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Control De La Ira En El Lugar De Trabajo

goyoarcia31 de Marzo de 2014

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El Control de la Ira en el Lugar de Trabajo

por Ana Postigo Hilario. Psicóloga.

Recomendado para:

1. Personas que se enfadan en el trabajo.

2. Personas que quieren promocionarse en su empresa.

No hay ninguna duda. La incapacidad para controlar la ira en el trabajo supone un grave riesgo de descarrilamiento en la vía hacia el éxito. Este ejercicio 18 le ayudará a controlar su ira mostrándole cómo manipular la ira para mejorar su actividad. De manera concreta, le proporcionará algunas estrategias de eficacia demostrada para afrontar las cinco provocaciones de la ira más corrientes que tienen lugar en cualquier trabajo.

Información

Las tres habilidades esenciales en el trabajo

Cada una de las provocaciones mencionadas en este ejercicio es peculiar y requiere una estrategia de control diferente. Sin embargo, el atleta de la ira pone en práctica cada uno de los siguientes conceptos al afrontar cada provocación que sufre en su trabajo.

Control de inmediato la activación airada

No es en absoluto conveniente mostrar una excitación emocional inapropiada en el lugar de trabajo, sobre todo si no es usted el jefe. Esa actitud refleja que no se domina a sí mismo e impide un rendimiento máximo. Convierta la activación airada en energía dirigiéndola hacia sus actividades laborales. Sí está demasiado enfadado para sentarse y ser "creativo", utilice su activación airada para avanzar en el trabajo, de modo que por lo menos obtenga algún resultado positivo. Esto le ayudará a sentirse productivo y le proporcionará una sensación de dominio de sí mismo; así puede "volver" y afrontar de manera productiva el origen de su ira. Si dispone de una respuesta de relajación (vea el ejercicio número 9), utilícela.

Reconozca que desea conservar su empleo

He aquí algunos comentarios que suele hacer la gente cuando se enfadan en el trabajo:

"Así son las cosas". "No puedo hacer nada al respecto". "Tengo que aceptarlo". "No es tan terrible". Todas ellas son afirmaciones muy influyentes para manejar la ira en el ambiente laboral. Sin embargo, aunque en principio pueden impedirla liberación de la ira, no le ayudan a controlarla, pues también implican su impotencia, lo cual, paradójicamente, aumenta la ira que usted desea reducir, y el resultado puede ser una ira crónica. El ejercicio 18 utiliza la suposición de que no tiene usted que aceptar lo que le irrita, sino más bien que quiere aceptarlo porque desea conservar su empleo. Reconocer esto le permite experimentar ira y, no obstante, mantener las cosas en perspectiva, como gajes del oficio. "No me gusta, pero aprenderé a habérmelas con eso" es mucho más productivo que "No puedo hacer nada al respecto; a fin de cuentas, no es tan malo". Esta última afirmación niega la ira, mientras que la anterior se orienta hacia la tarea: "Puesto que estoy enfadado y quiero mantener mi empleo, ¿qué puedo hacer al respecto para que eso no vuelva a ocurrir?" Esta actitud proporciona el impulso necesario para convertir su activación airada en energía, de modo que pueda elaborar una estrategia de control.

La puesta en práctica

Estar orientado hacia la acción significa esperar que, en la mayor parte de los casos, la provocación no se resolverá por sí sola. Se requiere una acción basada en un plan para resolver la provocación y evitar que vuelva a producirse. Al estar orientado hacia la acción, es usted quien acepta la responsabilidad de controlar la provocación.

Cuando la ira arruina su situación laboral

Esta sección le facilitará práctica para el tratamiento de las provocaciones en el ambiente laboral, exponiéndole a las cinco situaciones más frecuentes provocadoras de ira asociadas con el trabajo. Pensar en una estrategia de control para cada una de ellas contribuye a desarrollar su habilidad para usar la ira estratégicamente.

NOTA

Las provocaciones descritas se basan en datos obtenidos de más de 3.500 individuos que completaron el formulario de control de la ira o han participado en seminaríos de control de la ira, talleres o clases. Se ha descubierto que las provocaciones son comunes en todos los ambientes laborales, tanto si se trata de grandes multinacionales como de organismos estatales, pequeñas empresas o diversas instituciones, y se clasifican como abusivas, injustas o ambas cosas a la vez. Más importante aún es el hecho de que reflejan unas percepciones fidedignas de la realidad de la situación. Así pues, no se pueden abordar con el sencillo método de las afirmaciones de afrontamiento para el control de la ira o adquiriendo expectativas realistas (aunque eso sirva de ayuda), sino que requieren unas estrategias de intervención directa.

Provocación número 1: Quedar postergado. "No puedo soportar que me ignoren de esa manera."

