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Cultura y construcción de los conocimientos


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2016  •  Documentos de Investigación  •  2.067 Palabras (9 Páginas)  •  177 Visitas

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Cultura y construcción de los conocimientos

Pero, para ilustrar la fecundidad del enfoque de las representaciones sociales, tomaré aquí el ejemplo de una investigación empírica que muestra la relación entre historia y cultura, usando el análisis de similitud que permite evidenciar los elementos centrales y periféricos de una representación social. Esta, desgraciadamente inédita, fue realizada por un estudiante de Madagascar con el objetivo de examinar las representa-O ciones de las relaciones sociales en la sociedad de su país. Varios trabajos antropológicos habían puesto en evidencia un conjunto de cinco nociones que, organizadas alrededor de la de "buenas relaciones" (fundamental en la tradición), definían las relaciones con los otros: los parientes (o ancianos, suponiendo el respeto y la sumisión), la comunidad (expresando la solidaridad en la organización social de base, el pueblo), los camaradas (los iguales con los cuales se establecen relaciones de amistad y de cooperación); y dos rasgos que caracterizan, sin alguna connotación moral, al sujeto: la culpabilidad (forma de designar a la responsabilidad) y el castigo (referente a los efectos positivos así como negativos que retornan hacia el sujeto en función de su acción). Estas nociones han sido usadas con el objetivo de establecer su proximidad y sus significados, en un primer estudio realizado entre los estudiantes de Madagascar. Este mostró que los signíficados asociados a la comunidad y a los camaradas confería un lugar importante a un nuevo concepto: el comité (designando una forma de organización política establecida después de la revolución y acercando la comunidad a un kolkoz). Se llevó a cabo un segundo estudio entre los habitantes de comunidades campesinas, integrando a los conceptos precedentes otros conceptos asociados, como el de comité. Apareció entonces que las representaciones de las relaciones sociales habían sido profundamente modificadas por el cambio histórico, entre otros: los ancianos habían perdido su preponderancia frente a los camaradas, el respeto jerárquico que tenían fue reemplazado por el de autoridad encarnada por los representantes políticos; las nociones de culpabilidad y de castigo habían asumido una fuerte connotación moral y religiosa. Así, una modificación política ligada a la historia de la independencia de Madagascar orientada por el modelo marxista vino a transformar -porque se inscribió en el corazón mismo de una estructura social tradicional- un esquema cultural que había durado por siglos y resistido las influencias del periodo colonial. Solamente un estudio en términos de las representaciones sociales ofrece la posibilidad, mediante la exploración de sistemas de significación cultural y su relación con un contexto local historizado, de identificar esta transformación y su dinámica. El estudio psicosociológico de la construcción del conocimiento, se sitúa en el presente de los discursos, las prácticas y las representaciones, integrando la consideración de su génesis y su arraigo en el pasado. Esta articulación de lo social, lo cultural y lo histórico en el enfoque del sentido común y de su puesta en obra por los individuos o en la interacción, parece igualmente necesario cuando se consideran los limites que el análisis de una situación social concreta impone a la aplicación de un enfoque de la construcción de mundos sociales fundada en la interacción. Otro ejemplo: tomado ahora de la sociología y relativo a la institución del matrimonio y de la familia. Bourdieu (1994) en Razones prácticas muestra que, a pesar de las variaciones que conocen los significados conferidos a estas entidades según los contextos de enunciación, las instituciones sociales que relevan al Estado dan a las construcciones sociales un peso distinto que se impone a los individuos, más allá de las negociaciones sociales del sentido. Se encontrará, en esta obra, en el capítulo de Silvia Valencia, un enfoque que, en la misma lógica, muestra el papel del sistema sociocultural en la apreciación subjetiva de las relaciones de pareja y su devenir. Pero se puede ir más lejos y preguntarse si las corrientes actuales de la posmodemidad, que insisten tanto en la coconstrucción social de la realidad no son conducidas a olvidar las relaciones de poder o su inscripción estructural en las instituciones sociales. Lo que lleva a poner la cuestión de la objetividad de los referentes de la representación y del discurso social. Quisiera bajo este propósito insistir en el aspecto importante de la dinámica entre representación y orden social, que se desprende de las contribuciones de los historiadores y los sociólogos en el análisis de las transformaciones sociales. Ellos atribuyen un papel a las representaciones por medio del poder performativ02 de los enunciados que las contienen, poder que requiere la obra de otras prácticas sociales e institucionales para legitimarlas o hacerlas aceptables. En cuanto al enfoque de las representaciones sociales, éste toma en cuenta la incidencia que las relaciones sociales concretas en una colectividad dada pueden tener sobre la construcción del conocimiento, relacionando el contenido y funcionamiento de este conocimiento no sólo a interacciones sociales sino también a relaciones entre grupos distintos (clase social, color, etnia, etc.) y a relaciones de poder (político, religioso, de género, etc.), que repiten las dimensiones propiamente culturales y, bien entendido, incluyen a la historia. Una ilustración de esta perspectiva es ofrecida en esta obra por el capítulo de Clarilza Prado de Souza, quien realiza un análisis refinado de la dialéctica entre la institución escolar y la representación de sus agentes en Brasil. Es conveniente notar, por otro lado, que la referencia a la cultura no implica siempre la historia. Este problema constituye hoy una cuestión emergente para la antropología y las ciencias sociales a través de una doble interrogación que arranca por una parte de la cuestión de la contemporaneidad, cuya ignorancia conduce a una concepción estática de la cultura construida extrayendo los enunciados de su contexto; y por otra parte, de la consideración de lo que los historiadores llaman el "régimen de historicidad". Esta noción permite visualizar la forma en que el desarrollo histórico es influido por una organización social y cultural dada, y permite especificar las relaciones, en el presente, que un individuo o una práctica mantienen con la historia de la sociedad de pertenencia. Esto es particularmente importante cuando nos interrogamos sobre el sentido que asumen concepciones como la de democracia o igualdad en los distintos conjuntos socioculturales. Los capí- tuos de esta obra consagrados a México por Javier Uribe y cols., por un lado, y Alfredo Guerrero, por el otro, son significativos de este punto de vista.

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