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Control Y Desarrollo

luroser4 de Febrero de 2014

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El crecimiento es el proceso que produce el aumento fisiológico del tamaño de los seres vivo, mientras el desarrollo es el proceso de diferenciación progresiva que cumple simultáneamente con el crecimiento.

El crecimiento es un proceso cuantitativo, y el desarrollo es un proceso cualitativo que se evidencia anatómicamente por modificaciones de las proporciones, y fisiológicamente por la adquisición y perfeccionamiento de las funciones.

Los factores de crecimiento y desarrollo están condicionados por diversos factores biológicos reguladores (endógenos o internos y exógenos o externos).

Los factores endógenos son: los genéticos o hereditarios, metabólicos y neurohormonales.

Los factores exógenos son la alimentación y los factores ambientales.

FACTORES INTERNOS

Los avances de los últimos decenios en la dimensión somática (medicina, biología, etc.) nos permiten fundamentar y justificar la labor educativa, ya que resaltan la importancia de la interacción de la dotación genética con el ambiente.

Gracias a la multiplicación celular y a la maduración de los componentes del organismo, el aumento de volumen y funcionalidad del cuerpo en los primeros años de vida es extraordinario. Un crecimiento tan espectacular no vuelve a repetirse en otro momento de la vida del ser humano, por ello es imprescindible realizar un control continuado que verifique la correcta evolución en esta etapa. NO DUDAMOS QUE UNOS PADRES RESPONSABLES ESTARÁN ATENTOS A QUE SE REALICE ESTE CONTROL CONTINUO, si bien el mismo ha de realizarlo el PEDIATRA DEL NIÑO. Por ello, estas breves líneas no tienen mas que un valor informativo.

La HERENCIA GENÉTICA marca las directrices que condicionan la talla, el peso, la constitución y otros aspectos físicos como el color de pelo, ojos, etc. También puede marcar, entre otras cosas, la predisposición a enfermedades.

Los caracteres hereditarios pasan de padres a hijos a través de los genes que se encuentran en el núcleo de las células reproductoras. En este núcleo están unos órganos filiformes llamados cromosomas, cada uno de ellos está formado por miles de genes, se componen de ácido desoxirribonucleico (ADN) que es quién transfiere la herencia.

Cada célula reproductora tiene una dotación de 46 cromosomas y la mielosis (un tipo especial de división celular) provoca que el número de cromosomas se reduzca a la mitad, esto es, 23. Cuando el óvulo es fecundado por el espermatozoide se obtienen los 46 cromosomas, 23 de cada progenitor. En este momento la herencia biológica del nuevo ser queda determinada.

Para cada característica determinada hay un par de genes, uno de la madre y otro del padre. Pero existen genes dominantes (ejercen mayor influencia) y recesivos (menor influencia), por ello las características se manifiestan con la información marcada por los genes dominantes. Las combinaciones entre genes dominantes y recesivos pueden ser múltiples, así como los resultados.

Los hermanos no comparten exactamente la misma herencia, a excepción de los gemelos idénticos. Cada hijo hereda la mitad de cromosomas del padre y de la madre y esta mitad es una selección al azar, por lo cuál los resultados en las combinaciones serán diferentes. Según estadísticas, en teoría, una pareja podría engendrar 64 millones de hijos genéticamente diferentes.

A. El desarrollo neurológico

Podemos considerar el sistema nervioso y sobre todo el cerebro como eje del desarrollo humano. Regula todas las funciones del organismo e impulsa la evolución de la persona en todas las dimensiones.

Durante el embarazo se inicia la formación del cerebro y del resto del sistema nervioso. Esta formación culmina antes del sexto año de vida. Está suficientemente probado que la estimulación temprana favorece el desarrollo del cerebro y la maduración del sistema nervioso.

Dada la importancia de esta aseveración, a continuación aportamos algunos datos que nos ayudan a fundamentar las experiencias estimulantes que hemos de proporcionar a los niños. Siempre teniendo en cuenta que estos datos distan de ser un estudio detallado.

Sistema nervioso

Considerado en su conjunto, se divide en:

a) Órganos centrales, que forman el sistema nervioso central.

b) Órganos periféricos (en relación con los órganos centrales) que constituyen el sistema nervioso periférico.

El sistema nervioso central, además de la médula espinal, tiene el encéfalo en cuya parte anterior y superior se encuentra el cerebro. Está dividido en bulbo raquídeo, cerebelo, protuberancia, mesencéfalo, diencéfalo, telencéfalo y puente de varolio.

El sistema nervioso periférico se divide a su vez en sistema somático y sistema vegetativo o visceral.

