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¿Cómo se comprenden los fundamentos, conceptos y objetivos de la psicología positiva en el contexto de nuestra sociedad occidental?


Enviado por   •  11 de Junio de 2017  •  Ensayos  •  888 Palabras (4 Páginas)  •  133 Visitas

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¿Cómo se comprenden los fundamentos, conceptos y objetivos de la psicología positiva en el contexto de nuestra sociedad occidental?

Hoy en día, en occidente, estamos claramente insertos en una sociedad que no soporta verle a uno infeliz y, en consecuencia, uno mismo tampoco lo aguanta. Es la sociedad del no-sufrimiento, del no-dolor, del no-displacer, de la no-frustración y, en fin, de la felicidad. Se ha pasado de basar la felicidad en bienes de consumo materiales, como lo fue en la década de los cincuenta (Lipovetsky, 2010), a hacerlo en otro tipo de bienes de consumo: los espirituales. Desde la década del sesenta – años de la “revuelta adolescente” – se buscó una oposición a basar el bienestar en la posición de objetos materiales, pero, de forma paradójica, se terminó por reemplazar esos objetos por bienes espirituales que también son adquiribles. Se trata de la “microutopía psicoespiritual”, que busca la reivindicación de la sabiduría, el perfeccionamiento de la conciencia y la recuperación de filosofías prácticas antiguas; se pretende el perfeccionamiento personal (Lipovetsky, 2010). “‘La principal ocupación y la única que debe haber es vivir felices’, dice Voltaire” (Lipovetsky, 2010, pág. 319). En este sentido, con este auto-perfeccionamiento se lograría ser feliz. Pero, ¿qué es felicidad? Aristóteles afirma que toda actividad, acción y arte humana tienen un fin, y ese fin es un bien. Ahora bien, ¿cuál es el fin de la existencia humana en sí misma, vale decir, el fin supremo? Podría ser ya la totalidad de los bienes que busca cada actividad, ya un bien único al que estos bienes menores también apuntan. En cualquier caso, ese bien supremo es la felicidad (Aristóteles, 1985). No obstante, me pregunto por qué tiende a relacionarse hoy en día la felicidad con emociones y sentimientos positivos como la alegría, la paz, la tranquilidad, el optimismo y otros de la misma especie. ¿En qué momento histórico se hace la relación entre felicidad, en tanto que bien supremo, y ese conjunto de emociones propias de quien es feliz? Me parece que no es un hito, sino un proceso, el cual sale a la superficie definitivamente con estas corrientes de “psicología positiva”. A mi juicio, se trata de una tergiversación de los ideales de las filosofías helénicas, específicamente del epicureísmo y del estoicismo. Estas sitúan al placer, en cuanto no-sufrimiento, como el fin de una vida feliz, por lo que orientan la filosofía a todo lo que nos hace felices (Epicuro, 2007; Epícteto, 1993). Sin embargo, esta es una práctica, una actitud vital, una forma de vida y, en ningún caso, una teorización sobre cómo ser feliz. No tiene carácter científico o de investigación. Aquí viene la tergiversación o distorsión de la que hablo. Con la llegada de la psicología, muchos conceptos y prácticas de la filosofía se ponen al servicio de esta nueva ciencia, desnaturalizando o modificando la razón de ser de aquella. El fin vital de la psicología se convirtió en uno científico y, más tarde, con la psicología positiva, se retomó este objetivo de buscar una transformación en la forma de vida, pero desde un pivote ya sacado de su naturaleza. De esta forma, a mi juicio, es cómo se configura este nuevo paradigma de la psicología. El terapeuta ha terminado por ser, más que un guía, un consejero o, incluso, un científico, un dador de felicidad: es el encargado de que todos nosotros seamos felices. Aquel que, una vez entremos y salgamos de su consulta, por medio de algunos conocimientos y recetas aparentemente infalibles, nos brindará la felicidad. Este es, justamente, el discurso de la felicidad de la psicología, propio de las sociedades de consumo, que impone al terapeuta la función de ayudar a ser felices a sus clientes. Se ha creado un mercado del alma¸ es decir, una instancia en que se puede pagar, en forma de una sesión de terapia, por ideas, consejos y formas de vida que nos den felicidad (Rojas, 2017). Pero, nuevamente, ¿qué es eso que se adquiere? ¿El psicólogo es capaz de venderle a uno alegría, optimismo, paz y tranquilidad, como quien vende una prenda en una feria, considerando estos como los sentimientos que usualmente se asocian a la idea de felicidad? ¿Por qué nos es tan difícil definir concretamente qué se necesita para sentirse feliz o, incluso, intentar definir la felicidad misma? ¿Será, tal vez, porque no existe tal cosa? Personalmente, creo que es así: la felicidad no existe. Es simplemente un constructo, una construcción teórica para comprender un problema determinado: ¿cuál es la razón de ser de la existencia humana? Siempre que se responde a esa pregunta, se apela a un algo que nos falta; un estado idealizado que nadie conoce y que, sin embargo, seguros estamos de que nos brinda la plenitud que buscamos.

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