Desarrollo afectivo de la adolescencia
Daniel RodriguezEnsayo7 de Junio de 2017
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Desarrollo afectivo de la adolescencia
El problema de la afectividad y su campo.
La afectividad se ha entendido desde tiempo atrás como una “vivencia”, compuesta por tres elementos: lo corporal, es decir, el campo de la reacción orgánica y fisiológica; lo actitudinal, referido a la manera de ser y del entorno; y lo comportamental, o sea la acción y reacción.
Desde la psicología clínica, la afectividad es un sistema perceptual- reaccional capaz de deformar el significado intelectual de los datos y desde la psicología evolutiva se busca comprobar la existencia de estados afectivos básicos de los que deriven otros y la relación de la afectividad con el desarrollo social, moral, cognitivo, entre otros.
La afectividad en la evolución del sujeto y en la personalidad
La vida afectiva tiene un desarrollo y una organización a través de las relaciones (acogida, cuidado, satisfacción, descuido, rechazo y abandono), que crean experiencias capaces de crear actitudes y a su vez vivencias que desembocan en una vida afectiva; las experiencias tienen incidencia en la construcción de la personalidad.
Para Piaget la afectividad está relacionada con las funciones cognitivas, para otros autores, el desarrollo normal de la inteligencia va acompañado de la normalidad afectiva, esta normalidad permite la seguridad y el interés por el mundo exterior, mientras que experiencias negativas provocaran bloqueos afectivos, obsesiones y depresiones.
Adolescencia y afectividad
Aunque se tiende a considerar que la adolescencia es un paso de la infancia a la edad adulta y aparentemente por este hecho se calificaría la adolescencia como un periodo especifico de la vida ,en donde la afectividad juega un papel distinto en comparación con el resto de lo vivido, se afirma en el texto que la afectividad de esta edad esta insertada en un ciclo cuyas características no pueden ser tan distintas de las otras edades partiendo de que la adolescencia es un espacio pleno de historia y potencialidad.
Por este hecho la afectividad adolescente se encuadra dentro de la normalidad, sin olvidar los cambios que se sufren en esta edad tanto psicológicos como sociales.
Tareas de la afectividad adolescencial
La identidad: la identidad se desarrolla en la medida en que el sujeto cambia, se integra en el grupo al que pertenece y asimila los valores del mismo
Identidad y entorno familiar
El adolescente inicia la búsqueda de sí mismo con la lucha por su realización autónoma gracias a un proceso de distanciamiento y comparación con el entorno familiar. Para esto, las experiencias con sus padres deben ser correctas ya que inciden en la facilidad o dificultad con la que el joven construye su independencia.
Mussen describe hasta seis tipos de patrones de conductas paternas que influyen en la autonomía afectiva adolescente y que van desde relaciones autocráticas, autoritarias o con demasiada libertad. Tanto la primera como la última, es decir los extremos, pueden provocar comportamientos afectivos como neurosis obsesiva, en el caso de relaciones autocráticos, o llevar a la perversión en el caso de la libertad “laissez-faire”.
Relaciones entre iguales
La adolescencia es una etapa de bastante soledad, la que es compensada al vivir con los iguales, con sus valores y experiencias, intimar, participar de sus emociones, estas relaciones no sólo liberan de la propia soledad sino que también permiten asumir la identidad adulta.
No solo el grupo o las relaciones entre iguales repercuten en la búsqueda de la identidad, las relaciones con los adultos aunque se presenten en segundo plano también se hacen presentes. Las relaciones familiares cercanas o lejanas harán que el adolescente se acerque o se aleje a los valores de este contexto, además de esto su dependencia o autonomía harán que se someta a las influencias del ambiente o lo llevarán su camino personal más fácilmente.
El grupo cumple unas funciones importantes: la conquista de la seguridad y la confianza, comparando sus ideales con los de los demás y asumiendo sus propios riesgos; la conquista de otros valores, como comprometer su palabra y la lealtad; y la dotación de una estructura que le permite experimentar la independencia
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