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Desarrollo Afectivo


Enviado por   •  22 de Abril de 2015  •  1.511 Palabras (7 Páginas)  •  137 Visitas

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…”Aprender a amar

¿Es necesario aprender a amar? ¡Claro que sí! Para comprender cabalmente esta afirmación es necesario describir el desarrollo del niño durante los primeros años de su vida. Actualmente sabemos que los recién nacidos saben mucho más de lo que siempre había supuesto la mayoría de la gente; ellos ven, oyen y comprenden más de lo que imaginamos. Pero, ¿qué es lo que saben? De acuerdo a los grandes teóricos de la psicología infantil, el niño recién nacido no tiene consciencia de su propia existencia –“yo”- ni de la existencia de un mundo externo –“tú”. A este estado de consciencia los expertos lo llaman estado autista, indiferenciado o adualista, dado que el bebé no es aún capaz de establecer la dualidad básica dentro de la cual vivimos inmersos los seres humanos: la relación yo-tú, o yo y el universo.

Cuando el futuro bebé flotaba en el vientre materno no había diferencia entre él y su madre; eran un solo cuerpo, y dicha indiferenciación se prolongará psicológicamente en el recién nacido al que su madre solícita le parecerá “un extensión de sí mismo”. Por tanto, la primera tarea que enfrenta el niño al nacer consiste en desarrollar la conciencia de su propia existencia, “yo”, y la conciencia de la existencia de un mundo diferente y externo.

Por supuesto, los bebés son capaces, desde los primeros días de nacidos, de reconocer los rostros, las voces y el olor de las personas que le brindan cuidados maternos y también son capaces de responder a dichos estímulos con emoción y gozo. ¡Incluso conocen la voz de su madre antes de nacer porque la han escuchado dentro del vientre materno! Sin embargo, esto no significa que sean capaces de saber que sus padres, las cosas o ellos mismos, “existen verdaderamente”; es decir, los bebés no son capaces de representar en su mente a las personas y a las cosas que están fuera de su campo visual y saber que están en alguna parte aunque el no pueda verlas. Por eso a ellos sí los sorprenden las cajas de sorpresa. A la posibilidad de representar mentalmente las cosas que no vemos y saber que existe la llama el famoso psicólogo suizo Jean Piaget: “la noción de objeto permanente.”

Comprender dicha noción es fundamental para explicar algunas conductas y procesos de desarrollo que son de la mayor importancia. Algunos ejemplos aclararán en qué consiste: cuando mis hijos están en la escuela yo no puedo verlos, a pesar de lo cual puedo afirmar que existen verdaderamente y que están en alguna parte (aunque se hayan ido de pinta); si usted se va de viaje, podrá recordar su casa, etc. Ahora bien, si afirmamos que en los primeros meses de vida el niño es capaz de reconocer a sus padres, pero no está consciente de que él y ellos existen verdaderamente, surgen varias preguntas: ¿Cómo construyen los niños pequeños la noción de objeto permanente?; ¿cómo se relaciona dicha noción con el amor?

El niño como agente causal

El factor fundamental que capacita al niño para construir una imagen de sí mismo y su mundo procede de las relaciones mutuas entre madre e hijo. A esta relación privilegiada Spitz la llama el “diálogo”. Dice Spitz: “El diálogo es el ciclo de la secuencia acción-reacción-acción, dentro del marco de las relaciones madre e hijo. Esta forma muy especial de interacción crea para el bebé un mundo singular muy propio, con su clima emocional específico, siendo dicho ciclo de acción-reacción- acción lo que permite al bebé transformar, poco a poco, los estímulos sin significado en señales significativas”…

…Imaginemos a un bebé que llora porque quiere nuestra compañía, porque tiene hambre o porque está incómodo, y no obtiene ninguna respuesta a su llanto . ¿Será capaz de descubrir su propia existencia y la de los demás? Por supuesto que no. Los niños abandonados, es decir, los niños cuyas acciones – llanto, sonrisas, gestos-, no logran una respuesta por parte de quienes les rodean (como en la ronda infantil “piden pan y no les dan”)- no lograrán construir la imagen de sí mismos y del mundo a la que me estoy refiriendo. Es importante señalar que tampoco lo lograrán aquellos bebés cuyas madres exageren la solicitud con la que los atienden, cayendo en el extremo de la sobreprotección, porque dichas madres “les darán a sus hijos pan sin que lo pidan”, ya sea porque utilicen un horario rígido de alimentación –por ejemplo, darle de comer cada

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