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Conductas Antisociales

psickarlarojas16 de Septiembre de 2013

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La percepción del ambiente familiar de adolescentes estudiantes del Distrito Federal y menores infractores de Morelos

Karla Alejandra Rojas Lozano*, Francisco Juárez García*, Lorena Carrillo Amezcua*, María Elena Medina-Mora Icaza**

RESUMEN

Introducción. La conducta antisocial ha sido estudiada desde años anteriores en población de estudiantes mexicanos; en 1988, en población estudiantil mexicana, 25.4% de los estudiantes, reportó haber cometido en al menos una ocasión un acto antisocial. Del año 2000 al 2003, las conductas relacionadas al factor violencia y robo incrementaron un 6.7 %; mientras que los actos más graves aumentaron también en los mismos años.

En la delegación Milpa Alta, se presentan índices bajos de consumo de alcohol y drogas, así como de delincuencia juvenil, por otro lado, en el estado de Morelos comienza a haber un incremento de menores infractores que han cometido algún tipo de delito.

La conducta antisocial, comprende un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás.

Los menores infractores, por su parte, son aquellos adolescentes entre los 11 y los 18 años de edad que han infringido las leyes penales, y son detenidos por la policía por este acto pasando por un procedimiento legal.

Diversos factores han sido relacionados con la realización de estas conductas, como es la familia, que juega un papel importante no solo en la personalidad, sino también en el desarrollo social de todos y cada uno de sus miembros; y la importancia para la realización de conductas antisociales depende principalmente de las experiencias familiares, la estructura o composición familiar, las practicas de crianza, la calidad de las relaciones así como los vínculos que puedan existir entre los padres e hijos.

La comunicación, el apoyo y el rechazo, son áreas importantes dentro de la familia, sobre para los jóvenes, pues la percepción que tienen con respecto a estas áreas pueden influenciar su comportamiento.

Material y método. La unidad de análisis estuvo compuesta por tres muestras de adolescentes hombres: estudiantes sin conducta antisocial (n = 206), estudiantes con conducta antisocial (n = 79) del Distrito Federal de la delegación Milpa Alta y menores infractores (n = 86) internados en un tutelar del estado de Morelos.

El instrumento constó de la escala de conducta antisocial, la cual se utilizó para clasificar a los estudiantes que han cometido conductas antisociales y los que no las llevaron a cabo. La otra escala midió el ambiente familiar, considerando 3 áreas importantes: Comunicación, apoyo y rechazo que percibe el adolescente con respecto a sus padres. Ambos instrumentos han sido previamente validados.

Resultados. Los resultados muestran que no hubo diferencias significativas en la percepción del ambiente familiar de las tres muestras de adolescentes; sin embargo se observó que existen otras diferencias que son importantes mencionar entre las tres poblaciones de jóvenes estudiantes, relacionadas con la estructura de la familia, consumo de sustancias y el tipo de conducta antisocial llevada a cabo. Por ejemplo, se observó, que la población de estudiantes cometen con mayor frecuencia actos antisociales relacionados al factor robo y violencia; mientras que los menores infractores cometen más actos antisociales graves. También se observó que el consumo de alcohol es mayor en los estudiantes; mientras que el consumo de drogas es mayor en la población de menores infractores; y finalmente, la figura paterna está ausente en una mayor proporción en adolescentes que desarrollan conductas antisociales y menores infractores que en estudiantes sin conducta antisocial.

Discusión. Con base en los resultados obtenidos, la percepción del ambiente familiar de las tres muestras de jóvenes adolescentes, no tuvo diferencias significativas; sin embargo, esta situación, nos permite analizar algunos otros factores que pudieran estar relacionados de forma más cercana a las conductas antisociales; esto no quiere decir, que el ambiente familiar no sea relevante para el desarrollo de estas conductas antisociales, pero la percepción que comienzan a desarrollar los adolescentes en dicha etapa, puede verse matizada por los cambios cognitivos, razón por la que en este estudio, los resultados obtenidos en la comparación de las tres muestras fue similar.

Es precisamente esta igualdad de las tres muestras, la que nos permite reflexionar acerca de la situación evolutiva del adolescente, quienes pasan por un desarrollo “normal”, en el que su comportamiento se ve matizado por cambios bruscos, que no le permiten percibir adecuadamente lo que sucede en su entorno.

Los resultados obtenidos, dan la posibilidad de mostrar la gran importancia que tiene la etapa de la adolescencia; por lo que es importante mejorar el ambiente familiar con una mayor comunicación, mayor apoyo y menor rechazo, para que de esta manera, y que de esta manera la frecuencia de las conductas antisociales en esta población disminuya.