El sistema somático está formado por los nervios craneales y espinales; unos son sensoriales (reciben los estímulos del mundo exterior y mantienen el cuerpo en contacto con él), y otros son motores (gobiernan las respuestas de nuestro organismo ante esos estímulos).

El sistema vegetativo (visceral o autónomo) controla el medio interno: gobierna la respiración, el ritmo cardiaco, los movimientos intestinales y todas las demás actividades fisiológicas, incluso las respuestas físicas de las emociones, como el sudor de las manos que acompaña al miedo.

El cerebro

Ocupa la parte más voluminosa e importante del encéfalo. Sin el desarrollo que alcanza nuestro cerebro serían imposibles el lenguaje y el pensamiento abstracto, el razonamiento y el aprendizaje. Además, es el centro de la actividad intelectual, necesario para respirar, metabolizar alimentos e incluso par eliminar los desechos. Regula y coordina cada uno de los movimientos que realizamos, voluntarios e involuntarios, todas las impresiones sensoriales que recibimos, todas las emociones que sentimos. Sin el cerebro no podríamos apreciar un paisaje, una pintura, un poema o una melodía. Gracias a su desarrollo tomamos conciencia de nosotros mismos y del mundo que nos rodea, de él depende nuestro desarrollo creativo, nuestra personalidad.

Intentando hacer una descripción escueta, el cerebro está compuesto de células nerviosas llamadas neuronas.

LAS NEURONAS se dividen en tres partes: cuerpo celular, dendritas y neuritas o axones, y con ayuda de diferentes componentes electroquímicos, efectúan el trabajo cerebral.

El número máximo de neuronas se preestablece antes del nacimiento. En el hombre, la cifra aproximada es de cien mil millones. Una vez que el niño nace no se crea una sola neurona, hay pequeñas disminuciones en las primeras décadas que aumentarán progresivamente en las décadas posteriores. Si una neurona se lesiona o muere no puede ser reemplazada.

La información tomada por los sentidos, se transmite a través de los nervios y es recogida en el cerebro por las dendritas del área correspondiente al sentido en cuestión. Las dendritas pasan el mensaje al cuerpo de la célula y éste decide que hacen con la información. Puede archivarla, compartirla con otras células y/o reaccionar ante ella. La respuesta la transmitirá el axón en dirección al bulbo terminal.

Sea cuál fuere la reacción, la información es archivada para poder utilizarla en el futuro.

Los mensajes que se envían o archivan son impulsos eléctricos que se convierten en señales químicas. Las neuronas son como cables que conducen estos impulsos y necesitan aislamiento para transmitir rápida y eficazmente los mensajes. Por eso se revisten de una capa protectora hecha de proteína llamada MIELINA.

La mielinización se inicia durante el embarazo con las células cerebrales y es la base de maduración del sistema nervioso. Procede siguiendo dos leyes neurológicas:

LEY CEFALOCAUDAL. La mielinización procede de la cabeza a los pies.

LEY PROXIMODISTAL. El proceso se hace progresivamente desde el centro del cuerpo hacia las extremidades.

Está suficientemente probado que la estimulación acelera el proceso de mielinización.

El cerebro está compuesto de materia blanca (concentración de axones que llevan mensajes entre el cuerpo de la célula y el cerebro consciente) y materia gris (cuerpos celulares y dendritas comunicadas entre sí por conexiones o espacios que se denominan SINAPSIS).

Cada neurona está conectada con otras diez mil como mínimo, pero esta conexión no es directa, el espacio entre ellas o sinapsis lo cubre un neurotransmisor químico.

Cuantas más conexiones neuronales haya, mayor será la capacidad del cerebro.

Se han detectado conexiones neuronales en fetos de 70 días y sabemos que, mientras el cerebro está en formación, las posibilidades de conexiones son casi ilimitadas. A partir de los seis años estas posibilidades son infinitamente menores, y casi nulas a partir de los diez años. Desde ese momento el niño aprende nuevas habilidades, pero utilizando las conexiones neuronales ya establecidas.

La estimulación prenatal y neonatal, así como la recibida en los primeros tres años de vida, afecta y promueve el desarrollo de conexiones neuronales.

El cerebro está dividido en dos mitades o hemisferios y en su superficie, lo que llamamos corteza, es donde se almacena la mayor parte de la información.

La materia gris del hemisferio izquierdo es responsable principalmente de la lógica, el razonamiento y las habilidades cognoscitivas y analíticas como el lenguaje y las matemáticas.

La materia gris del hemisferio derecho es responsable principalmente del desarrollo artístico, la música, sonidos no verbales, las emociones y el pensamiento intuitivo.

La estimulación temprana bien ejercida, promueve el desarrollo de ambos hemisferios

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