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Como Vivir La Pureza Mujeres


Enviado por   •  4 de Diciembre de 2013  •  1.773 Palabras (8 Páginas)  •  286 Visitas

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¿Cómo vivir la castidad?

Por: P. Jürgen Daum

Quien hace la opción de vivir la castidad porque entiende que es lo mejor para ella misma y para el hombre que ama, que ese es el camino para crecer y madurar en un amor auténtico, se encuentra ante una gran pregunta: “¿y cómo vivo la castidad en lo práctico, en lo cotidiano? ¿Qué implica concretamente?”

Para vivir la castidad lo primero es quererlo con firmeza. Desearlo con convicción y encontrar la motivación apropiada son fundamentales para la adquisición de la virtud de la castidad. En ese mismo sentido es importante que entiendas y estés convencida de que sí se puede vivir la castidad. Quien dice que es imposible, es porque no lo ha intentado seriamente o porque ni siquiera quiere intentarlo. Y no porque él o ella no quiera o no pueda, no quiere decir que otros no puedan. En esto de intentar vivir la virtud de la castidad también se aplica aquello de “querer es poder”.

La castidad ciertamente no se alcanza de la noche a la mañana, con solo quererlo y decidirlo. Luego de la decisión viene todo un entrenamiento y es necesaria la perseverancia. La castidad es una virtud, y nadie llega a ser un virtuoso sin esfuerzo, constancia, sacrificios, lucha, guía y mucha paciencia. No te desanimes jamás si fallas al primer intento, o al segundo, o al tercero. Lo importante es seguir intentando siempre de nuevo y nunca darte por vencida, nunca quedarte con la última experiencia de derrota.

Teniendo la decisión y con la convicción de que sí se puede, toca entrenarte. Como en las artes marciales o en cualquier deporte, solo se puede alcanzar su perfecto dominio mediante técnicas, con un maestro que te enseñe y con la repetición diaria de ciertos movimientos y ejercicios. Recuerda que como en todo lo que requiere entrenamiento también en el dominio de los propios deseos e impulsos sexuales por medio de la castidad la repetición de actos virtuosos y la perseverancia son fundamentales.

Perseverar es nunca darse por vencidos. Perseverar es ser una porfiada: “si me caigo, ¡me vuelvo a poner de pie y vuelvo a la batalla!” ¡Nada de quedarse tirados en el suelo luego de una caída! Perseverar implica ver la caída no como un fracaso, como la derrota final, sino como una oportunidad para aprender, para ser más inteligentes en adelante y no cometer los mismos errores. Una caída no hace el final de la carrera. Es tan sólo eso: un tropezón en el camino. Si te caes en el intento, saca fuerzas de donde sea, te pones de pie y vuelves a intentarlo, tantas veces sea necesario. Aunque falles, ¡el Señor siempre te ofrece una nueva oportunidad! Sólo te pide que con humildad aceptes tu fragilidad, que aprendas de tus caídas y que vuelvas a la lucha apoyada en su fuerza.

El fracaso no consiste en una caída, sino en no querer levantarse nuevamente, en la decisión de abandonar la lucha. Aunque vuelvas a caer “siempre en lo mismo”, jamás debes ceder al desaliento o desánimo. Siempre se puede volver a intentar de nuevo. Si siempre te vuelves a poner de pie, poco a poco, con el tiempo, con paciencia, verás que puedes ir creciendo en un mejor dominio de ti misma.

Ten en cuenta que por más buena intención que tengas en un momento de mucho entusiasmo, las caídas en el caminar son parte de la vida. Como me escribió un joven acongojado:

«He pecado, caí en la tentación, perdí mi castidad, mi segunda oportunidad para volver amar de verdad... me siento horrible… siento que decepcioné a todos los que me aman y sé que si no me quieren perdonar me lo merezco... en mi mente aún tengo como prioridad seguir amando a Dios y encontrar la felicidad, aunque por lo que hice diga todo lo contrario a todo lo que siento. Me siento mal conmigo mismo, me siento asqueroso, siento que no tengo cara para mostrársela a Dios. Yo quiero vivir en paz, he estado asistiendo a Misa todos los Domingos y entre semana también, pero sin embargo fallé. Necesito consuelo porque siento que iba bien y fallé y mandé todo al drenaje en un momento. Quiero vivir en paz y amar a la que algún día será mi esposa, ayúdeme, ayuden a este pobre pecador que implora redención, paz interior y seguir el camino de Dios.»

También una joven me escribió luego de caer:

«Le cuento que caí, me siento avergonzada y triste, pensé seguir en la lucha constante, pero no pude. Ahora me doy cuenta que es una lucha muy fuerte, que no pude seguir, pero me levanté, miré de frente. Pero ahora tengo más miedo que antes, me dejé llevar, me puse a tomar, tuve la oportunidad de dejar de tomar y no lo hice, y terminé casi cediendo a tener relaciones sexuales con un chico que supuse que era mi amigo. Me siento mal, no me porté bien, pero no me dejaré vencer por esta caída así que iré a confesarme para retomar mi lucha.»

¡De eso se trata! De levantarse nuevamente, de pedir perdón, de aprender de los errores, de volver a intentarlo con más humildad y prudencia.

Como aquellos jóvenes que cayeron a pesar de haberse propuesto

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