Palabras clave: conducta antisocial, estudiantes, menor infractor, ambiente familiar.

INTRODUCCIÓN

El objetivo principal de este trabajo fue conocer las diferencias en la percepción del ambiente familiar en tres muestras: Adolescentes con y sin conductas antisociales del Distrito Federal, y menores infractores del estado de Morelos.

En México, desde 1988 se tienen datos que muestran la frecuencia de conductas antisociales que comete la población joven. En un estudio en población estudiantil mexicana, en el que del total de la muestra, el 25.4% de los estudiantes, reportó haber cometido en al menos una ocasión un acto antisocial; y el 12.5% en tres ocasiones (Castro, García, Rojas y De la Serna, 1988). Por otro lado, Juárez et al. (2005) analizaron la evolución de la conducta antisocial en una muestra estudiantil perteneciente a los niveles media y media superior de la ciudad de México en los años 1997, 2000 y 2003, obteniendo como resultado un incremento del 1.9% entre los años 1997 al 2000 en estudiantes que llevaron a cabo cualquiera de las conductas antisociales relacionadas al factor Violencia robo; mismo factor incrementó un 6.7% entre los años 2000 y 2003.

En cuanto a los actos antisociales más graves el incremento fue menor pero significativo, destacando el tomar valores por $500.00 pesos o más y atacar a alguien usando un arma; este incremento fue mayor entre el 2000 y el 2003.

Estas cifras varían al interior de la república mexicana; y con respecto a las dos poblaciones de nuestro estudio, los índices más bajos tanto en el consumo de drogas y alcohol (Villatoro, Medina-Mora, Cardiel, Alcántara, Fleiz, Navarro, Blanco, Parra y Néquiz 1999), como en las conductas antisociales o actos violentos (Gobierno del Distrito Federal, 2005) llevados a cabo en jóvenes estudiantes, se han registrado en la delegación Milpa Alta; pues, en lo que va del año 2003 se registraron 921 delitos, en el que el robo fue el delito más cometido, seguido de lesiones (INEGI, 2003). En lo que respecta a los menores infractores puestos a disposición del consejo de menores por principales hechos antisociales, en el año 2003, se registró sólo un total de 6 menores, 4 por robo calificado, 1 por lesiones calificadas y 1 por homicidio.

Con respecto a los datos registrados en el estado de Morelos, actualmente hubo un incremento del 30% en el primer cuadro de la capital, sin tomar en cuenta las zonas aledañas, de menores infractores que han cometido algún tipo de delito; y aunque éstos no van más allá del robo y la proliferación del graffiti, es importante atender la problemática, pues de no ser así, en un futuro los menores pueden llegar a pertenecer a bandas más organizadas (La jornada Morelos, 2005).

La conducta antisocial como tal, engloba actos que suponen un quebrantamiento de la ley; sin embargo los criterios para su diagnóstico suponen muchas otras conductas que no implican necesariamente este rompimiento (Rutter, Giller, Hagell, 2000). Por ejemplo, para el DSM-IV, la conducta antisocial, comprende un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás, los comportamientos característicos se dividen en 4 grupos: comportamiento agresivo que causa daño físico a otras personas o a animales; comportamiento no agresivo que causa pérdidas o daños a la propiedad; fraudes o robos; y violaciones graves de las normas (APA, 1995).

Tal parece que las definiciones que atañen la conducta antisocial son diferentes y ambiguas ya que no se refiere a un conjunto de conductas claramente delimitadas o circunscritas; pues el que una conducta se incluya como conducta antisocial, puede pretender juicios acerca de la severidad de los actos y de su alejamiento de las pautas normativas, en función de la edad del niño, el sexo, la clase social, y otras consideraciones (Kazdin, 1988).

En lo que se refiere al menor infractor, es un adolescente entre los 11 y los 18 años de edad que han infringido las leyes penales, y es detenido por la policía por este acto pasando por un procedimiento jurídico dependiendo de las leyes de su estado (Ley para el Tratamiento de Menores Infractores, Diario Oficial de la Federación, 1991).

Por otro lado, Moffit (1993) y Aberasturi (2001), mencionan que las conductas antisociales en el adolescente pueden ser temporales o situacionales, siendo simplemente una realización evolutiva, que lo llevan a constituir una especie de entidad nosológica, integrándolas con el nombre de Síndrome de la adolescencia normal.

A pesar de esto, se ha investigado la participación tanto de factores macrosociales como microsociales que están presentes en el desarrollo de conductas desadaptativas

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