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Culto A La Personalidad


Enviado por   •  28 de Diciembre de 2012  •  Tesis  •  3.021 Palabras (13 Páginas)  •  448 Visitas

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Culto A La Personalidad

Enviado por JoelHuaccho, Jul 2012 | 13 Páginas (3,061 Palabras) | 32 Visitas |

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GENERAL | por Alerta 360 Internacional

Culto a la personalidad

Entre los sistemas políticos en que más fuertemente encontramos el culto al líder se hallan los encabezados por Joseph Stalin, Benito Mussolini, Adolf Hitler y Mao Tsetung, entre los principales. El sociólogo alemán Max Weber subrayó tres tipos diferentes de autoridad: tradicional, racional-legal y carismática. Mientras la tipología de Weber ofrece un punto de inicio útil para discutir los cultos a líderes, es también en cierta forma engañosa o incompleta1. Los regímenes nazi, comunista y fascista del siglo veinte buscaban legitimarse a través de una combinación de recursos de tradición, derecho legal y carisma. Lo que les hizo únicos fue la forma en que buscaron construir legitimidad, invirtiendo en ideas, eventos, instituciones, oficinas particulares y personalidades con carisma. Parte de esta estrategia evolucionó en la promoción de cultos dirigidos a crear un lazo entre el líder y el seguidor. El régimen comunista bajo Stalin, por ejemplo, fue altamente autoritario y desarrolló un culto extraordinario de veneración alrededor de la figura del líder2. En el Vigésimo Congreso del Partido Comunista en febrero de 1956, el entonces Primer Secretario del Partido Comunista Nikita Khrushchev atacó el ya finalizado sistema "despótico" de gobierno de Stalin, tras su muerte. En esa ocasión utilizó el término kult'lichnosti, traducido como "culto al individuo" o "culto a la personalidad", para explicar los cambios en el sistema de liderazgo

soviético después de 1934: la consolidación de la dictadura personal de Stalin, los consiguientes abusos criminales de poder, y la extraordinaria adulación a Stalin, que lo convirtieron ante las masas en un ser omnisciente e infalible3. El término de Khrushchev, "culto del individuo", puso acento en la psicología de Stalin como un factor explicativo de lo ocurrido, aunque Khrushchev también relató el surgimiento del gobierno despótico de Stalin respecto a los cambios específicos en la estructura de poder de la URSS a inicios de la década de 1930. En sus memorias incluso reconoció que las decisiones políticas tras 1928, tales como la colectivización forzada, pueden haber contribuido a este desarrollo. Un culto al líder es un sistema establecido de veneración de un líder político al cual se espera que suscriban todos los miembros de la sociedad. Se trata de un sistema omnipresente y ubicuo y que se espera que persista indefinidamente. Es un mecanismo deliberadamente construido y controlado, que busca la integración del sistema político alrededor de la persona del líder. El aumento de los cultos del líder modernos está muy relacionado a las aspiraciones y métodos de los regímenes revolucionarios del siglo veinte. Gerhard Ritter mucho tiempo atrás notó el aspecto dañino de sus políticas: la dependencia de la violencia, la fuerza y la decepción4. Para los Bolcheviques, por ejemplo, con su noción de lucha de

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"Ensayos en sociología". Max Weber. H. H. Gerth y C. Wright Mills, eds. Londres.

1991. "Carisma, dictadura y democracia plebiscitaria". Luciano Cavalli. Florencia. 1984. 3 "El discurso secreto". N. S. Krhushchev. Presentado por Zhores A. Medvedev y Roy A. Medvedev. Nottingham. 1976. 4 "La influencia corruptora del poder". Gerhard Ritter. Trad. F. W. Pick. Londres. 1952. Alerta Internacional (http://www.alerta360.org)

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clases y guerra de clases, la política era similar a la guerra. Los grandes cultos al líder de esta era han estado asociados con líderes que eran representados casi como semidioses o superhombres. Y esta imagen convivía con la realidad de que los regímenes que presidían presenciaron convulsiones domésticas sin presentes, cayendo en las mayores guerras del siglo veinte y grandes devastaciones internas. Los líderes y el aparato estatal que los rodeaban tenían algunas estrategias básicas de legitimación: a) apego afectivo o simbólico, basado en la identificación popular con el régimen, su ideología, instituciones, líderes y eventos en su historia; b) apoyo ideológico y programático, basado en la percepción del realismo y conveniencia de las metas ideológicas del régimen y la forma en que esas metas se modificaban en el tiempo de acuerdo a las circunstancias cambiantes, y c) logro de rendimiento, basado en la percepción pública de la capacidad del estado de satisfacer las necesidades básicas de la sociedad y sus miembros individuales, tomando en cuenta las limitaciones domésticas e internacionales. Los estados, con frecuencia acosados por dificultades

económicas y conflictos sociales, invariablemente responden buscando el fortalecimiento de la legitimación simbólica. Donde hay bajo consenso en las metas ideológicas y programáticas, el régimen busca reforzar el apego simbólico; se apela a la lealtad de sus ciudadanos, lealtad al estado, al partido y al líder. Es común particularmente en regímenes ideológicos y movilizadores. Esta situación también es común en situación de guerra. Las fuertes privaciones pueden dar mucha fuerza al apego simbólico, donde el sacrificio compartido es visto como ofrecimiento a un bien futuro. Estas bases de legitimación son frágiles por sí mismas, y dependen del poder estatal para asegurar alguna medida de aceptación. En el caso soviético esos factores estaban relacionados a la emergencia de la propaganda estatal5. Hasta qué punto los regímenes pueden forzar el asentimiento popular, y cuánto sobreviven mediante el miedo, la deferencia, apatía o resignación, es variable y complejo. Lo cierto es que mientras funciona, la obediencia es asegurada por el temor y las percepciones de fuerza y durabilidad del régimen. Como si de un culto religioso se tratase, las figuras líderes del siglo veinte tenían atribuidos poderes cuasi milagrosos. El líder mismo era un don de la providencia, con poderes aparentemente maravillosos, como salvador de su nación con el poder de "sanar" la tierra. No ofrecía salvación en la otra vida, pero a cambio se consideraba que estaba ocupado con la vida de los mortales aquí y ahora en la

tierra. Como la monarquía, el culto al líder del siglo veinte buscaba reforzar el carisma del cargo y de su ocupante, y ganar autoridad

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