Aunque intentemos destacar individualmente, nuestro trabajo implica a otras personas. Para la mayoría de las personas, es un esfuerzo de grupo, pero resulta muy dificil integrarse en el grupo si éste le rechaza a uno. Quedar postergado en el trabajo, o no ser aceptado por los compañeros, provoca la ira por dos motivos: 1) Impide hacer el trabajo de la manera más eficaz, y 2) amenaza nuestra necesidad de sentirnos integrados. También se experimentan sentimientos de agravio. ¿Qué haría usted?

Provación número 2: El jefe crítico. "Me está desairando continuamente, y casi nunca me dice que hago las cosas bien. Tengo la sensación de que no me aprecia. Sólo pensar en él me sulfura."

Tener un jefe crítico es enojoso porque significa estar sometido diariamente a una crítica destructiva. Es injusto y nos sentimos maltratados. La reacción típica es una respuesta airada, pero como el entorno laboral inhibe la expresión de la ira hacia nuestro jefe, la reprimimos y nos sentimos más airados. Tendemos a desquitarnos de nuestro jefe adoptando una actitud que es a la vez pasiva y agresiva. Hacemos todo cuanto requiere nuestro trabajo, pero ni un ápice más. Contrarrestamos la ira refrenando el entusiasmo, la imaginación y el apoyo. Sin embargo estas acciones proporcionan al jefe más motivos de crítica. ¿Qué haría usted?

Provocación número 3: No obtener la promoción deseada. "He trabajado con ahínco. Me merezco ese ascenso."

He aquí algunas maneras populares de afrontar esta provocación.

• Agitarse y quejarse a los ,compañeros.

• Hacer que todo el mundo sepa que le han privado de lo suyo.

• Reprenderse a sí mismo.

La mayoría de la gente elige las tres maneras de responder, sin sacar de ello más que resentimiento, celos y quizá la futura pérdida de promoción. ¿Qué haría usted?

Provocación número 4: Ser calumniado por compañeros de trabajo. "Cuando oí lo que decían de mí, me subí por las paredes. Estuve a punto de presentar la dimisión."

Ser víctima de falsos rumores es una causa constante de ira, abusiva e injusta. Y con frecuencia los rumores causan un daño irreparable. La ira está justificada. ¿Qué haría usted?

Provocación número 5: Tratar con el jefe incompetente. "Ese tipo es estúpido e incompetente."

No cabe duda de que la situación más frecuente y más provocadora de ira es tener que tratar con un jefe incompetente, cuyas deficiencias bloquean su necesidad de realizarse en el trabajo y entorpece la actividad de la empresa.

Cómo utilizar la ira para mejorar su trabajo

He aquí algunas estrategias directas de eficacia probada para el control de las provocaciones indicadas. Preste atención a la manera en que los objetivos producen las estrategias.

Provocación número 1: Quedar postergado

Objetivo: Participar en el grupo y lograr la aceptación de éste.

Estrategia de control: En primer lugar, examine su propio comportamiento para ver si es usted mismo quien precipita su propio rechazo. Por ejemplo, si sus compañeros de trabajo hablan con frecuencia de personas y lugares que le son desconocidos, el hecho de que permanezca sentado en silencio y sintiéndose incómodo será considerado probablemente como indiferencia, o si usted habla siempre de cosas que hace y que les excluyen a ellos, puede dar la sensación de esnobismo, o de que no desea integrarse en el grupo. Puede emprender dos acciones.

1. Recalcar verbalmente las experiencias importantes que comparte con ellos. Por ejemplo, si a una enfermera la postergan las demás enfermeras de su planta, puede lograr la asimilación por parte del grupo haciendo hincapié en los estudios y las experiencias laborales comunes. Las experiencias compartidas nutren la cohesión. Esto contrasta vivamente con la actitud de quejarse a la supervisora de que nadie le hace caso, o decir airadamente a los miembros del grupo que no le gusta su manera de tratarle. Esta última táctica no hará más que aumentar la resistencia del grupo a aceptarle.

2. Haga un esfuerzo directo para integrarse en el grupo. Sea amistoso. Por ejemplo, si el grupo sale a almorzar, no espere a que le inviten a acompañarles. Usted puede tomar la iniciativa y decir: "~,Os importaría que hoy vaya con vosotros?" Aunque su compañía no guste a todo el grupo, quizá haya una o dos personas que le aceptarán.

Si aun siendo agradable, servicial y amistoso el grupo sigue sin aceptarle, ello puede ser señal de que el mismo grupo está alterado. Tal vez falta equipo o personal en el departamento, y eso puede ocasionar presión, tensión e ira. Tal vez el gerente o los miembros de grupo están "atascados", atrapados en puestos de trabajo que

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