van de nosotros a las realidades del entorno y allí terminan. Doy un empujón a un libro y éste se desplaza. No hay reacción por su parte a mi iniciativa. Yo he tenido todo el protagonismo. He realizado una acción coactiva. He mandado, y el libro ha obedecido mi mandato ciegamente. Mejor dicho: no ha habido ni mandato ni obediencia, sino un impulso físico y una reacción mecánica. Me he movido en el plano de los objetos y en el de la fuerza muscular. Pero hay otras acciones que van dirigidas a una inteligencia y una voluntad libre. Te invito a dar un paseo por el parque. Tú respondes que sí, pero matizas que te parece mejor por la calle. Tu respuesta es activa, asumes mi propuesta porque entrevés en ella un valor y lo haces tomando iniciativa. Mi acción de invitarte ejerció un influjo sobre ti, pero no fue una acción coactiva sino suscitadora de actividad por tu parte, inspiradora de una actitud de colaboración. De esta forma yo influí sobre ti y tú sobre mí. Este intercambio de influjos da lugar a un diálogo, un encuentro, por fugaz que sea.

Ya estamos preparados para comprender el encuentro en su génesis y hacemos cargo por propia cuenta de la razón profunda por la cual las disciplinas que estudian el enigma del ser humano subrayan actualmente que "el hombre es un ser de encuentro". Vivimos como personas, nos desarrollamos y perfeccionamos como tales en medida directamente proporcional a la calidad y cantidad de los encuentros que fundamos con las diversas realidades de nuestro entorno. El encuentro presenta esta fecundidad porque significa una forma de unión muy elevada. Éste es el punto decisivo del proceso de nuestra formación personal. Hemos de descubrir la grandeza de la unidad. El ser humano se caracteriza por su capacidad de distanciarse de las realidades del entorno para crear modos distintos de unirse con ellas.

Tercera fase:

El lenguaje es el vehículo expresivo del encuentro. Al descubrir la importancia de los ámbitos y el encuentro, resalta el papel decisivo que juega el lenguaje en la vida humana. La función primera y primaria del lenguaje no es servirnos de medio para comunicarnos. Es el medio en el cual podemos crear relaciones de encuentro y convivencia, o bien destruirlas. El lenguaje es bifronte, como todo lo humano, nos permite crear formas excelsas de unidad pero también nos depara recursos para destruir toda posibilidad de unión. ¿Cuál de las dos funciones, la constructiva o la destructiva, es la auténtica? Si aceptamos que el hombre es un ser de encuentro, debemos concluir que lenguaje auténtico es el que está inspirado por el amor y constituye el lugar en el cual se crean relaciones de encuentro.

El que se expresa con afán de crear unidad se cuida de expresar cada realidad con los términos adecuados a su rango. Nunca utilizará, por ejemplo, el verbo tener para expresar una realidad personal. No procede decir que "tenemos cuerpo", sino que "somos corpóreos". Hay una distancia abismal entre ambas expresiones. Tampoco es adecuado afirmar que un poema es un objeto. Si lo fuera, no podríamos establecer con él una relación de encuentro. Hagamos la experiencia siguiente y veremos la importancia de utilizar bien el lenguaje y considerar los poemas no como objetos sino como ámbitos.

Cuarta fase:

El ideal de la vida humana consiste en crear las formas más valiosas de unidad o encuentro que sea posible. Todo cuanto nos permita realizar esa ideal encierra para nosotros valor. Al asumir los diferentes valores de modo activo y comprometido, actuamos de manera creativa. Vemos interconexión los conceptos de encuentro, lenguaje dicho con amor, ideal, valor y creatividad. Son los conceptos nucleares del proceso formativo.

Los seres humanos tenemos que ir configurando la vida en cada instante mediante el impulso que recibimos del ideal, que es una idea motriz porque encarna el valor más alto, el que sirve de clave de bóveda a todo el edificio de nuestra existencia. Todo pende en nuestra existencia del ideal que asumamos como propio. Si tendemos por principio hacia el ideal de la unidad y solidaridad, nuestra actitud será fundamentalmente generosa, y nos orientamos por la vía del encuentro y la creatividad. Si optamos por el ideal del

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